Albania: el milagro de los retornados
El mayor éxito de la historia del deporte albanés se ha gestado con un grupo de hijos de albano-kosovares huidos de la guerra
"La historia ha estado constantemente en contra de nuestra gente, siempre hemos tenido que estar separados. Por primera vez, hemos realizado el sueño de todos los albaneses", dice Lorik Cana en el documental Batalla en los Balcanes, una producción albanesa que narra el camino de la selección en la fase de clasificación para la Eurocopa, con especial énfasis en el partido contra Serbia, en el que una bandera de la Gran Albania, colgada de un dron, sobrevoló el Estadio Partizan de Belgrado. Cana, que fue expulsado en el primer partido ante Suiza, es el capitán, el corazón del equipo, el jugador con más internacionalidades de la historia de Albania (88) y el pionero de un movimiento que ha transformado el deporte de un país que existe atravesado por un sentimiento nacionalista que vertebra la vida.
Lorik Cana (1983, Pristina, Kosovo), hijo de un futbolista y entrenador albano-kosovar, huyó de la guerra junto a su familia y se educó en Suiza, comenzó su carrera en la cantera del Dardania Lausanne, un equipo que entrenaba su padre, y con 17 años fichó por el París Saint-Germain. Con 20 ya había debutado en Ligue1 y había tomado una decisión importante: sería internacional con Albania.
Nueve años después, en 2012, el italiano Gianni De Biasi se hizo cargo del banquillo de Albania, una selección que vagaba alrededor del puesto 75 del ránking FIFA y en la que todos los internacionales habían sido criados, en plena guerra, en Albania, o en Kosovo, el territorio con más representación de etnia albanesa fuera de las fronteras del país (los organismos oficiales estiman que en territorio kosovar había, en 2011, más de 1.600.000 albaneses sobre una población total de menos de dos millones). Todos se habían criado rodeados por la guerra menos Lorik Cana, el hombre que abrió la puerta al mayor éxito de la historia del deporte albanés: participar por primera vez en una Eurocopa de fútbol.
A partir del ejemplo de Cana, De Biasi encontró una mina que empezó a explotar: aprovechar el talento albanés huido del país por la Guerra de los Balcanes: "Íbamos país por país y buscábamos las terminaciones albanesas de los apellidos, si algún jugador nos resultaba idóneo, viajábamos para hablar con él. Eso fue lo más duro, llegamos a hacer 70 viajes. Les decía que si les apetecía hacer algo para su país, juntos podíamos hacer grandes cosas, más grandes de las que podía llegar a imaginarse y más grandes de lo que había hecho Albania en su historia", contó el entrenador italiano en una entrevista con EL PAÍS.
Selecciones poco nacionales
El proceso de renacionalización de hijos de emigrados que ha llevado a cabo Albania desde 2012 no es un fenómeno habitual. Es más normal que los países receptores de refugiados o de inmigrantes aprovechen el talento venido de fuera para sus selecciones deportivas.
Suiza es el máximo exponente de esta práctica: 14 de los 23 jugadores que ha llevado a la Eurocopa han nacido fuera de Suiza o son hijos de extranjeros: Xhaka, Berhami, Dzemaili, Tarashaj, Mehmedi y Shaqiri tienen origen albanés (podrían haber jugado con la selección de De Biasi), Seferovic es descendiente de bosnios; Moubandje, Embolo, Zakaria, Fernandes y Djourou son hijos de padres africanos; Ricardo Rodríguez es hijo de padre español y madre chilena, y Derdiyok es de ascendencia turca.
En este sentido, aunque en menor medida, las selecciones de Francia y Bélgica, con 10 jugadores, Alemania con 9 y Austria con 8 son los países que más hijos de extranjeros tienen en sus equipos de la Eurocopa.
El único caso similar al de Albania que hay en el torneo es el de Turquía, que ha recuperado para su selección a ocho hijos de emigrantes salidos de territorio otomano. Seis de ellos nacieron en Alemania (Hakan Balta, Nuri Sahin, Hakan Çalhanoglu, Cenk Tosun, Olcay Sahan y Yunus Malli), uno en Países Bajos, Oguzhan Özyakup, y el joven de 18 años Emre Mor, nacido en Noruega, que antes de la Eurocopa ha firmado como nuevo jugador del Borussia Dortmund para la próxima temporada.
Desde que De Biasi llegó a Albania hace cinco años, el perfil del internacional albanés ha cambiado sustancialmente. De los 34 jugadores que han defendido la camiseta roja y negra desde 2012, casi la mitad (15) han nacido o se han criado fuera de territorio albano-kosovar, en otros lugares de Europa, sobre todo en Suiza. En los cinco años anteriores a la llegada del entrenador italiano, de 2007 a 2012, los 44 internacionales albaneses de esos años, salvo Lorik Cana, nacieron y se criaron en Albania o Kosovo.
Mayoría de 'suizos'
La columna vertebral de la mejor selección de la historia de Albania está formada por jugadores retornados, en cierta manera, al país que abandonaron sus padres forzados por la guerra. 12 de los 23 convocados para la Eurocopa han crecido desde pequeños fuera de territorio albano-kosovar: además de Lorik Cana, Ermir Lenjani y Burim Kukeli también nacieron en Kosovo y se criaron en Suiza. En el país helvético ya nacieron, todos hijos de refugiados albano-kosovares, Freddie Veseli, Migjen Basha, Shkëlzen Gashi, Taulant Xhaka, Arlind Ajeti y Amir Abrashi. Además, Mërgim Mavraj nació en la ciudad alemana de Hanau (entonces Alemania Occidental) y Naser Aliji en Kumanovo, la segunda ciudad más grande de Macedonia, donde se concentra una gran colonia de albaneses (casi 20.000, un 25% de la población de la localidad). En 2015, la ciudad del norte de Macedonia registró una serie de enfrentamientos armados entre la policía local y miembros del Ejército de Liberación de Kosovo que se atrincheraron y tomaron el control del centro de la ciudad durante 48 horas. Murieron 22 personas (ocho de ellas policías).
Jugar una Eurocopa es la culminación de un sueño para el pueblo albanés y, aunque en los dos primeros partidos no ha conseguido puntuar, ni siquiera marcar un gol, Albania ha tenido posibilidades reales de puntuar ante los dos equipos más fuertes del grupo: Suiza y Francia. Albania afronta este domingo el partido clave del torneo, ante Rumanía, para intentar estar en octavos. Una derrota o un empate les elimina automáticamente de la Eurocopa, pero una victoria les dejaría terceros de grupo, con tres puntos, un puesto y una puntuación que permite soñar con el pase a octavos, a la espera de que les sea favorable la diferencia de goles con la que terminen la primera fase otros terceros de grupo.
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