El primer viaje del Real Madrid a Manchester
Los ingleses no se inscribieron en la primera Copa de Europa, cuya final ganó el Madrid al Stade de Reims 3-4, en París. Prefirieron esperar. A la segunda, la 56-57, ya enviaron al Manchester United, su campeón de Liga. Un equipo joven, que apodaron los Busby Babes,los chicos de Busby, por Matt Busby, su manager escocés.
Llegó a semifinales tras deshacerse del Anderlecht, el Borussia de Dortmund y, ya en cuartos, del Athletic de Bilbao. (España tenía dos participantes, el Athletic, campeón de Liga, y el Madrid, campeón de Europa). Aquella eliminatoria fue de gran impacto. El Athletic, que acababa de eliminar al Honved de Puskas, Bozsik, Kocsis, Czibor y demás, ganó en San Mamés 5-3, con el campo nevado. Pero en la vuelta perdió 3-0 ante un Manchester perfecto.
La semifinal enfrentó al Madrid y al Manchester. Campeón de Europa contra campeón de Inglaterra. Toda Europa atenta. La ida, en el Bernabéu, la gana el Madrid 3-1. Los mismos dos goles de ventaja que el Athletic. Toca viajar a Manchester a hacerlos valer.
El partido de Old Trafford se fija para el jueves 25 de abril. El domingo anterior ha terminado la Liga, con el Madrid campeón. La última jornada recibe al Celta, ante el que se permite reservar a algunos titulares, aunque no así a Di Stéfano, que marca tres goles. Con ellos suma 31 y es Pichichi con once de ventaja sobre Murillo. No falló ni a un partido. Estaba en su zénit.
También el Manchester ha ganado su Liga.
Los ingleses no mandaron a nadie a la primera Copa de Europa. En la segunda aparecieron los 'Busby Babes'
El Madrid viaja el lunes, tras un madrugón. Incorpora al lateral Torres, cedido por el Zaragoza. Bernabéu era muy amigo del presidente del club, César Alierta (padre del actual mandamás de Telefónica), y obtuvo esa cesión. El titular, Atienza, estaba lesionado; el suplente, Becerril, convencía poco. En Inglaterra se criticó la maniobra. La prensa británica motejó a Torres de jugador-taxi.
El Madrid voló a Londres y de ahí fue en autocar a Manchester. La idea era presenciar el Manchester United-Burnley de la noche. Pero por retraso del vuelo, llegaron a la media hora de juego. Se provocó un revuelo terrible. En Inglaterra ya estaba extendido el fenómeno fan (de ahí tomamos la palabra, apócope de fanatics) y a los madridistas se los comieron en la grada pidiéndoles autógrafos, costumbre que aquí no existía aún. Sobre todo a Di Stéfano, que nunca fue un prodigio de paciencia para estos casos.
El espionaje resultó fallido, porque el United jugó con ocho suplentes. Al salir del campo, el autobús del Madrid se vio rodeado de una multitud, que les hacía gestos de cinco (goles) con la mano o de pulgares hacia abajo. Costó salir del tumulto.
La mañana siguiente, Bernabéu recibió en el hotel a un numeroso grupo de periodistas ingleses ante los que se quejó suavemente. Dijo que el Madrid había hecho ya varias salidas por Europa y nunca le había pasado eso. Estaba recibiendo explicaciones cuando de la calle llegó una noticia que lo empeoró todo. El hotel estaba en el centro de Manchester y a Di Stéfano se le había ocurrido salir a comprarse una gabardina. Se vio asaltado por solicitantes de autógrafos y fotógrafos de prensa. Acabó por tirar al suelo un lápiz y un papel, que resultaron ser de un chiquillo de trece años que se echó a llorar.
Varios testigos entraron al hotel a contarlo. Ahora fue Bernabéu el que tuvo que dar explicaciones, e incluso invitó al niño, de nombre John Donoue, al entrenamiento. Y así fue. El niño fue al entrenamiento de la tarde, Di Stéfano le pidió disculpas y hasta le firmó su autógrafo.
