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Nadal, por los viejos tiempos

Tras exhibir su mejor versión, Nadal juega ante Monfils (14.30) su final número 100, la primera de un gran torneo desde hace un año. "Hoy día soy lo que soy y punto. No quiero hablar del pasado", asegura

Alejandro Ciriza
Nadal celebra su triunfo contra Murray.
Nadal celebra su triunfo contra Murray.Lionel Cironneau (AP)

En Montecarlo no comenzó todo, porque la primera semilla la puso antes, en un marco mucho más discreto (Sopot, 2004), pero el primer impulso que recibió la carrera de Rafael Nadal tuvo lugar en el Principado, en 2005, cuando elevó el primero de los 27 trofeos del Masters 1.000 que tiene en sus vitrinas. Aquel chico de 16 años que irrumpió como un relámpago en la élite es hoy día un hombre que, a punto de cumplir la treintena, ha sorteado todo tipo de vicisitudes y dirime desde hace tiempo un complejo proceso de autobúsqueda, cercano ahora a la culminación.

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Porque hoy (14.30, Canal+ Deportes2), frente al francés Gael Monfils (6-1 y 6-3 a Jo-Wilfred Tsonga), después de una tortuosa travesía por el desierto, el español tiene de nuevo a su alcance un gran título. Un premio con un valor incalculable para él, por el fondo y la forma, por lo que todo ello significa. En un mismo ramillete, Nadal aspira a la que sería su novena corona en Montecarlo y el 68º laurel de su carrera; también, a su 28º del Masters 1.000, lo que le equipararía de nuevo con el todopoderoso Novak Djokovic, que recientemente le arrebató el honor con dos triunfos consecutivos en Indian Wells y Miami.

Es, sin duda, una magnífica oportunidad para la reafirmación y el cierre de una herida. Porque sí, a lo largo del último año y medio llegaron algunos triunfos menores (Buenos Aires, Stuttgart, Hamburgo), pero no la opción tan jugosa de encumbrarse otra vez en una plaza mayor. Lo es Montecarlo, donde disputará su décima final, acompañada de una cifra aún más redonda: la número 100 de su carrera. “Soy lo que soy y punto. El Rafael Nadal de 2016 no es el mismo que el de 2008 o 2009. No quiero hablar del pasado, no quiero analizar si soy o no el de antes o no. Estoy en la final de Montecarlo y eso es una gran noticia”, expresó el balear tras reducir a Andy Murray (2-6, 6-2 y 6-2, en dos horas y 36 minutos).

Magnitud y épica

Y no fue una victoria más la de ayer. Fue, probablemente, su mejor actuación del último año. Remontó un pulso que se le había puesto muy cuesta arriba, frente al número dos del mundo, y con algunos trazos de su juego más genuino. Frente al escocés, Nadal envió señales de que deportivamente está vivo. Mejoró su derecha, sus deslizamientos y, por encima de todo, levantó ese valladar psicológico que al contrario se le hace infranqueable. Recuperó la magnitud, la épica, esos puntos inverosímiles que fueron siempre su seña de distinción, corriendo de un lado a otro y dibujando un tiro final definitivo.

Fue un brindis por los buenos viejos tiempos, al que pretende darle continuidad hoy ante Monfils; contra el acróbata francés, la estadística invita al optimismo: 11-2 (Doha 2012 y 2009, las únicas concesiones). No se veía Nadal en una final de tanta alcurnia desde hace un año, cuando se colapsó contra Murray en Madrid. La Caja Mágica fue también el escenario de su última entronización en un Masters 1.000; era mayo de 2014, a las puertas de su noveno Roland Garros. Desde entonces, toda una vida, la dictadura inexorable de Nole. “En 2015, mi problema no fue Djokovic, fui yo mismo y otros rivales” aclaró; “mi problema no ha sido Novak durante este tiempo. Él lo ha ganado todo y hay que felicitarle, pero yo he estado en otros temas. Ojalá mi problema hubiera sido Djokovic”, concluyó el de Manacor, de nuevo ante las mieles de una gran victoria.

A un punto del ascenso en la Copa Federación

Ante 2.200 espectadores, el equipo de la Copa Federación dio ayer un gran paso para regresar a la élite del tenis mundial. Garbiñe Muguruza y Carla Suárez resolvieron los dos primeros partidos del cruce entre España e Italia, celebrado en Lleida, ante Francesca Schiavone (7-6 y 6-0) y Roberta Vinci (6-1, 6-1) respectivamente.

De esta forma, con la serie 2-0, el equipo dirigido por Conchita Martínez tendrá hoy (a partir de las 12.00) dos oportunidades para sentenciar la eliminatoria contra las italianas —a las que nunca han conseguido vencer en casa— y sellar su regreso al Grupo Mundial.

Muguruza, número cuatro del mundo, sumó su quinta victoria en otras tantas presencias en el equipo y continúa invicta en la competición, lo que supone el mejor debut histórico de una española en la Fed Cup.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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