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Historias de cenicientas

El Leicester busca reeditar el camino de otros modestos que alcanzaron la gloria

Brian Clough, con los jugadores del Forest, en 1975.
Brian Clough, con los jugadores del Forest, en 1975.MICHAEL FRESCO (GETTY)

El Leicester puede dar este lunes un paso de gigante hacia el título de la Premier League si supera al Newcastle del debutante Rafael Benítez. Su carrera evoca la de otros campeones modestos e inesperados. En España el último fue el Deportivo en 2000, pero ya había apuntado hacia lo más alto. Más inopinada fue la campaña casi triunfante de la Real Sociedad dirigida por Raynald Denoueix en 2003. En ligas menores, el Boavista rompió en 2001 la tiranía de los grandes en Portugal; el Bursaspor turco se llevó en 2010 el título de Estambul tras un cuarto de siglo de dominio de Galatasaray, Fenerbahçe y Besiktas; en la historia del fútbol griego figura la hazaña del Larissa en 1988 para romper la dicotomía Atenas-Salónica y en 2009 y 2010 AZ Alkmaar y Twente, sorprendieron en Holanda. En las grandes ligas europeas también hubo modestos que culminaron la hazaña que ahora busca el Leicester. En común tienen el peso y personalidad de los técnicos que les guiaron al triunfo.

Nottingham Forest en 1978

En Inglaterra no cesan las comparaciones entre el Leicester actual y el Nottingham Forest de finales de los setenta. Por su modestia y porque ambos representan a la misma región, East Midlands. La última vez que se fue para allí el título fue en 1978 gracias a la batuta de Brian Clough, que tomó un equipo que estaba a punto de bajar a la tercera categoría del fútbol inglés, lo subió a Primera y de inmediato ganó la Liga con siete puntos de ventaja sobre el Liverpool, la Copa de la Liga y dos Copas de Europa. Pocos como Clough, polémico, pendenciero, arrogante. Genuino. Bajó el balón al piso en un entorno en el que era poco menos que contracultural y lo explicó: “No quiero la pelota en el aire. Si Dios hubiese querido que jugasemos al fútbol por el cielo, le habría puesto césped”.

Montpellier en 2012

En el verano de 2011 el poderío económico de Tamim bin Hamad Al-Thani llegó al París Saint-Germain para invertir 106 millones de euros. El Montpellier, que acababa de terminar el campeonato francés decimocuarto, tres puntos sobre el descenso, invirtió dos millones en reforzarse. Su presupuesto total era menor que lo que había pagado el PSG por Pastore. Nueve meses después levantó su primer y único título de Liga tras aventajar a los nuevos ricos parisinos en tres puntos. Hace dos meses con el equipo en descenso, hubo un intento del club para que Rene Girard, el héroe de aquella campaña, retomase el puesto. “No me siento capaz de volver a crear un equipo”, declinó. Ahora el PSG domina en Francia con brazo de hierro. Aquel Montpellier, un grupo en el que hoy apenas descolla Giroud, delantero del Arsenal, no era un equipo de galácticos. “¿Campeones? Imposible”, había dicho al verse en cabeza su presidente Louis Nicollin. Y agregó: “Si mandase en el PSG, el Lyon o el Lille y viera que el Montpellier me gana la Liga me apuñalaría con una salchicha”.

Kaiserslautern en 1998

En 1996 el Kaiserslautern perdió la categoría en la Bundesliga. Al tiempo ganó la Copa. Ese verano contrató a Otto Rehhagel, que había tenido un efímero paso por el Bayern y que en apenas un año pilotó el regreso a la máxima categoría y de vuelta, en la primera jornada, se topó con los bávaros, que defendían título. Ganó el Kaiserslautern, que tres semanas después se puso líder y ya no miró hacia atrás con un plantel en el que hacía sus últimas armas Andreas Brehme y las primeras Michael Ballack. “Los que me criticaban deberían de pasar unos días en un cuarto oscuro a pan y agua”, apuntó el técnico en referencia a quienes no habían confiado en su trabajo en el Bayern, que le suplió por el volcánico Trappatoni. Años después, Rehhagel volvió a sorprender al coronar a Grecia campeona de Europa.

Verona en 1985

El año pasado se cumplieron 30 años del scudetto del Verona. Había regresado a la serie A en 1982 y de manera sorprendente pelearon por Liga y Copa. El técnico Osvaldo Bagnoli estaba creando algo grande y acabó de forjarlo con la llegada de dos musculados refuerzos extranjeros, el todoterreno teutón Briegel y el delantero danés Elkjaer-Larsen. Entonces Italia acaparaba a las estrellas más brillantes, pero Maradona, Rummenigge, Platini, Zico, Falcao o Sócrates quedaron atrás superados por un equipo que no se apeó del perfil bajo, pero que siempre supo que podía hacer algo grande. “Chicos, tienen que creer, pero en las entrevistas tenemos que seguir con la vieja historia del objetivo de la salvación”, explicó a sus futbolistas Bagnoli, técnico legendario al que Berlusconi descartó por comunista. El Verona cedió dos derrotas en 30 partidos, sólo encajó 19 goles. Superó en cuatro puntos a la Juventus. Con el equipo líder invitaron a Bagnoli a dar una charla en una convención con los más granados técnicos italianos. “La evolución táctica del fútbol mundial”, se titulaba el evento. Subió al escenario y le dijo al universo: “Hacemos un fútbol tradicional. Leo en la prensa cosas sobre nuestro pressing, pero nunca me he dado cuenta de hacer nada excepcional. Perdonen, pero no tengo la receta”.

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