Piqué para todo
El central del Barcelona acude al rescate tanto de ariete como ante los medios de comunicación
Diez minutos después de que acabara el partido, Joan y Montserrat salían apresurados por la puerta 17 del Camp Nou con el semblante serio, perdiéndose entre la riada de aficionados insatisfechos por la mala dinámica del equipo. Su hijo, poco después, comparecía ante todos los medios de comunicación como única figura del Barça, por voluntad propia, además de Sergio Busquets, que atendió a las televisiones con derechos. “No hay que lamentarse. Si jugamos como contra el Valencia ganaremos los cinco partidos que nos quedan y seremos campeones”, soltó Gerard Piqué, un tanto bravucón.
Quien lo conoce y trata con él cada día, sabe que lo piensa de verdad, aunque también en ocasiones preferiría que fuera un poco más comedido o, al menos, que midiera sus palabras. “Pero él es muy consciente de todo lo que dice y de la repercusión que tendrá después”, señalan desde su entorno íntimo; “aunque escucha siempre los consejos, luego hace lo que quiere porque así debe ser. No puede ir en contra de sus convicciones”. Y lo que hace ya le va bien al Barcelona, tanto dentro como fuera del campo.
Un central que corta, juega y remata
Gerard Piqué es el octavo jugador que más pases buenos da en la Liga (1.573), el segundo central en la tabla solo por detrás de Mascherano (1.606), su compañero en la zaga. En lo más alto está Roberto Trashorras (2.044), seguido de Kroos (1.997). “Siempre me ha gustado provocar con el balón porque así se originan espacios en las siguientes líneas”, cuenta el azulgrana, que también está en las posiciones punteras en cuanto a cambios de orientación, ya que suma 112 en los 26 partidos de la Liga que ha disputado, por lo que sale a 4,3 por encuentro.
También destaca Piqué en la fase defensiva porque acumula 145 recuperaciones (5,6 por duelo), lo que le sitúa como el cuarto central que más en la Liga, a rebufo de Cabral (181), Sidney (161) e Iñigo Martínez (147). Y se subraya en la portería rival porque contabiliza cinco goles: uno en la Champions ante la Roma; dos en la Copa frente al Espanyol y el Valencia; y otros dos en la Liga contra el Sevilla y el Real Madrid.
Sobre el tapete, está cuajando una gran temporada como ocurrió en la anterior, cuando se impuso recuperar su mejor versión. Entre otras cosas porque disfruta de una profesión que de joven intuía que dejaría al cumplir los 30 (tiene 29). “Ahora, cuanto más tarde en retirarme, mejor”, resuelve. “Está en un momento personal muy bueno, gozando de ser padre, y ha alcanzado la madurez deportiva”, indican sus allegados. También se cuida más que nunca y eso se vio en la derrota frente al Valencia, cuando subió sin parar en busca de un gol redentor que dejara a su equipo líder en solitario. “Físicamente acabamos mejor que el rival en todos los partidos. Estamos muy bien en ese aspecto”, conviene el 3.
Ocurre que Piqué su gen competitivo le lleva a tomar decisiones sobre el césped que Luis Enrique aprueba. “Nosotros solo sabemos ganar a través del orden”, señaló el técnico el domingo. Pero cuando los partidos se tuercen, el central busca el caos en el área rival como delantero. “Lo hago cuando quedan cinco minutos y el marcador está en contra”, cuenta el jugador; “pero no tenemos que llegar a esa situación”. Aunque sí se llegó a tal extremo ante el Madrid, ante el Atlético en la Champions y el domingo frente al Valencia, cuando dispuso de una ocasión de gol que falló. Un dolor que, añadido al mal momento del equipo, le impide hacer otras cosas alrededor del fútbol.
Así ocurrió ayer en su empresa de videojuegos Kerad Games, donde se canceló un evento preparado hace semanas, una entrevista que le quería hacer la empresa Twitch —plataforma que proyecta las mejores partidas de videojuegos, eSports, recientemente comprada por Amazon por un 970 millones de dólares (734 millones de euros)—. “No es el momento”, expuso Piqué; “hay que estar concentrado en lo que toca estar concentrado”. Y no se hizo.
Pero entrevistas con la camiseta del Barcelona sí que hace, ya sea en Periscope o en las zonas mixtas o las salas de prensa. Bien porque “no es una persona miedosa y no se va a callar”, como dicen sus amigos; bien porque tiene un discurso diferente del habitual. Algo que también se propuso desde que tiene uso de razón, toda vez que en una de las primeras entrevistas que le hicieron —allá en 2004, justo antes de la final europea sub-17 ante Francia— conjugó mal un verbo y se murió de vergüenza, tal y como constató su abuelo Amador Bernabéu, entonces jefe de la expedición española.
“Salgo porque me toca”
Por lo que a pie de césped atendió a los micros tras el clásico, habló durante la semana pasada y de nuevo salió a la palestra tras caer ante el Valencia. Un capitán sin brazalete que da la cara, al tiempo que se echan de menos las voces del tridente de delanteros, que no las de los otros capitanes: Iniesta, Busquets y Mascherano. “Salgo porque me toca. Me lo han dicho y no tengo ningún problema en hablar con victoria o con derrota”. Tampoco se calla en Twitter, donde se extendió su rifirrafe verbal con Arbeloa. La noche del domingo vaticinó que ganarían la Liga. “Es su carácter. Se rebela ante según que situaciones”, explican desde su entorno. Justo lo que necesita el Barça.
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