El Granada se alivia ante un paupérrimo Deportivo
El técnico José González se estrena con un triunfo ante un rival en cuesta abajo que no canta victoria desde el pasado 19 de diciembre
El Deportivo está empeñado en meterse en un lío. No gana desde el 19 de diciembre, lleva doce partidos sin lograrlo, incluidos dos de Copa ante un Segunda como el Mirandés, y en lo que va de año apenas ha sumado cinco puntos, la peor deriva en este tramo del campeonato. El equipo, al que nunca le sobró fútbol, se ha caído, sin ideas, chispa ni soluciones tanto en el campo como en su dirección técnica, que emite señales de desconfianza sobre algunas de sus piezas cuando en un partido sin norte en el que debe cambiar rumbo recurre a dos piezas de refresco a falta de ocho y dos minutos para el final. De todo ello, también de su orden y su esfuerzo sacó fruto el Granada para salir de la cola de la clasificación en el regreso de José González a los banquillos. Ahora es penúltimo, pero por ejemplo está a nueve puntos, y el golaverage ganado, del Deportivo, que está exactamente en mitad de la tabla, pero ya debe mirar atentamente no solo a lo que se le viene encima sino hacia si mismo.
El equipo adiestrado por Víctor Sánchez del Amo firmó un partido lamentable. El relatorio de desastres sería extenso, pero se resumen en que el equipo pasó un calvario para sacar el balón con limpieza desde atrás pese a que Mosquera se ubicaba entre los centrales para generar superioridad ante los dos delanteros rivales y el resto de futbolistas del Granada esperaban replegados, sin ejercer mayor presión. A partir de ahí, si el balón conseguía sobrepasar esa primera línea, la salida volvía a intrincarse porque el plan del entrenador consistió en situar a Borges y Fayçal en una ambigua posición que ni lograba apoyar a las bandas ni ofrecía soluciones por dentro. Álex Bergantiños transitaba en el medio de todos más preocupado por la segunda jugada que por la primera y mientras se resolvía el jeroglífico los delanteros estaban desconectados, condenados a ir a la guerra tras balones sucios. Y no siempre llegan al rescate Luis Alberto y Lucas Pérez. Por eso el Deportivo de Zipi y Zape es ahora el de Rompetechos.
El Granada se acomodó ante tanta molicie y se limitó a aguardar su oportunidad, que iba a llegar porque tiene velocistas para crear problemas al más pintado, por ejemplo Peñaranda. El joven venezolano tiene un punto individualista que deberá corregir, pero le contempla el don de la verticalidad. Provocó un penalti tras un saque de esquina del Deportivo, que se destapó de manera suicidad, y no es la primera vez, ante tanto arsenal y se vio en desventaja en el marcador con la transformación de El Arabi. Ni así cambió el paso. Apenas hubo reacción sobre el campo. El primer cambio lo hizo el Granada.
El paso de los minutos activó la desesperación de quien siente la impotencia de no imponerse. Llegó el recurso de los centros al área como escueta solución del Deportivo al cerrojo visitante. Con todo, el partido se mantuvo en el alambre. El Granada, que llegaba colista a Riazor, tampoco anda sobrado. Tuvo el segundo gol justo antes del descanso, pero se le escapó porque le faltó pegada y le sobró una providencial estirada de Lux antes de que Arribas sacase la pelota de la línea de gol. Asi que se aprestó a sufrir en defensa porque tras una hora de insulso trasteo liquidado con apenas dos ocasiones de gol marradas por Lucas Pérez, Víctor Sánchez del Amo borró su improductivo dibujo inicial y ordenó al equipo con Borges más centrado y Oriol Riera como referencia adelantada. Hubo un leve repunte porque el Granada dio varios pasos hacia atrás, pero no padeció tanto como se podría esperar. Prisionero de sus limitaciones, incapaz de cambiar el paso, de encontrar alternativas a un diseño que ya todo el mundo se conoce, el Deportivo se despeña.
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