El campeón, el Rayo y la ponzoña
El Barça saca lustre a su merecido título, Tebas abre el grifo de la porquería y Marcelino vive feliz con el Sporting en Primera
Lo dijo Piqué, desde la reflexión y el sosiego, despojándose del disfraz de niño malcriado del que tanto solía abusar en el pasado: “Esta Liga la hemos tenido que ganar dos veces”. Dio en el clavo. Precisamente un cabezazo suyo, en el clásico del pasado 2 de abril, parecía dar por finiquitado el campeonato, pues dejaba al Madrid a 13 puntos. Pero el equipo de Zidane se levantó de la lona, aplastó al Barça durante media hora y se llevó la victoria del Camp Nou. “Esta derrota no nos duele”, declaró jactancioso Luis Enrique. Vaya si dolió. El Barça comenzó a vivir un mal sueño, se fue dejando puntos por las esquinas, cayó en la Champions y llegó al tramo final del torneo con el Atlético subido a su chepa y el Madrid a un punto. “Hace 25 años no hubiéramos ganado esta Liga”, afirmó Piqué tras el triunfo en Granada, poniendo en valor la capacidad actual de su equipo para curarse las heridas. Y el Barça, para curarse, se agarró a gente como él, que cambió su condición de humorista por la de líder. Y se agarró, sobre todo, a un depredador como Luis Suárez y a un genio como Messi. Y se curó. Encadenó cuatro triunfos consecutivos y salvajes, con 22 goles a favor y ninguno en contra, y zanjó el debate conquistando su sexto título de los últimos ocho disputados, un hito solo al alcance de un equipo de leyenda o, como es el caso, de un equipo en el que juegue Messi.
Acabada la Liga, llega el momento de los “y si...”. Ahí va uno: “¿Y si Zidane hubiera dirigido al Madrid desde el primer partido de Liga?”. Nunca se sabrá qué habría acontecido. Como nunca se sabrá en qué pesadilla imaginaron Florentino Pérez y sus exclusivos consejeros que Rafa Benítez podía ser un entrenador adecuado para el Real Madrid. Recordar todo lo que vivió el equipo en el primer tercio de la temporada mueve a la hilaridad, al sonrojo e incluso a la compasión. Se sostuvo más o menos en pie por mor de las magníficas relaciones de Keylor Navas con el santoral en pleno. Iba directo el club al patíbulo cuando Zidane, su sonrisa y sus pantalones tres tallas inferiores a la adecuada se hicieron presentes. El alborozo se apoderó de Chamartín, el equipo entró en velocidad de crucero y se ganó el derecho a soñar, ese derecho que desde los despachos se le había arrebatado al aficionado desde el mismo día en que fue despedido Ancelotti y contratado Benítez.
La Liga ha echado el telón pero nada ni nadie han evitado que la sombra de la sospecha se haya agigantado en las últimas jornadas. Fue Javier Tebas el primero en abrir el grifo de la porquería. El presidente de la Liga aseguró que se estaba investigando la derrota del Rayo en San Sebastián en la penúltima jornada, derrota que dejó a los vallecanos al borde de un descenso que ayer acabó de certificarse. Sorprendente resultó que profesionales que se están jugando su futuro, y su caché, se dejaran supuestamente ganar para engordar su cuenta corriente con las apuestas. Y sorprende más aún que esos supuestos corruptos, en versión Tebas, lloraran como lloraron sobre el césped de Vallecas. Nada demostró Tebas, como es obvio. Ni enseñó prueba alguna. Ni dio nombres, ni detalles de la investigación. Abrió el cajón de la mierda y se fue a dormir. La plantilla del Rayo, el segundo equipo con menos presupuesto de la categoría, y que se va a Segunda con un juego admirable y una defensa de terror, hizo pública su indignación por esas insinuaciones. Pero para ponzoña, la de Marcelino, técnico del Villarreal, que voceó aquí y allá su deseo de que el Sporting no se fuera a Segunda, asunto baladí si no fuera porque quien podía mandar al Sporting a Segunda era el Villarreal. A día de hoy, que se sepa, Marcelino no ha devuelto su carnet de entrenador ni Tebas ha abierto investigación alguna.
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