El tenis está en la cabeza
Jugadores y entrenadores opinan sobre el factor psicológico. "Me había perdido y necesitaba retomar el rumbo", dice Carla Suárez; "es tan importante como un técnico o un nutricionista", defiende Feliciano
Lo explica Feliciano López, que a sus 34 años, 19 de ellos como profesional, sabe un poco de esto de la raqueta. “Está casi todo aquí dentro”, dice el toledano mientras se lleva el índice izquierdo a la sien, describiendo la importancia de la cabeza, o mejor dicho, de todo lo que fluye en su interior cuando el tenista afronta un instante decisivo, en el que cualquier matiz puede hacer que la bola aterrice dentro o fuera de la línea. “Al final, trabajar con un psicólogo es tan importante como hacerlo con un entrenador, que te enseña a pegar el drive; el tenis, al final, son golpes y físico, pero sobre todo es cabeza. Hay que cubrir todos los elementos de la mejor forma posible, no solo lo técnico”.
Bien lo sabe Carla Suárez, asesorada desde hace ocho meses por una profesional. La canaria, 27 años, lleva toda la vida en la pista, pero aun así todavía sufre momentos de vértigo y dudas, inherentes al oficio del jugador. “La llamé porque venía de una racha en la que había perdido siete u ocho partidos seguidos. Tenía mucha ansiedad por querer ganar y no estaba enfocando de la manera correcta mis pensamientos ni mi mentalidad”, cuenta; “lo había intentado antes, pero no había encontrado a la persona adecuada; ella me ha ayudado bastante con cuatro o cinco cosas que me ha dicho, porque estaba pasando por un mal momento. Tengo su confianza y me viene muy bien, porque me da tranquilidad”, añade.
Así lo considera también su preparador, Xavi Budó, apasionado del coaching y en profundizar en el comportamiento de los deportistas. “Hoy día, el tenis es un 80% cabeza”, defiende; “por supuesto que debes tener las cualidades para competir en el máximo nivel, pero en ese terreno la diferencia la marca la mente”. Él fue quien le hizo la propuesta a Suárez. “Es tan humilde, tan buena niña, que en un mundo tan individual como este debe elevar su nivel de autoestima. Yo intento aportarle todo lo que sé, pero necesitábamos un profesional porque a Carla le falta un punto de amor propio”, agrega el catalán.
Aunque el trasiego del circuito y los viajes le impidan tener mayor contacto directo, la española dialoga con su consejera a través de videoconferencia. “Creo que es una cosa positiva, o que por lo menos no resta. Me enfoca hacia pensamientos positivos, nada que no supiera, pero yo me había perdido un poco en esos meses. Se trataba de retomar el rumbo. Las palabras de Xavi y Marc [Casabó, su otro entrenador] no me estaban llegado y por eso recurrimos a ella”, detalla la tenista. “En el deporte actual tienes que tener un equipo multidisciplinar; igual que tienes un fisioterapeuta, un nutricionista o un técnico, necesitas alguien que te asesore mentalmente. Este deporte es un juego mental y ella es tremendamente noble. Queremos una demostración externa de que cree mucho más en ella”, interviene Budó.
La variante: el técnico como asesor
La figura del psicólogo no es nueva en el tenis, pero en los últimos años ha ganado peso. Muchos jugadores se encomiendan a ella, pero hay otros que atribuyen esa labor al técnico. Por ejemplo, Garbiñe Muguruza, tutelada por Sam Sumyk, o Rafael Nadal, repuesto tras una dura fase de ansiedad y falta de confianza. “Son personas que ayudan, por supuesto, pero al fin y al cabo todo parte de uno mismo. Tú puedes recibir una ayuda externa, y eso siempre es bueno, totalmente lícito, pero el que tiene que sacar la historia adelante eres tú. Todo, al final, depende de uno mismo”, opina Toni Nadal, cuyo planteamiento comparte su sobrino.
“Nunca he trabajado con uno, pero creo que puede ayudar, claro que sí. Estoy de acuerdo en que los jugadores lo utilicen”, señala mientras David Ferrer. “Primero tienes que creer que te puede ayudar, eso es lo más importante”, subraya Feliciano. “La persona que me ayuda a mí es una persona [Pablo del Río] de total confianza. Es psicólogo deportivo y trabaja con un montón de atletas desde hace 30 años, en el CAR de Madrid. Le conozco desde que soy un niño. A mí me gustan los psicólogos prácticos, porque yo no hago trabajos muy específicos. Cada jugador es distinto”.
Un ejemplo, el búlgaro Grigor Dimitrov, al que se le llegó a denominar Baby Federer, por la similitud estética con Roger, pero que se ha quedado infinitamente lejos de esas expectativas que generó hace unos años y que cae en los torneos a menudo en las primeras rondas. ¿Y tú, contratarías a un psicólogo? “No sé, creo que aún no… No sé nada de psicología deportiva o cosas así, pero si alguien de mi equipo me dijera que lo debería intentar, siempre estoy dispuesto a probar cosas”.
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