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Seis años después, Alberto Contador regresa a la París-Niza

El español termina 27º el prólogo, a 16s del australiano Matthews

Carlos Arribas
Contador, el domingo, en el prólogo de la París-Niza.
Contador, el domingo, en el prólogo de la París-Niza.KENZO TRIBOUILLARD (AFP)

En el velódromo olímpico de Londres los aficionados que lo llenan enloquecen y gritan en éxtasis: Bradley Wiggins y Mark Cavendish, reunidos por última vez, como si fuéramos los Smiths, dice el viejo Wiggins, juntos de nuevo y como despedida a petición del público, ganan el Mundial de Madison igual que lo habían ganado hace ocho años en Manchester, aún jóvenes y sin las heridas del asfalto en su piel y en su pecho entonces, ahora viejos rockeros, suspiro de nostálgicos. Al mismo tiempo, el mismo día, el domingo, en Francia, al Este de París, lo viejo y lo nuevo, la ambición de perpetuarse, el deseo de crecer, también se reunían en bicicleta para disputar el prólogo de la París-Niza, la carrera de final de invierno en la que los campeones ofrecen sus primicias y en la que los que nunca serán grandes campeones buscan hablar con su propia voz. Y en los 16s que separan al ganador de los 6,1km contrarreloj, el rápido australiano Michael Matthews, que llevaba meses ensayando la carrera, del último de los grandes en la carrera, Alberto Contador, todos ellos se alinean.

Contador, de 33 años, llevaba desde 2010 sin correr la París-Niza, la primera prueba importante a la que le llevó Manolo Saiz para que comenzara a empaparse de gran ciclismo, en 2004, cuando acababa de cumplir 21 años. En 2007, cuando la ganó por primera vez, la victoria, con el maillot del Discovery, fue el prólogo de su primera victoria en el Tour, cuatro meses más tarde, el anuncio del gran escalador que llegaba para quedarse en la cima; hace seis años, cuando volvió a ganar en Niza, el triunfo precedió su tercer Tour victorioso, el Tour que, meses después, por la sanción por dopaje, se convirtió en el recuerdo más doloroso de su carrera. Como hace tiempo que no destaca en un prólogo, su tiempo el frío, casi nevoso, domingo francés, no sorprendió a la afición ni le disgustó a él, que espera días más propicios para su intento de tercera victoria: el viernes, el Mont Ventoux hasta el Chalet Reynard; el sábado, la subida a la Madone de Utelle, donde le espera el escalador favorito de los franceses, Romain Bardet (9s perdió en el prólogo con respecto a Contador), y para ello ha afinado su forma la semana pasada en Valencia.

Por delante de Contador quedaron, como se esperaba, los especialistas en carreras de una semana que han brillado en la París-Niza los últimos años, el galés Geraint Thomas (9s mejor que el español) y el australiano Richie Porte (ganador en 2013 y 2015, 6s), antes unidos en el Sky como en un tándem y ahora en equipos rivales; también un aspirante a la grandeza, como el holandés Tom Dumoulin, el que perdió la Vuelta el penúltimo día en Navacerrada, y también dos españoles de los que se espera cosas hermosas en este tipo de carreras, dos ciclistas del Movistar que deben aprovechar la ausencia de sus líderes, de Nairo Quintana, aún en Colombia, y de Alejandro Valverde, en Italia con la Tirreno-Adriático en su programa. Son el conquense Jesús Herrada y el guipuzcoano Ion Izagirre, que, empatados a tiempo, a 6s de Matthews, terminaron cuarto y quinto del prólogo.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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