Punto a punto hasta la victoria final
Deportivo y Rayo llegan al empate tras un partido que pudo decantarse en ambos sentidos
A Paco Jémez le disgustan los empates. Los detesta. Dice que si alguna temporada el Rayo suma doce supondrá que se irá a Segunda. Ayer firmó tablas, seguramente no obligadas, en Riazor ante el Deportivo, que punto a punto ha llegado justo a esa cota de la docena de igualadas. Con apenas cuatro partidos perdidos de 22 disputados el equipo de Víctor Sánchez del Amo está a cuatro puntos de Europa y diez sobre el descenso, que marca precisamente el Rayo Vallecano. Por ahora, punto a punto, hace camino.
Lo cierto es que Paco Jémez le da a su equipo un aire transgresor que convierte cada partido en una aventura. Si en el fútbol tiene que haber pizarrazo al menos que sea con tizas de colores como las que emplea. Donde otros cavan trincheras, Paco abre autopistas. Ocurre que no siempre van en el sentido que a el le gustaría. Al cuarto de hora y uno arriba en el marcador allí estaba junto a la cal, a voz en grito, exigiendo a sus hombres porque la línea defensiva estaba más adelante de su propio círculo central, no en la línea de medio campo, que era donde la quería. Por ahí el Rayo plantea un atasco, algo así como un problema de trigonometría que exige trazar triángulos perfectos con el balón. Para eso nada como un pasador, un clarividente como Luis Alberto, que parece que tiene ojos en la nuca. Suyo fue un pase monumental que encontró a Lucas Pérez para el primer empate del partido en una acción en la que el espacio, todo un latifundio, corrió a cargo del Rayo, desjustado no sólo en la línea defensiva sino en la presión que debía ejercer por delante de ella.
La igualada delató el tipo de partido que estaba en marcha. El Rayo acechaba, pero se descubría en un ejercicio de nudismo futbolístico que ponía los dientes largos a cualquier delantero, más a un devorador de terreno como Lucas Pérez. En ese alambre se pasaron los visitantes buena parte del partido y lo convirtieron en entretenido. Se lo pusieron de cara un gol al poco de empezar, que delató que tanto riesgo puede ofrecer réditos porque Zé Castro tuvo la sangre fría y la clase de filtrar desde la línea trasera un pase interior para superar líneas y propiciar un dos contra dos en el pico del área del Deportivo. Allí Pablo Hernández y Miku tejieron con éxito. Luego, tras la igualada de Lucas Pérez, le dio una nueva ventaja un grosero error del portero local Manu Fernández, elegido por delante del veterano internacional croata Pletikosa para suplir la ausencia por sanción de Lux.
Pero el partido estuvo durante bastantes minutos para el Deportivo, que tiene justamente las armas que más dañan el plan del Rayo: pase profundo y velocidad. Tuvo que rescatar a su equipo Juan Carlos con manos duras a disparos de Luis Alberto y Cani. El primero, mediapunta cedido por el Liverpool, mandó otro intento al palo y Fayçal Fajr embocó en la escuadra para firmar un empate que desató al Deportivo, que lo envió a por una victoria que vio cercana. Le quitó el balón al Rayo y lo embotelló. No todos lo consiguen.
En problemas, Paco Jémez encontró una solución. Se rearmó con un 4-4-2, con Javi Guerra por Trashorras y Raúl Baena para apretar en el medio. Para entonces el Deportivo se había vallecanizado y arriesgaba atrás bastante más de lo que suele. Mejoró con los cambios el Rayo, no los encontró Víctor, que sólo introdujo uno e irrelevante. Viró el campo y lo que antes era cuesta arriba pasó a ser un pronunciado descenso. La pelota cambió de propietario y el desmelenado Depor quedó trasquilado para enfilar un final parejo, de esos que no le gustan a Paco.
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