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El Atlético remonta ante el Eibar y Fernando Torres marca su gol 100

La salida de Óliver en la segunda mitad desatasca a los de Simeone el día que el delantero se convierte en goleador centenario

GORKA PÉREZ
Torres bate a Riesgo en el tercer gol rojiblanco.
Torres bate a Riesgo en el tercer gol rojiblanco.Denis Doyle (Getty)

El fútbol, capaz de trasladar del cielo al infierno a un jugador en cuestión de minutos, volvió a demostrar que, en el Atlético, tiene un filón en Saúl. Fue el jugador rojiblanco, ayer central de urgencia por las ausencias de Godín y Savic, quien provocó que el Eibar se pusiera por delante con un fallo impropio de un futbolista como él y quien acabó por voltear el partido a favor de su equipo con un cabezazo que retumbó en el fondo sur del Calderón. Solo le robó el protagonismo el ojo derecho del Calderón: Fernando Torres, que consiguió sumar su gol 100 con la camiseta rojiblanca para cerrar una película, llena de rabia, con cierto encuadre Tarantinianoque se disfrutó a orillas del Manzanares, y en la que no hizo falta desplegar la alfombra roja.

El reparto fue diferente al habitual y, en ausencia de Juanfran, los rojiblancos cargaron el juego sobre Carrasco, dulce en el giro de cintura, amargo a la hora de ponerle la guinda al pastel. El mejor destinatario de las internadas del belga fue Correa, pero la defensa del Eibar no dejó margen al argentino para cargar la pierna una vez descubierto el hueco.

Esa es una de las mejores virtudes del Eibar. Te ahoga las ideas cuando consigues aclararlas. Lo pagó especialmente Griezmann, de nuevo referencia arriba, y al que le caían encima una y otra vez Dos Santos y Lillo, dos centrales limitados pero de entrega irreprochable. El francés solo tuvo una oportunidad de disparar a portería en la primera mitad. No conseguía encontrar el Atlético a su jugador más en racha. Gran parte de culpa la tuvieron la colección de imprecisiones que desplegó Gabi, carente de tacto incluso en el pase más modesto. Se le acercó a menudo Koke ya que Thomas, el acompañante del capitán en la contención, apenas pudo con Escalante, un jugador con un factor multiplicador admirable.

Mientras que el Atlético seguía intentando averiguar la manera de empujar hacia atrás a la adelantada defensa rival, al Eibar no le costaba confiar la pelota a Enrich, único delantero tras la ausencia de Borja Bastón, víctima de la famosa cláusula del miedo. Una y otra vez el balón salía despedido del césped y tomaba altura poniendo a prueba la potencia de Saúl, pareja de baile de Giménez, y al que ayudaba a menudo Lucas, el tercero en discordia en la inédita defensa rojiblanca.

Hubo momentos en los que el partido parecía un examen sorpresa. De esos que te colocan una pregunta que te sabes pero eres incapaz de responder. Al Eibar no le iba mal el resultado y consiguió bloquear durante gran parte del partido al rival. Se desesperaba Simeone mientras trataba de motivar a Carrasco que, tras encontrarse con el rodillo de Capa, pasó de la inspiración a la desgana.

Saúl se redime

Y en medio de esa indecisión un balón sencillo, un pase de Gámez a Saúl se convirtió en la peor pesadilla del central. Trató de domarlo con la zurda, pero lo pisó y se cayó, lo recogió Enrich que se lo entregó a Keko para que libre de marca superase a Oblak con un remate ajustado al palo. Se le vino el mundo encima a un jugador demasiado acostumbrado a manchar el expediente. Se contagió el Atlético de ese sentimiento y reaccionó el público para evitar que se extendiera de manera incorregible. Lograron su objetivo los aficionados pues el Atlético encadenó dos ocasiones que, por primera vez, hicieron pequeña a la defensa del Eibar. En un saque de esquina cerrado, Giménez se adelantó a Riesgo como un obús para empujar con rabia el empate. Y de sentimientos, pasionales, sabe mucho el Atlético, que se transformó en el animal más voraz. Y cuando eso ocurre suelen redimirse quienes sienten como propio el desastre. Ahí apareció Saúl para cabecear un nuevo saque de esquina y abrillantar su ficha.

Pero el momento estelar, al menos para su protagonista y para el público, estaba por llegar. Fernando Torres, aclamado desde el calentamiento, culminó la remontada al enviar a la red un centro de Vietto desde la banda izquierda que le permitía cerrar el álbum centenario como goleador del Atlético, una tarea que se le había resistido.

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Sobre la firma

GORKA PÉREZ
Es redactor de la sección de Economía y está especializado en temas laborales. Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Antes trabajó en Cadena Ser. Es licenciado en Periodismo por la Universidad del País Vasco y Máster en Información Económica de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.

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