Por un centímetro, Cavendish iguala a Hinault
El inglés logra en Angers, el día más tranquilo, su 28ª victoria de etapa, las mismas que el Tejón ganador de cinco Tours
Si acaso los ciclistas, relajados por fin y con ganas de secar al sol sus heridas y sus miedos, hubieran aprovechado las seis horas de etapa para algo más que pedalear a cámara lenta y pensar en las vacaciones, quizás podrían haberse parado en la terraza de un café, como llegó a pensar Sagan, brillante de amarillo, y lúcido, tan bonita era la mañana y tan pintones son los pueblos de Francia que atraviesan veloces en julio sin tiempo para mirarlos, y allí quizás matar un par de horas echando una partida de trivial ciclista, de la historia del Tour, por ejemplo. Podrían incluso haber profetizado lo que ocurriría en la peligrosa llegada y haber adelantado las respuestas a las preguntas que planteó la victoria de Cavendish, la segunda del inglés en tres días, y que solo casi 200 kilómetros más tarde se harían realidad.
Serían algo así como esto: seis centímetros más, y alcanzo a Merckx, podría pensar Mark Cavendish, que por un menos de un tubular y un suspiro le ganó al Gorila Greipel el segundo sprint del Tour, y ya lleva 28 victorias de etapa, las mismas que Bernard Hinault, un ganador de cinco Tours, y a seis solo del único que ha ganado más, el Caníbal Merckx, triunfador en 34 etapas y también en cinco Tours. Y en la meta, junto a las solidísimas murallas de Angers, aplaudía feliz André Darrigade, el Galgo de las Landas, ganador de 22 etapas en los años 60, y se abrazó a Cavendish y consoló a Greipel, el alemán fortachón, que levantó un brazo creyendo que su golpe de riñones le había dado la victoria. Quizás no había visto, no había podido ver, el fulgor verde que levantando apenas un palmo del suelo, tan bajito, tan tumbado, tan rápido esprinta Cavendish, le adelantaba por la izquierda y le ganaba no por un tubular sino por simplemente llevar un pelín más hinchada la rueda. Después, todos celebraron con un cóctel fizz de Cointreau, el licor de Angers, zumo de lima, tomillo y agua Perrier, mezclado, no batido. El Tour, donde la velocidad es proporcional al olvido, es fuente inagotable de conocimientos y placeres.
“Se estaba tan a gusto y la etapa era tan tranquila que de verdad pensé en pararme en un café”, dijo Sagan, sinceramente lúcido cuando agarra un micrófono en la sala de prensa. “La etapa fueron 200 kilómetros de traslado y 20 de carrera. ¿Qué por qué fuimos tan lentos? Porque solo había uno en fuga, y no podía ir muy deprisa, y nosotros tampoco, porque no queríamos cogerlo hasta el final”.
En fuga estaba solito el francés del Fortuneo Armindo Fonseca, quien tenía pinta de aburrirse como un tipo al que le han dado un plantón y no sabe qué hacer esperando a que le cazaran. Otros viejos ciclistas, en esas circunstancias, confesaban después que se iban contando chistes a sí mismos para pasar el tiempo. Si él es de natural soso, quizás podría haber hecho como los niños pesados en el coche de vacaciones que exigen pasatiempos bulímicamente, y haber jugado un ahorcado quizás con Claire, la joven de la pizarra, hábil con la tiza en marcha.
En el pelotón, ya que fracasó la idea del trivial, en el que otra pregunta podría haber tratado de Coutances, la ciudad normanda en la que los hermanos Pélissier se bajaron hace más de 90 años años y le dictaron su rabia contra los organizadores explotadores amantes del morbo al periodista Albert Londres, que la convirtió en Los forzados de la ruta. Ahí, Contador, dolorido siempre, habría sido rápido en responder: en Coutances habitó los días de su martirio normando, forzado y esforzado, de Coutances salió con el cuerpo magullado y la duda en la cabeza.
Del ensueño feliz le sacó al pelotón un ladrido como de pequinés peleón, el grito de Thomas Voeckler, el francés que quería divertir a la gente, como sus admirados bleus que masacraron a Islandia, y se fue, pese a las reconvenciones de su director, que le llamó de todo, a por Fonseca para animar la marcha.
En el sprint, jugándose la piel entre locos sprinters que viven de su oficio, Froome y Nairo, los favoritos, acabaron 22º y 23º. Y Sagan que lo vio y se puso de los nervios, y que tiene un micrófono amarillo para hablar alto, denunció a la UCI por permitirlo. “¿Cómo puede forzarse a los favoritos a arriesgarse y a ponernos a los locos en peligro porque no quieren que les piquen 10, 15 segundos por un corte en la llegada?”, dijo. “Que cambien la regla y nos dejen a todos más tranquilos y más seguros”.
Clasificaciones
Etapa:
1. Mark CAVENDISH (GBR/DDT) 5h 59' 54''
2. André GREIPEL (ALE/LTS) mt.
3. Bryan COQUARD (FRA/DIE) mt.
4. Peter SAGAN (ESL/TNK) mt.
5. Edward THEUNS (BEL/TRE) mt.
General:
1. Peter SAGAN (ESL/TNK) 14h 23' 54''
2. Julian ALAPHILIPPE (FRA/EQS) a 08s.
3. Alejandro VALVERDE (MOV) a 10s.
4. Warren BARGUIL (FRA/GIA) a 14s.
5. Christopher FROOME (GBR/SKY) a 14s.
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