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Las claves del Wolfsburgo-Real Madrid: el mejor rival en el mejor momento

Los blancos, lanzados por el clásico, se mide al primerizo club alemán, un equipo sin recorrido europeo

Foto: Zidane en el entrenamiento del Madrid en Alemania.Foto: atlas
José Sámano

No siempre le fue bien al Madrid por Alemania, territorio minado para los blancos en muchas ocasiones. Pero pocas veces el equipo madridista se ha medido a la Bundesliga en condiciones tan favorables como en esta eliminatoria de cuartos. Un rival, el Wolfsburgo, sin otro pedigrí que el sello de la Volkswagen. Al igual que su exclusivo mecenas automovilístico, el equipo no pasa su mejor momento, octavo en la Bundesliga y alejado de los puestos europeos. En realidad, la situación más lógica para un club con solo 71 años de historia, que milita en la élite desde el curso 97-98 y que solo ha brindado por una Bundesliga (2008-2009), una Copa (2014-2015) y una Supercopa alemana (2015).

Este miércoles es el día más grande en la vida de una entidad que nació como pasatiempo de los trabajadores de la matriz del gigante automovilístico alemán. Y no hay mejor recreo a la vista en el Volkswagen Arena —cómo no iba a llamarse así— que un cartel con el equipo de mayor gloria europea. Un novato frente a una institución totémica.

“Al Madrid le tenemos respeto, no miedo”, ha dicho Dieter Hecking, el técnico local. Alguno de sus chicos ha ido mucho más allá. “Tenemos un 2% de posibilidades de pasar la eliminatoria”, ha confesado estos días el brasileño Dante, un exjugador del Bayern Múnich convertido en uno de los pilares del equipo, alguien con horas de vuelo y que sabe de lo que habla. Otro brasileño llegado de Múnich, Luiz Gustavo, forma el espinazo del equipo junto al cotizado lateral izquierdo suizo Ricardo Rodríguez y los internacionales alemanes Draxler, su fichaje estrella de esta temporada y una de las promesas, y Schürrle, exfutbolista del Chelsea.

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50 goles menos

Con tres partidos menos de Liga que el Real Madrid, el gol delata al Wolfsburgo. Ha marcado 50 menos que los de Zinedine Zidane. Mucho ha influido la mala cabeza de sus dos arietes, el danés Bendter y el local Kruse, dos juerguistas. El primero, apartado por su entrenador, Hecking; el segundo, llevado al cuarto oscuro por el seleccionador alemán, Joachim Löw, tras un reciente desmadre nocturno. En esta ciudad de 120.000 habitantes que se sacó Hitler de la chistera en 1938 ni el maná del automóvil ni el club de fútbol están en su mejor momento. Para disgusto del español Francisco Javier García Sanz, presidente del Wolfsburgo, peso pesado en los despachos de la Volkswagen. En cuanto al fútbol, el fastidio de García Sanz solo se supone, porque este ejecutivo es madrileño, madridista y amigo personal de Florentino Pérez.

Ante este panorama, todas las circunstancias favorecen al Madrid, máxime tras el clásico del pasado sábado, un chorro de optimismo y entusiasmo de cara a la Liga de Campeones. “Ya dije antes del partido con el Barcelona que estábamos bien”, deslizó este martes Zidane en el Volkswagen Arena, donde lanzó una advertencia al hilo de la indiscutible superioridad del Madrid: “En el fútbol, si te relajas lo pagas y el Wolfsburgo es un buen equipo, con gente muy rápida en ataque, nos darán problemas”.

Esta vez, el Madrid tendrá que hacer de Barça y llevar la iniciativa del juego. Es una cuestión jerárquica. Al cuadro alemán no le queda otra que apretar las filas, fiarse al contragolpe y cruzar los dedos en las jugadas con la pelota detenida. Así lo resumía Klaus Allofs, exinternacional alemán y ahora director deportivo del Wolfsburgo. El menos primerizo de toda la casa, autor de un gol al Barça en la final de la Recopa de 1979 que los azulgrana ganaron al Fortuna de Düsseldorf y de un tanto en el Bernabéu en la final de la UEFA que los blancos levantaron ante el Colonia en 1986.

Zidane, que cuenta con todos en plenitud salvo Varane, no parece perfilar cambios respecto al duelo del Camp Nou. “Haré rotaciones en lo que queda de temporada, pero ahora solo pienso en el partido con el Wolfsburgo”, sostuvo el técnico francés. Tampoco fue muy concluyente respecto a Isco y James, a los que hizo referencia más ante un futuro inmediato que ante el choque en Alemania: “Conmigo van a ser importantes”. El entrenador tuvo palabras de elogio para Casemiro, el ancla del equipo en las últimas jornadas, y rebobinó a aquel encuentro en Dortmund, bajo la tutela de Carlo Ancelotti, que sirvió para graduar al brasileño, “para ver a un jugador con mucha personalidad”. Zidane añadió: “Es encantador, siempre pide ayuda para saber en qué puede mejorar”.

Zidane hizo bien en mostrarse cauto con los alemanes. Es su papel y, como conocedor de este juego, sabe que el fútbol tiene sus días de guiños imprevistos. Ni siquiera le vale recordar que él jamás perdió ante un adversario alemán como jugador madridista y asistente de Ancelotti, y tampoco como internacional galo. Pese a la lógica prudencia de toda la expedición blanca, el Madrid se mide al mejor rival en el mejor momento. Luego, el fútbol discurrirá.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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