La llegada de la antorcha olímpica a Brasil se transforma en un acto político
Rousseff asegura que el país está preparado para Río 2016 a pesar del "momento crítico"
En la mayoría de los países por donde pasa, la antorcha olímpica suele ser el símbolo de la paz y de una supuesta unión de los pueblos. En Brasil, sin embargo, llega en circunstancias políticas sui generis ante la inminente destitución (impeachment) de la presidenta Dilma Rousseff (Partido de los Trabajadores), que se puede confirmar la próxima semana en el Senado. Este martes, el símbolo de los Juegos Olímpicos desembarcó en Brasília, la capital brasileña, alrededor de las 7.30 de la mañana (hora local) en manos de Carlos Arthur Nuzman, presidente del Comité Olímpico de Brasil. En un acto inusual en este tipo de evento, la organización la trasladó al palacio presidencial de Rousseff, que aprovecha los que pueden ser sus últimos momentos en el poder para manifestaciones políticas.
Rousseff fue comedida en la ceremonia, en la que participaban representantes de los Comités Olímpico y Paraolímpico Brasileño, delegaciones extranjeras y atletas. Admitió que el país vive un momento difícil. “Reconocemos la inestabilidad política. Pero Brasil será capaz de, incluso conviviendo con un periodo difícil, muy difícil, verdaderamente crítico, de de la historia de la democracia de nuestro país, sabrá convivir porque creamos todas las condiciones para eso, con la mejor recepción de todos los atletas y de todos los visitantes extranjeros”.
La antorcha entonces siguió por las calles de la capital, cargada por atletas y personas indicadas por el comité olímpico y patrocinadores. Por donde pasaba, habían carteles en diversos idiomas. Algunos pedían el impeachment de la presidenta. Otros, decían que no habrá golpe en el Brasil, y llamaban de conspirador al vicepresidente Michel Temer, que debe asumir el cargo de Rousseff cuando el Senado se decida por el impeachment. Un manifestante se vestia de “pixuleco”, que es una caricatura del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva vestido de presidiario. Ningun cartel hacía referencia a los juegos del Río 2016.
Unos 300 manifestantes contra y a favor de la destituición de la presidenta se ofendían, intercambiavan empujones y algunos entraron en enfrentamiento con la policía, que hacía la seguridad de la antorcha. En al menos dos momentos los policías necesitaron usar el spray de pimienta para dispersar algunos de los militantes que protestaban. “Estoy siguiendo la antorcha para denunciar el golpe de Estado que Brasil está sufriendo. El mundo necesita quedar atento para eso”, dije el estudiante de derecho Pedro Lopes, de 19 años, que empuñaba una franja diciendo Fuera Temer. A cerca de 20 pasos de distancia de él, un maratonista que se identificó como José Silva (el nombre más común entre hombres brasileños), de 45 años, vestía ropas con los colores de la bandera nacional, decía que golpe “era haber Dilma en la jefatura del Ejecutivo”. “Cansamos de ese Gobierno. Queremos aprovechar el pasaje de la antorcha para mostrar que nuestro país está quebrado. Menos mal que a presidente está yendo aunque”, afirmó.
La presidenta aprovechó para pedir que la población se contagiara por el espíritu olímpico y dije, así como hizo en el Mundial de 2014, que el Brasil acogerá los mejores Juegos de todos los tiempos “Dejemos que esa llama guie toda la humanidad, todos los países que vengan aquí al Brasil participar, otra vez, celebrar la paz entre las naciones. Vamos todos nosotros, juntos, tener el orgullo de estar ofreciendo la mejor Olimpíada del mundo, y seamos quién somos y mostrar al mundo nuestro valor dentro y fuera de la arena; dentro y fuera de todos los equipamientos donde la competición tendrá lugar”. Mientras ella discursava, la Comisión de Impeachment de Senado hacía su sexta reunión para discutir el proceso de impedimento presidencial. La expectativa es que hasta el día 11 Senado vote el probable alejamiento de la presidenta de su cargo.
En el Distrito Federal, la antorcha olímpica fue encendida por Rousseff y entregada para la bicampeã olímpica Fabiana Claudino, la capitana de la selección brasileña de vôlei. El símbolo recorre 118 kilómetros por la capital y, después, pasará por 327 ciudades, de las cinco regiones del país hasta el día 5 de agosto, cuando llega al estadio del Maracanã, en el Río de Janeiro, para encender la pira olímpica. En total, 12.000 personas conducirán la antorcha.
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