Lo que Platini le negó a Portugal
El centrocampista galo logró el tanto del triunfo en la memorable prórroga de la semifinal de la Eurocopa de 1984
Con la voz apagada y una síntesis indiscutible, Antonio Sousa, quien fuera centrocampista en esa selección portuguesa que maravilló al mundo en la Eurocopa de 1984, resuelve al otro lado de la línea telefónica: "Fue una verdadera tristeza. Pudimos haber cambiado nuestra historia". Le secunda Álvaro Magalhães, asistente de Camacho en el Benfica y lateral izquierdo de ese equipo: "Jugamos muy bien, pero pasamos de la felicidad a la gran tristeza en apenas cinco minutos". Se refieren a la semifinal del torneo, cuando Francia les superó de forma agónica en la prórroga para después llevarse el laurel ante España en un duelo recordado por la pifia de Arconada.
Sousa y Magalhães se refieren a un encuentro que tuvieron en las manos y que se les escurrió por muy poco. Y se refieren, claro, a esa batalla ofensiva en la que Chalana brillaría pero Platini remataría. "Es que era muy superior al jugador portugués. Fue el mejor del equipo y del torneo sin duda", esgrime Alain Giresse, centrocampista capital de esa Francia y actual seleccionador de Malí.
Decepcionada por la semifinal del Mundial 82 en Sevilla, donde cayó por penaltis ante Alemania, Francia alcanzó la Euro 84 como anfitriona. Contaba con un equipo fabuloso, que cobijaba a Bats bajo los palos y que sujetaban Bossis y Le Roux desde atrás. "El centro del campo era nuestra sala de máquinas. Ahí se fomentaron muchos goles del equipo y desde ahí también llegaba Platini para rematar nuestro trabajo", explica Giresse. Era le carré magique [el cuadrado mágico] con Luis Fernández, Tigana, Giresse y un Platini que o bien actuaba de enlace con Bellone y Lacombe o bien resolvía a su manera, máximo goleador con un récord (nueve dianas) inabordable hasta la fecha.
Fue su torneo y así lo demostró con un tres goles ante Bélgica y luego frente a Yugoslavia, también con el oportuno gol que resolvería una de las semifinales más recordadas. Pero ya lo había advertido el seleccionador portugués, Fernando Cabrita: "Con Platini sobre el césped puede pasar cualquier cosa. Es tan extraordinario que puede romperte un sistema con dos decisiones".
Frente al 10 de Francia estaba Chalana, o Chalanix como se le conocía por su tupido bigote, que recordaba a los cómics de René Goscinny y Albert Uderzo. Con melena hasta los omoplatos y un pendiente en la oreja, iba siempre acompañado de su mujer Anabela, hasta el punto de que advirtió de que la dejaban ir con él o no jugaría el campeonato, solucionado el problema después al acreditarla como periodista. Futbolista explosivo de un tren inferior potentísimo, engullía metros por la banda izquierda para sacar centros que remataba Jordão, delantero que maravilló una temporada en el Real Zaragoza.
Un cóctel que funcionó de maravilla en esa semifinal porque por dos veces se encontraron para adelantarse a Francia, que miraría al reloj y al colegiado en la prórroga, cuando Domergue igualó en el minuto 114 con una presunta falta que no se pitó. "No tengo ni idea de lo que reclaman", expone Giresse. "Para ellos jugar en casa fue importante en el tema psicológico, porque todo el público estaba de su parte, y también por el arbitraje", rebate Sousa. "Pero creo que al final, simplemente, no tuvimos suerte". Magalhães rechaza esa versión: "El árbitro no influyó. Fue Portugal la que desaprovechó varias ocasiones delante del portero".
"Vivaces y muy peligrosos"
Y eso que Francia menoscabó al rival antes de jugar. "Para nosotros los portugueses —que todos eran del Benfica y el Oporto menos Jordão y los dos metas suplentes— son desconocidos. El año pasado les ganamos en Guimarães por un contundente 0-3, pero aquel equipo no tiene nada que ver con estará en Marsella", soltó el seleccionador galo, Michel Hidalgo. Pero había poco de cierto. "Repasamos todos los partidos de Portugal en vídeo. Vimos que eran muy rápidos, que jugaban en zona y que tenían mucha calidad. Eran vivaces y muy peligrosos", desvela Giresse. Y el choque acabó en tablas y se decidió en una prórroga memorable, con los dos conjuntos volcados al ataque sin apenas atender al retrovisor. "Nuestro juego era construir hacia delante, hacia la portería contraria, y nos gustaba tener la posesión de la pelota. Así que optamos por atacar más que defender", cuenta Giresse.
"Creo que nosotros jugamos más bello y que sin duda fuimos mejores", defiende Sousa. "Teníamos a Chalana y un grupo de gran calidad, pero ellos tenían un equipo formado por cracks".
Con el empate de Domergue, el encuentro siguió abierto y fue Tigana quien se ganó la banda derecha y dio el pase de la muerte a Platini, que pudo parar el balón y golpearlo a la red para correr hacia el banquillo y recibir el calor de los suyos. Fue el triunfo de Francia y Platini y el adiós de Portugal y Chalana. Hoy, ya han acordado sentarse juntos Giresse, Luis Fernández y Domergue para ver el encuentro en el Stade de France, donde el equipo luso vuelve con Cristiano Ronaldo para reclamar su sitio en la historia, en Francia y ante Francia, como ocurriera en 1984.
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