El miércoles se organizó en la cámara de comercio un coloquio sobre el fútbol y la Copa de Europa, precedido de la proyección del partido de ida. Volvieron las discusiones sobre si el gol del Manchester en Madrid había traspasado o no la raya antes de que lo atrapara Alonso. Cada cual lo vio a su manera. El Madrid ya no entrenó. Hubo salida a comprar cortes de traje (Rial se hizo nada menos que con siete) pero todos en grupo, y discretamente escoltados por agentes de Scotland Yard.
Ya en Manchester, Di Stéfano salió a comprarse una gabardina y el revuelo que se armó fue monumental
Y el jueves, el mismo día del partido, el alcalde de Manchester invitó a un almuerzo a la prensa inglesa y española, en busca de conciliación.
En Madrid se seguían esas vísperas al detalle. La mejor noticia es que hace “un sol cordobés”, según expresión del entrenador blanco, José Villalonga, cordobés él mismo. Nada de frío ni niebla. Eso debe favorecer el juego técnico del Madrid, frente al más enérgico de los ingleses. Faltos de televisión, el partido será radiado para España por Matías Prats. Marca inserta un gran anuncio sobre la transmisión, gentileza de González Byass, Lambretta, Otsein y Profidén, según se hace constar.
Por fin llega el partido. Las entradas de diez chelines se han pagado a cinco libras, veinte veces más. En Madrid, muchos hinchas se dan cita para escuchar el partido por radio en tiendas del ramo. En aquel tiempo, no todo el mundo podía permitirse una en casa. De hecho, esos partidos del Madrid por Europa fomentaron mucho su venta.
El Madrid sale con: Alonso; Torres (el jugador-taxi), Marquitos, Lesmes; Muñoz, Zárraga; Kopa, Mateos, Di Stéfano, Rial y Gento. Es su mejor ataque. Su atrevimiento se contrastará después con la cobardía de Daucik no mucho antes, cuando alteró la delantera del Athletic para sacar al defensa Etura de falso interior.
El Manchester sale con los mismos del Bernabéu, salvo Viollet, estupendo interior izquierdo al que sustituye un chico de diecisiete años llamado Bobby Charlton.
Los equipos saltan en un ambiente que Matías Prats describe como “infernal”. Con cada entrada se ha dado un megáfono de cartón, pero más que ellos suenan las carracas, desconocidas en España entonces, y que luego tuvieron un uso ocasional.
La primera carga del Manchester es tremenda, pero pronto Di Stéfano, que se echa atrás, coge el hilo. De él arrancan los dos goles del Madrid: en el minuto 25, obra de Kopa, y en el 33, cabezazo de Rial. O sea, 0-2, 1-5 en total. Di Stéfano ha callado las carracas.
Se reaniman cuando en el 52 Taylor marca en un barullo. Entonces cae sobre el área del Madrid todo el peso que un buen ataque inglés de aquellos años podía provocar. Allí se multiplican todos, pero sobre todo se agiganta Marquitos, emparejado con Taylor, el ídolo local. Con los años me contaría, con orgullo: “La prensa inglesa me proclamó el mejor central del mundo”. El 1-2 dura hasta el 85, cuando un cañonazo desde fuera del jovencísimo Charlton sacude la red y reaviva las carracas, pero ahí terminó todo. 2-2 y el Madrid sigue. Su primer tiempo queda enmarcado como algo imborrable.
“Fue la lucha del hacha contra la espada”, tituló el Daily Mirror.
Torres, el jugador taxi, regresó feliz. Jugó la final, que ganó el Madrid. Campeón de Europa en dos partidos. Y campeón inmediatamente de la Copa Latina, también con dos partidos. También jugó tres de Copa, donde el Madrid fue eliminado por el Barça. Luego no hubo acuerdo para su fichaje definitivo, y regresó al Zaragoza.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.