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Roy Keane dice lo que quiere

El segundo entrenador de Irlanda continúa con el discurso ácido y directo que empleaba como jugador

Jordi Quixano
Roy Keane, en la conferencia de prensa en Versalles.
Roy Keane, en la conferencia de prensa en Versalles.MIGUEL MEDINA (AFP)

Los robustos y atildados edificios que flanquean las avenidas de Versalles y su Palacio –donde se firmó el tratado de paz tras la Primera Guerra Mundial- denotan la vida que hubo en su día en el improvisado reino de Francia, lugar que de forma extraoficial y bajo un mandato que después se tildaría como monarquía absoluta escogió Luis XIV, el Rey Sol. Han pasado los siglos, pero la belleza de Versalles sigue intacta, con jardines imperiales, prados escondidos y casas señoriales. Al fondo del todo se encuentra el Hotel Pavillon di Trianon, donde reposa la selección irlandesa bajo unas medidas extremas de seguridad. Aunque allá en lo alto de la colina, tras cubrir una carretera sinuosa rodeada de moreras, se encuentra el campo de entrenamiento donde los jugadores irlandeses ya calientan. Pista de atletismo alrededor del césped, una grada de hormigón y periodistas desperdigados por la banda. “Es un sitio fantástico. El personal, la comida, las instalaciones… Estamos encantados”, resuelve Roy Keane, el segundo entrenador. En caso contrario, lo hubiera dicho.

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Los valores de Keane (Mayfield; 45 años) son los de un hombre forjado en un barrio obrero de Cork, rudo y hasta agresivo con el rival -“me he peleado con tanta gente que no sé a quién darle la mano antes de cada partido”, soltó en una ocasión-, pero celoso guardián de los suyos. Así era como futbolista y así se explicó en su adiós al Manchester United. Primero se peleó con Ferguson porque tras un duelo de 2005 fue de lo más ácido con sus compañeros en una entrevista televisiva. “Lo más duro del cuerpo de Roy Keane es su lengua”, resolvió el entrenador, que decidió echarle. Pero cuando se marchó, como capitán que era, regaló a todos los jugadores del primer equipo y del filial un reloj Omega. “Roy era un capitán en toda la extensión de su palabra. Imponía mucho respeto”, cuenta Gerard Piqué, que compartió camerino del United con el que fuera mediocentro.

Pero también imponía su voluntad. Así quedó claro con la selección irlandesa. Fue en Saipan en 2002, en el Mundial de Corea. Resulta que el equipo tardó unas 20 horas en despegar al tiempo que los miembros de la federación iban en un vuelo privado, las instalaciones eran raquíticas y el campo de entrenamiento un patatal. Decidió irse pero le convencieron para lo contrario. Hasta que habló de nuevo con la prensa y expresó su verdad. Tras las quejas, McCarthy y él se encararon –“métete la Copa del Mundo por el culo”, llegó a decirle-, y regresó a su país, del que ahora es el segundo entrenador. Pero tampoco se calla.

“Creo que usted ha estado bebiendo”, le respondió a un periodista que le sugirió que su equipo era favorito ante Bélgica

Lo demostró tras el último amistoso antes de la Eurocopa frente a Bielorrusia, cuando perdieron (1-2). “Creo que McGeady puede hacerlo mucho mejor, pero tal vez esa es la historia de su carrera”, dijo Keane. “Nadie debe sorprenderse porque siempre ha dicho lo que piensa”, resuelve Niall Quinn, excompañero de Roy en la selección; “y si lo ha dicho es porque busca la reacción de sus jugadores”. Tomó la palabra el seleccionador Martin O’Neill: “Puede que hayan sido palabras un poco fuertes, pero ya está todo arreglado”. O casi porque Keane sigue a lo suyo.

“Lo que está escrito en mi contrato no es de tu incumbencia”, le replicó esta semana a un periodista que le preguntó sobre si tenía una cláusula de salida en el caso de que le ofrecieran llevar a un club. “Creo que usted ha estado bebiendo”, le respondió a otro que le sugirió que su equipo era favorito ante Bélgica (hoy a las 15.00 horas). Aunque sobre su rival ya había dicho la suya en febrero, en el canal de televisión ITV. “Si yo fuera el compañero de Hazard le patearía por todo el campo. Es un niño mimado y no se puede estar hablando todo el día de que se quiere ir del club”, dijo Keane. Son sus valores. Esos que dicen que esconde los guantes y los gorros a los jugadores cuando hace frío porque van a hacer deporte; esos que tras romperle la rodilla a Haland –y dejarle sin carrera- explicaron: “El que la hace la paga. Me lesionó antes y se la devolví. Hay cosas de las que me arrepiento, pero esa no es una de ellas”. Eso escribió en su autobiografía, una obra incompleta porque a Keane le queda cuerda para rato.

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