La maldición derrota de nuevo a Asafa Powell
Después de una espectacular semifinal (6,44s), el jamaicano cae derrotado por Bromell en la final de los 60m
El abrazo y los achuchones a que se entregó en el centro de la pista el matrimonio Ashton Eaton, que esperaba a que terminara la altura de su heptatlón, y Brianne Theisen, quien tras un 800m en 2m 9s acababa de ganar el pentatlón, parecía de buen augurio para Asafa Powell. La campeona canadiense, tres veces en el medallero en su carrera en las pruebas combinadas y nunca oro hasta la noche de Portland, era una muestra de que en el atletismo, a diferencia de la vida, no hay maldiciones eternas. El jamaicano, el mejor velocista del mundo hasta la llegada de su compatriota Usain Bolt, varias veces recordman y medallista mundial al aire libre, pero nunca campeón en solitario, parecía haberlo entendido. “Estoy de nuevo aquí”, había dicho después de ganar su semifinal con unos magníficos 6,44s para un hombre tan grande, la quinta mejor marca de la historia.
Tres horas después debería tener derecho, como todos los justos, a su acto de redención, la victoria que debería justificar su decisión de emplearse a fondo en la temporada de pista cubierta después de largos años de pasar el invierno vegetando; el triunfo que haría olvidar el positivo que le tuvo seis meses sancionado en 2013. Tres horas después, si Powell, de 33 años ya, hubiera vuelto a pronunciar su “estoy de nuevo aquí”, el sentido habría sido del todo diferente pues su proclamación habría llegado después de volver a perder una final individual, como es su costumbre en los Mundiales y Juegos Olímpicos, después de quedar segundo detrás de Trayvon Bromell, el estadounidense de 20 años que ya fue bronce en la final de los 100m del Mundial de Pekín, el futuro que llega a toda velocidad yque quiere tener la salida de Powell, la potencia de Gatlin y Gay y la cabeza de Bolt. Powell, extraña y sintomáticamente, salió mal y si no tuvo espacio para remontar a Bromell (6,47s, la mejor marca de su vida), casi lo tiene para que le adelantara el sorprendente barbadiano Ramon Gittens, bronce en 6,51s, a una centésima del frustrado jamaicano que nunca será Usain ni campeón del mundo, que siempre será Asafa.
Justo después del amoroso abrazo matrimonial y antes de la triste derrota jamaicana, el mejor momento atlético de la noche tomó por unos minutos el foso de longitud de la brillante pista verde de la capital de Oregón. En el primer intento, la serbia Ivana Spanovic trazó firme una raya en 7m clavados que la veterana estadounidense Britney Reese solo puso rozar (6,97m). Después del valle habitual en la longitud, llegó el pico de los dos últimos saltos, trepidante. Reese, ya tres veces campeona mundial al aire libre y una vez bajo techo, igualó con su quinto intento los 7m de la serbia, quien respondió solo un minuto después recuperando su tesoro con 7,07m. Como las verdaderas campeonas, dando lo mejor, respondió Reese, quien en el último salto voló hasta 7,22m, muy cerca de su mejor marca de siempre (7,24m), una distancia inalcanzable finalmente para Spanovic.
Invisibilidad española
La participación española en la jornada del viernes fue justamente participativa. Solo el velocista Bruno Hortelano, un atleta de 200m que se esforzó al máximo en los 60m, pasó en su serie y lo hizo logrando su mejor marca de siempre (6,63s). El resto dio la razón a los que, cansados ya y pensando en el aire libre, renunciaron al pesado viaje a Portland casi a finales de marzo. El campeón de España, Manolo Olmedo, quien en febrero iba a comerse el mundo y a primeros de marzo comenzó a dudar, en vísperas de la llegada de la primavera se llevó la mano al gemelo y se retiró en su semifinal de 1.500m. En su tercer heptatlón en dos meses, a Jorge Ureña le derrotó el cansancio: en todas las pruebas del heptatlón sacó sus peores marcas de la temporada (7,10s en los 60m, 7,15m en longitud, 12,24m en peso y 1,96m en altura). El líder y casi seguro campeón (si no falla en pértiga), Ashton Eaton, tan preocupado por su Brianne, tampoco está cerca de las marcas que le dieron el récord mundial (6.775 puntos) hace cuatro años en Estambul (6,81s en 60m, 8,08m en longitud, 14,16 en peso y 1,99m en altura).
En lanzamiento de peso ni Carlos Tobalina ni Borja Vivas llegaron a los 20m. Tampoco sus mejores marcas les habrían dejado cerca de las medallas. Ganó el coloso neozelandés Tom Walsh (21,78m).
Lo mejor de los españoles está por llegar. El sábado, el día en el que el mundo verá a Dafne Schippers y el duelo Bashim-Tamberi en altura, a las 19.37 (hora peninsular española), salta el triple Ana Peleteiro contra la espectacular venezolana Yulimar Rojas, y a las 13.00 lo hace Pablo Torrijos. Ruth Beitia espera al domingo, a las 21.00.
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