Las tablas de Lucas Eguibar
El vasco, de 22 años, logra su segundo triunfo en la Copa del Mundo en el mismo escenario en el que elevó su primer trofeo, el año pasado
El esquí mantiene su estatus de deporte rey del invierno, como le ocurre al fútbol durante todo el año. Cuesta imaginar que deslizarse encima de una tabla por una pendiente helada de más de un kilómetro —repleta de baches y saltos— o hacer piruetas y giros inverosímiles a lomos del snow sobre medio tubo congelado tengan la categoría de disciplina olímpica y no de mero espectáculo. Precisamente, un rider español, Lucas Eguibar (San Sebastián, 22 años), logró este domingo su segunda victoria en la Copa del Mundo al imponerse en Veysonnaz (Suiza) al estadounidense Nick Baumgartner y al austríaco Alessandro Haemmerle. Lo hizo, precisamente, en el mismo escenario en el que consiguió el curso pasado (14 de marzo) su primer triunfo.
Desde que pisara por primera vez una estación de esquí, con apenas dos años, su pasión por los deportes de invierno no ha hecho otra cosa que crecer. La nieve recorre su cuerpo, y no solo cuando termina de bruces contra la pista por una caída, bastante frecuente en su deporte. “La primera vez que me subí a unos esquís tenía cinco años. Es algo que me viene de familia”, explica Eguibar, que está descansando unos días en su San Sebastián natal antes de afrontar el grueso de la temporada, que le llevará desde Alemania hasta Estados Unidos.
El rider es un apasionado de todos los deportes. No le importa que sean de invierno o de verano. A cubierto o al aire libre. Aparte de practicarlos, le encanta verlos. Y ahí, en la televisión, es donde comenzó su idilio con el snow, el que le ha llevado a ser campeón mundial. Fue en 2006, en los Juegos Olímpicos de Turín. El snowboard cross era la primera vez que entraba en el programa oficial y Eguibar se sentó delante del televisor para ver a Jordi Font. “Quedó cuarto y debí de ser de los pocos en España que lo vivió con pasión. Tenía 11 años y me dije a mí mismo: ‘Esto quiero hacerlo yo”.
Para llegar hasta lo más alto, la preparación física es indispensable. Aparte de la técnica necesaria para imponerse a sus rivales en la pista, manejar la tabla a su antojo sin caerse es determinante. “Tengo que hacer el circuito sin fatiga y con mucho equilibrio, por eso practico pilates sobre todo. No hay que olvidar que la competición dura solo un día y te toca bajar, si lo haces bien, hasta cinco veces en pocas horas”, comenta.
Imposible sin su entrenador
El donostiarra traslada al snowboard cross lo mejor de otros deportes. Pone como ejemplo a Marc Márquez, bicampeón del mundo de MotoGP, a quien no duda en catalogar como uno de sus ídolos. Razona que el catalán está todo el año sobre la moto. Cuando no compite, practica otras disciplinas como enduro. “En mi caso se trata de estar siempre encima de una tabla. En verano no hago otra cosa que surfear. ¡Me encanta!”. La mejor ola europea, la de Mundaka, a unos 35 kilómetros de Bilbao, la tiene cerca de casa, pero todavía no ha podido surfearla como sí ha hecho con la nieve.
En medio de un corpachón preparado para la exigencia física —mide 1,82 metros y pesa 82 kilos—, queda sitio para la humildad. En su discurso no hay falsa modestia. Es campeón del mundo con tan solo 21 años y Eguibar cree que le ha llegado muy pronto. Lo recalca en varias ocasiones. “He dado un salto de gigante en la última temporada, aunque todavía estoy cogiendo experiencia. Claro que sueño con revalidar el título y ya he demostrado que compito entre los mejores, pero tengo mucho margen de error”, argumenta.
Los triunfos de Lucas Eguibar son difíciles de entender sin Israel Planas, seleccionador español y su entrenador. Llevan cinco años trabajando codo con codo en la pista. Comparten más de seis meses juntos cada temporada. “Nuestra relación es de amigo a amigo. Trasciende el mero trato deportivo”, asegura el rider. Este buen ambiente se extrapola al grupo que comanda el técnico. Eguibar es quien más ha despuntado, pero Lolo Herrero, de 25 años, y Regino Hernández, de 24, forman con él un trío inseparable. Se apoyan los unos a los otros. “El equipo lo formamos los tres. Prefiero que ellos ganen un campeonato antes de que lo haga uno de fuera”, destaca el vasco.
Séptimo en Sochi
Los tres estuvieron en los Juegos de Sochi, hace dos inviernos. Eguibar, uno de los favoritos, se quedó a una bajada de las medallas, cayó en semifinales y acabó séptimo en su debut olímpico.
Resulta curioso que un corredor haya logrado el éxito con tan pocos recursos a su disposición. Eguibar, que cuenta con cierto apoyo económico por parte de sus patrocinadores, defiende que España está “medio bien” para entrenar un deporte de nieve, aunque ninguna estación cuenta con un circuito fijo especial, que es lo que necesita. “Me voy moviendo de un sitio a otro. Es lo que toca”, dice. Entretanto, y en medio de su nomadismo por la Península, tiene por delante la última prueba, en Baqueira Beret (el 19 y 20 de marzo), para besar de nuevo el globo de cristal que conquistó el año pasado.
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