España está obligada a ganar por tres goles a Suecia para lograr el billete a los Juegos Olímpicos de Río
Tras el patinazo ante Eslovenia en el estreno y la goleada a Irán (37-23), España precisa este domingo (16.30, Teledeporte) un triunfo por más de tres goles en un ambiente hostil y contra un rival histórico
Tal y como suena la ecuación, un triunfo por más de tres goles, no resulta imposible pensar que la selección española de balonmano logre un billete para los Juegos Olímpicos de Río. Pero una cosa es el sonido, la impresión a primera vista, y otra muy distinta es el contexto o la circunstancia. Porque esta tarde (16.30, Teledeporte), a España le espera una encerrona de aúpa en el Malmoe Arena. Allí, un ogro hambriento; allí, un adversario histórico al que después de resolver los algoritmos a los que obligan este tipo de torneos habrá que batir por una diferencia mínima de tres goles. Hablando en plata: queda la proeza.
ESPAÑA, 37 - IRÁN, 23
España: Corrales (Pérez de Vargas); Maqueda (2), Tomás (3), Ugalde (9), Morros (1), Antonio García, G. Guardiola (1); Gurbindo, R. Entrerríos (3), Sarmiento (7), Cañellas (2 p), Baena (1), Rivera (4, 2p), A. Dujshebaev. Lanz.: 33/51. Pen.: 4/6.
Irán: Barasafari (Siavoshasha. y Barkhordari); Heidarpour (1), Masaeli (5, 2p), Pouya (6), Karaminan (3), Nadri, Sadeghi (3), Nosrati (4, 1p), Yousefinez, Shirani (1). Lanz.: 20/44. Pen: 3/3.
Marcador: 3-2, 7-4, 8-7, 11-9, 15-10, 18-12; 21-15, 24-16, 28-16, 30-18, 34-19, 37-23.
Árbitros: Aires y Pinto (BRA). Excluyeron a Heidarpour, Masaeli y Yousefinez por Irán.
3.000 espectadores en el Malmoe Arena.
Y no tanto por el presente actual de Suecia, a la que ya doblegó en el último Europeo y que en los últimos tiempos ha ido perdiendo jerarquía, como por el estado actual de una España que progresa a tirones y que en la actualidad no termina de reconocerse. Le ocurrió hace tres meses, en el torneo continental, donde rescató una plata de más oficio que otra cosa, y en este preolímpico en el que comenzó patinando de forma inesperada contra Eslovenia. Ahora, cosas de la vida, esta última tiene pie y tres cuartos en los Juegos —debe vencer en la jornada de cierre a la débil Irán— y es España la que necesita noquear a la anfitriona en su propia casa.
No termina de carburar el equipo de Manolo Cadenas, que ayer cumplió con el guion y goleó a los iraníes (37-23) de forma holgada, recuperando el contragolpe y una dosis de autoestima, pero que sigue transmitiendo en muchos momentos la sensación de jugar por mera inercia. La historia le brinda ahora, sin embargo, la oportunidad de lograr un billete a Río de Janeiro. Para ello tendrá que doblegar a Suecia, que venció por la mínima a Eslovenia (24-23), con un último gol de Kim Andersson jugando en inferioridad, y es el escollo a sortear.
Contra el linaje y la mística
No vive su mejor momento el combinado nórdico, que si de algo puede presumir es de linaje. Con cuatro oros mundiales y cuatro europeos, y otras cuatro platas olímpicas, el cuadro dirigido por Staffan Olsson se aferrará hoy al misticismo de su balonmano y a la atmósfera de un pabellón en el que estará arropado por casi 15.000 gargantas. No parece, por tanto, el escenario más amable para que esta España repunte, pero queda una última bala y a ella se agarran los Hispanos, que pese a todo si algo han demostrado es que no vuelven la cara ante las situaciones más hostiles.
“Lo primero era conseguir la victoria, pero además sentirse fuertes y seguros”, celebró Cadenas después de despachar a Irán, que logró sostenerse durante el primer cuarto de hora, en el que el marcador fue totalmente parejo. No estaba cómoda España, con los biorritmos bajos, sin desparpajo ni acierto en ese primer tramo inicial, pero espoleada después con la variante defensiva, pasando de una defensa 6-0 al 5-1, con Cristian Ugalde en el avanzado.
Se reedificó el muro defensivo y se activaron las piernas. Fue Ugalde, desde esa discreción y tan buen hacer que le caracteriza, quien más disfrutó a la carrera. Siete tantos autografió en el primer acto la liebre del Veszprém, nueve en total, para que el guion del partido recuperase la lógica y el marcador comenzase a crecer. Se unieron a la llamada Sarmiento, poderoso en la penetración y el lanzamiento desde el eje, y el joven Dujshebaev, llamado a ser protagonista a corto plazo. “Era un partido clave para recuperar la confianza tanto en ataque como en defensa, para recuperar sensaciones de cara a la final contra Suecia”, resumía Ugalde. Una final a cara o cruz, pero con un matiz imprescindible: tres goles marcan la distancia hasta Brasil.
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