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Joan Creus deja la dirección deportiva de un Barça en plena crisis

El club se da un compás de espera ante de anunciar el probable relevo de Xavi Pascual como entrenador

Robert Álvarez
Xavi Pascual, en la final entre el Barça y el Madrid.
Xavi Pascual, en la final entre el Barça y el Madrid.Juan Carlos Hidalgo (EFE)

Joan Creus no seguirá como director deportivo del Barcelona tras haberse consumado la segunda temporada sin títulos del equipo azulgrana. Creus relevó en el cargo a Zoran Savic en el verano de 2008. Su trayectoria en el club azulgrana ha transcurrido siempre junto a Xavi Pascual como entrenador del primer equipo.

“Es el momento de dejarlo”, argumentó Creus en Barça TV. “Y eso es independiente de haber perdido la Liga. Yo ya había decidido en mayo. Pero, además, si no consigues los objetivos marcados por el club, debes dar paso a otros proyectos y a otras ideas. Es agradecido trabajar aquí, pero se acaba una etapa, y lo tengo claro”.

Creus, que tras la llegada al organigrama de Rodrigo De La Fuente en octubre, pasó a ostentar el cargo de manager, está ya al margen de la toma de decisiones. La más candente es la que afecta a la continuidad de Xavi Pascual, que tiene un año más de contrato, pero que probablemente no siga en el cargo. “Si el club busca un sustituto para mí, será él quien tome las decisiones”, dijo Creus.

Joan Creus.
Joan Creus.VICENS GIMÉNEZ

El manager de la sección de baloncesto considera que la pasada temporada se introdujeron muchos cambios en la plantilla y que ahora no son necesarios demasiados retoques. “Cambiando pocas cosas, este equipo está en el buen camino”, aseguró. Explicó que, hasta ahora, existía una norma escrita según la cual uno de los objetivos es ganar uno de los tres grandes títulos de cada temporada (Copa, Liga o Euroliga). “Ahora en el plan estratégico del club está escrito ganar uno de esos tres títulos. Y no hemos logrado el objetivo”.

El equipo azulgrana no ganó nada en la temporada 2014-2015 y en la que acaba de concluir no ha conseguido estabilizarse ni ganar una fiabilidad suprema, a pesar de que victorias de muchísimo mérito contra el Madrid, el Olympiacos, el CSKA o el Baskonia, y de haber concluido la fase regular de la Liga en la primera posición. Pese a ello siempre dejó ver costuras, sembró sospechas sobre su empaque. Las lesiones, especialmente las de Lawal, Dorsey, Ribas y Abrines, han pesado. Pero se suponía que una plantilla con 14 jugadores y un club con el potencial para fichar en casos de emergencia –como así fue cuando contrató a Dorsey para suplir a Lawal- debía estar preparado para ese tipo de contingencias.

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Aumentó la discontinuidad en su juego en paralelo a una serie de cuestiones capitales: la gestión de los minutos y el papel de Navarro, un líder que acaba de cumplir 36 años, y la de su hipotético sucesor Abrines, la pérdida de confianza en una pieza que debía ser importante como Arroyo, las limitaciones evidentes de Samuels y Lawal, la tibieza en las apuestas por Vezenkov y Eriksson, sin dejar de lado la discontinuidad en el rendimiento de jugadores fundamentales en el equipo como Satoransky, Doellman y Tomic.

Los tropiezos se sucedieron. El de la Copa del Rey, ante el Bilbao, encendió las alarmas. La reacción de Pascual, entonces, transparentó que no se sentía arropado. La desesperación le llevó a proclamarse en público el mártir de la situación. “Lo hice todo mal”, afirmó. “Todo el mundo sabe, todo el mundo ha dado en la clave de la realidad. El partido lo perdí yo. Sabemos que perder la Copa hace mucho daño. Llevábamos 20 finales ACB seguidas. Pero no sé si a la 21, por una a la que no se llega, toca ‘matar’ al entrenador o no”.

La temporada continuó con un segundo revés trascendente en la Euroliga. El Barcelona afrontó los cuartos de final con fundadas esperanzas. Su potencial parecía superior al del Lokomotiv Kuban, por más que le equipo ruso tuviera el factor cancha a su favor. La sensación se acrecentó cuando el Barça fue capaz de ganar un partido en Rusia. Pero su derrota en el cuarto, en el Palau y tras una prórroga, le condenó sin remisión. Y así hasta una final de Liga en la que recibió más de 90 puntos en cada uno de los cuatro partidos.

Tras la derrota del miércoles, Pascual asumió su responsabilidad e insinuó su sospecha de que su suerte como entrenador del Barcelona está echada: “El balance no es satisfactorio. Estamos para ganar títulos. Pero para ello se necesita una combinación de cosas y todos deben trabajar y hacerlo muy bien. El entrenador es la cabeza visible y entiendo cómo funciona este mundo. Estamos en primera línea, pero nos hemos encontrado con un Madrid muy fuerte”.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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