Hazard juega en casa
El mediapunta de Bélgica regresa a Lille, donde se formó y despuntó hasta alcanzar el Chelsea
No habla inglés ni casi francés sino que se expresa en flamenco, pero el idioma que siempre le gustó fue el del balón. Defensa internacional con Bélgica a principios de los 90, pasó después a ser entrenador de la cantera del Brujas, también scout y ahora es el utilero del club. Por eso, Pascal Plovie no dudó ni un segundo en reconocer a una estrella el día que vio debutar a Eden Hazard (La Louvière, Bélgica; 25 años) en el primer equipo del Lille. Fue el 16 de noviembre de 2007, en un amistoso entre ambos clubes. “Lo conocía de las categorías inferiores de Bélgica, pero ese día me di cuenta de que además de talento no le tenía miedo a nada. Puede que no le saliera una jugada dos o tres veces, pero él seguía intentándola hasta salirse con la suya”, señala Plovie; “en 45 minutos demostró lo desequilibrante que era y las capacidades que tenía”. Lo mismo apreció Claud Puel, entonces entrenador del Lille, como recogía L’Equipe: “No sabía cómo se iba a comportar, pero hizo cosas extraordinarias. Tenía la capacidad de eliminar a cuatro o cinco adversarios”. Una ‘manía’ que perdura y que le valió para fichar por el Chelsea en 2012 y ahora para disputar los cuartos de final de la Eurocopa con Bélgica y ante Gales. Tiene una pequeña distensión muscular, pero este partido no se lo quiere perder por su capitalidad y porque juega en casa.
El Lille ya lo pretendió cuando tenía 12 años y se desempeñaba en el Tubize. “Los ojeadores me dijeron que tenía que ir a ver a un chico en Bruselas. Era flaco, pero su cerebro analizaba el juego más rápido que los demás”, explica Jean-Michel Vandamme, director de la cantera. Al descubrirlo, entendieron que tenían que atarlo y hablaron con su padre Thierry –exjugador de fútbol profesional-, que aceptó llevar al niño a la escuela de formación cuando acabara el colegio, por más que también lo quisiera el Anderlecht. Así, con 14 años, Hazard llegó a Lille. Y sorprendió por su ambición. “Me dijo que a los 16 estaría en el primer equipo. Pensé que estaba loco, pero lo hizo”, explica Vandamme a The Sun. Pero no se quedó ahí la cosa porque ese mismo curso también debutó con la selección belga. “Era ya un buen futbolista, diferente. Y siempre respondió muy bien”, cuenta Geroges Leekens, el entonces seleccionador. También lo hizo con el Lille.
En su primera temporada como titular, en la 2008-09, fue nombrado el mejor jugador joven del año, convirtiéndose en el primer extranjero en lograrlo. Luego repetiría galardón y en 2011 se coronó como el mejor de la Ligue 1, competición que el club conquistó ese año por primera vez desde 1954. Comparado con el legendario Enzo Scifo (nació en el mismo lugar, ocupa la misma demarcación y tiene un físico similar), también le conocían con otro sobrenombre en sus inicios. “Tanto en Lille como en la selección le llamábamos Messi por su facilidad para salir del regate y su velocidad de ejecución”, explica su excompañero Vanden Borre (Anderlecht). Pero ahora solo le llaman Eden en el vestuario y Hazard en los rotativos. Su fútbol lo exige. Y bien que lo saben en Bélgica.
Esta temporada no ha sido buena para mí. Pero quiero tomar las responsabilidades que me corresponden junto a estos grandes jugadores Eden Hazard mediapunta de Bélgica
Tras el duelo contra Hungría (4-0), el seleccionador Marc Wilmots apareció ante los micros. “Un capitán no puede siempre hablar con la boca. A veces tiene que hablar con los pies. Y eso es lo que ha hecho Hazard”, resolvió. Recogió la palabra el 10, que en el torneo suma un gol y tres asistencias, más que ningún otro: “Esta temporada no ha sido buena para mí. He tenido lesiones, problemas, pero la inactividad me ha permitido llegar al cien por cien a Francia. Quiero tomar las responsabilidades que me corresponden junto a estos grandes jugadores”. Y aunque le costó arrancar, frente a Hungría recordó a ese futbolista que maravilló con el Lille y que empezó como un tiro en el Chelsea, después desgastado por su mal entendimiento con Mourinho. “Puedes trabajar un sistema defensivo durante días y él lo desmonta en un cuarto de segundo”, advierte Chris Coleman, el técnico de Gales.
El partido será en Lille. “Tenemos la suerte de jugar allí. Conozco muy bien la ciudad y estoy orgulloso de ir. Espero que haya muchos aficionados”, dice Hazard. Seguramente no vaya a su querido restaurante Al Ritrovo, donde acudía después de los entrenamientos. Tampoco regresará a Bélgica a casa de sus padres para dormir el fin de semana. Ni siquiera estará Pascal Plovie en las gradas para ver a ese crío flaco y que leía más rápido que nadie los partidos. Pero sí que jugará a fútbol y lo hará en su casa.
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