Espanyol y Málaga juegan a no perder
Los goles de Diop y Cop animan un partido muy plano en La Rosaleda
Los goles de Diop y Cop, éste de penalti, dieron color a un partido muy gris, donde los locales se mostraron algo más ambiciosos. No hay nada peor para el fútbol que la falta de estímulos. Málaga y Espanyol se encuentran en la tabla en una posición relativamente cómoda, octavo y decimosegundo, sin la permanencia sellada, pero con el descenso más lejos que cerca. Tampoco Europa parece una posibilidad factible para el equipo andaluz. En La Rosaleda se jugó un encuentro sin urgencias, como si la premisa fuera evitar a toda costa la derrota.
No hay presente sin pasado, y el Espanyol sabe que su situación actual es mucho más cómoda que hace un mes y medio, cuando deambulaba por la Liga en las plazas que bordeaban el descenso. En Málaga volvió a utilizar la misma receta con la que ha afianzado su posición y le ha permitido perder solo un partido de los últimos siete: más pausa que vértigo y a verlas venir. Los de Galca empezaron en su campo, como si supieran que se está más cómodo en casa propia que en la ajena, e invitaron al Málaga a buscar resquicios en la puerta de entrada, escoltada por los guardianes Víctor Sánchez, Diop y Duarte.
Con los ojos puestos en su espalda, los de Galca abandonaron a Gerard Moreno a su suerte en ataque, a la espera de que entre Asensio y Abraham, por las bandas, pudieran sorprender el dispositivo defensivo del Málaga. Pero el equipo de Javi Gracia evidenció una tremenda solidez. Por alguna razón es el cuarto equipo menos goleado del campeonato. Los balones visitantes que volaban por La Rosaleda acababan rebotando de cabeza en cabeza, sin convertirse en una amenaza real para el portero Ochoa. Entre todas las virtudes de Gerard Moreno, el juego aéreo no aparece en ellas. Su actuación mejoró cuando el balón volvió al pasto.
Entre la espera del Espanyol y la incapacidad del Málaga, Pape Diop se plantó al corazón del área y se alzó majestuoso por encima de Recio a la salida de un córner ejecutado por Asensio. El senegalés remató duro, abajo, imposible para el portero del Málaga. El balón se coló por su costado derecho. El centrocampista llevaba casi dos años sin marcar, y en las dos últimas jornadas va a gol por partido.
El tanto despertó al Málaga, que se asoció con más continuidad a partir de Recio, Camacho y Cop. En los metros finales, sin embargo, aparecía siempre una pierna blanquiazul, ahora Roco, después Álvaro, para impedir el remate final. El Espanyol no sufrió para bloquear al Málaga, sino que intentó atacar al espacio a través de Asensio y Abraham, pero su juego fue demasiado intermitente y aislado. También Duarte se atrevió a pisar tierras lejanas y finalizó sin puntería una buena combinación de Diop y Javi López por la derecha.
A falta de remate, el Málaga se encontró, a dos minutos del descanso, con una jugada que parecía inocua, pero que desembocó en un penalti. Juanpi recibió un balón de espaldas a la portería. Cayó al notar la pierna de Víctor Sánchez, que fijaba su posición con el cuerpo. El árbitro decretó la pena máxima entre las protestas de los jugadores de Galca. El croata Cop ejecutó el castigo y envió el balón a la escuadra de Pau López.
El escenario no varió un ápice durante el segundo tiempo. El Málaga siguió percutiendo con timidez y el Espanyol pareció aceptar las tablas. Ambos técnicos buscaron soluciones en el banquillo. La entrada de Caicedo y Hernán Pérez, en lugar de Moreno y Asensio, alegró tímidamente el ataque blanquiazul, aunque el núcleo del equipo siguió fijo en su campo. Atsu reactivó a los malacitanos. Si alguien buscó el gol fue el conjunto de Javi Gracia, pero careció de profundidad. Pau encontró trabajo con dos disparos de Recio y el propio Atsu; y Charles, a escasos minutos para el final, estuvo a punto de cantar victoria, con un disparo a quemarropa.
Weligton clavó los tacos a Duarte al despejar el balón y el partido, ya finalizado, acabó con gresca y empujones. La escena fue quizás más llamativa que todo lo que ocurrió sobre el césped. Pero con la derrota lejos de La Rosaleda, todos se sintieron vencedores.
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