Y el Madrid qué, otra vez campeón de Europa, ¿no?
Fue sacar Zambrotta, defensa que fue de la Juve y el Barça entre otros, la bola del Wolfsburgo alemán, y el madridismo en pleno cruzó los dedos. Era uno de los dos rivales deseados, junto al Benfica, pues solo ellos, pensaba el aficionado, pueden allanar el camino al equipo blanco en busca del único título al que aspira, la Champions. Fue sacar Zambrotta a continuación la bola del Madrid y sus seguidores, los del Madrid, no los de Zambrotta, entraron en un estado de algarabía cercano al éxtasis, solo comparable al que sintieron cuando se supo que el club era el primero en la lista Forbes de ganancias. Porque a veces el hincha, ansioso por naturaleza, pierde la perspectiva de lo verdaderamente importante. Pero siempre hay una voz para enseñar al que no sabe. Por ejemplo, la del vicepresidente Eduardo Fernández de Blas: “El club más valioso, el mejor gestionado, el que tiene mayores ingresos es el Real Madrid. Y diréis: ‘Aquí lo importante es el tema deportivo’. Posiblemente sí, pero creo que no es lo más importante”.
Cuando Zambrotta sacó la bola del Madrid la euforia se adueñó del menos apasionado de los hinchas
Es Fernández de Blas uno de esos miembros de la pléyade de señores encorbatados (directivos los llaman) que suben el estrado a acompañar al presidente, Florentino Pérez, en la presentación del fichaje de turno nacido para jugar en el Real Madrid, en una visita a la excelentísima alcaldesa doña Manuela Carmena o en un homenaje a Plácido Domingo con presencia del siempre presente Bertín Osborne.
Pero ocurre que al aficionado de a pie, y al de no a pie, le importa una higa la lista Forbes. Y cree que lo único trascendente es lo deportivo. Por eso, cuando Zambrotta sacó la bola del Madrid la euforia se adueñó del menos eufórico de los hinchas. Hasta tal punto se disparó la esperanza que muchos recordaron que el Madrid acostumbra a triunfar en Europa en años de penuria en la Liga, como es el actual, una conclusión cierta solo a medias. Fue así con motivo de la Séptima, en la temporada 1997-98, cuando a estas alturas el Barça le sacaba 10 puntos, exactamente igual que ahora. Pero en el éxito más reciente, el de Ancelotti al mando, el equipo viajaba solo tres puntos por debajo del líder, y futuro campeón, el Atlético. Pero dado que la memoria busca semejanzas incluso en espejos de feria, hay quien recuerda que tres de los últimos cuatro títulos del Madrid llegaron con rivales alemanes en los cuartos de final (Leverkusen, Bayern y Dortmund).
Así que el madridismo festeja, amén del liderato en la lista Forbes, la inminente clasificación para las semifinales, qué digo para las semifinales, para la final de la Champions, que así lo creen quienes han hecho causa común para despotricar por el resultado del famoso sorteo, sí, ese sorteo en el que Zambrotta palpó las bolas con decoro pero sin acierto. Que sospeche cierta prensa deportiva local queda incluso simpático, que ya vendrán otros a recordar que el Barça lleva 16 penaltis a favor en la Liga, lo normal en un equipo que bate récord tras récord y los que vendrán. Pero que lo haga un exdirectivo y excandidato a la presidencia del Barça empuja al sonrojo: “Al Madrid no le ha tocado el Charleroi porque no estaba en el bombo”, ha dicho en pleno desvarío mental Toni Freixa. Lástima que se le haya olvidado recordar que en ningún sorteo del último siglo, el siglo de las luces azulgranas, estaba el Charleroi, pero sí el Panathinaikos, el Benfica, el Schalke o el Shakthar, rivales todos ellos que fueron alguna vez del Barça en cuartos de final. Además, si el perspicaz Freixa cree que ha habido amaño siempre podrá acudir a los juzgados donde, además de cruzarse con una legión de directivos del Barça que allí acuden a menudo, podrá denunciar a Zambrotta, ese chico al que antes de meter la mano en el bombo le dijo no se sabe quién qué bolas estaban calientes, cuáles frías, cuáles arrugadas y cuáles tenían pelo. Y hay una que lleva un penalti dentro, le añadieron.
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