Mahrez se adueña de la Premier
El argelino del Leicester deslumbra en las islas con su fútbol y mantiene a su equipo en la cabeza de la clasificación
En una Premier League donde hasta los equipos modestos están atiborrados de libras y pueden comprar jugadores de casi cualquier equipo de Europa, la sensación está siendo un argelino que juega en un equipo pequeño. Los goles de Vardy han acaparado los focos en lo que va de temporada, pero es difícil concebir a este sorprendente Leicester —colíder junto al Arsenal— sin Riyad Mahrez.
Nacido en Francia hace 24 años, Mahrez optó por la nacionalidad de su padre, Ahmed, que falleció de un ataque al corazón cuando Riyad tenía 15. “Él quería que fuera futbolista y siempre me apoyaba”, contaba la estrella del Leicester en The Guardian. El inesperado golpe fue un punto de inflexión para el argelino, que empezó a tomarse el fútbol más en serio.
Tras unos años en la segunda división francesa, en Le Havre, el argelino cruzó el canal para jugar en el Leicester y ayudarlo a retornar a la Premier en 2014. Ese primer año en la élite fue duro para todo el equipo, que se salvó del descenso gracias a un gran sprint final lleno de victorias.
Absolutamente nadie esperaba lo que estaba por venir. Hasta el pasado verano Mahrez había esparcido su calidad en pequeñas dosis, momentos puntuales que, eso sí, fueron bocanadas de aire para la supervivencia de su equipo. El estallido del argelino esta temporada ha pillado por sorpresa a la acaudalada Premier, que sigue esperando que el Leicester afloje y los grandes se coloquen arriba.
De momento Mahrez ya se merendó a José Mourinho con una sublime actuación en el partido que propició la salida del luso del banquillo del Chelsea. En esos 90 minutos se pudo ver todo lo que es este jugador: zurdo cerrado pero que arranca desde la derecha, con unas diagonales diabólicas que acaban con un potente disparo o con un pase filtrado para dejar solo a un compañero. Delgado como un alambre, en un principio se dudó de si podría adaptarse al fútbol físico e intenso de las Islas, pero viéndole esquivar tallos de 1,90m las dudas se disipan al instante. Mahrez se vale de una habilidad imponente para abrirse campo por delante, le basta un toque de balón para burlar al defensa y quedarse solo. Pero su fútbol es más que una delicatessen, sus 13 goles y 7 asistencias ponen sustancia a su brillantez.
No se sabe cuánto durarán los de Ranieri en la élite, de momento la racha de Vardy se ha cortado y el equipo muestra cierta irregularidad, solo una victoria en los últimos seis partidos, la del pasado miércoles ante el Tottenham. El sábado ante el Aston Villa Mahrez falló un penalti que podría haber dado la victoria a su equipo. Pasó lo mismo hace unas jornadas contra el Bournemouth. Pero el equipo aguanta y la calidad del argelino no se apaga. Tampoco el interés de los grandes, que hacen cola para incorporarle este próximo verano por una suma millonaria.
Mahrez ya tuvo la oportunidad de ir a un grande cuando en 2010 el PSG llamó a su puerta. Hasta entonces jugaba en el Quimper, un equipo no profesional de Francia y las luces de París hubiesen deslumbrado a cualquiera. Pero el joven de 19 años prefirió irse a Le Havre por la fama de su sistema de formación para los jóvenes. Necesitaba pulir su fútbol callejero en un sitio con menos presión y más paciencia.
No sale en enero
Ranieri se ha negado rotundamente a la salida de su estrella en este mercado de invierno, sabedor de que tiene la Champions a tiro de piedra si mantienen el bloque. El objetivo de la temporada, la permanencia, ya está cumplido. “Hay que llegar a los 40 puntos”, repetía el entrenador italiano cada vez que se le preguntaba si el Leicester podía aspirar al título. Ahora, con 44, y viendo por el retrovisor a la flor y la nata de la Premier, el caramelo de entrar en Europa por la puerta grande es demasiado tentador. “Si logramos los mismos puntos que en la primera vuelta, nos pondremos con 80 y podremos entrar en Champions”, recita ahora Ranieri.
En Leicester todos tienen claro que Mahrez es la llave para la gloria y su previsible venta sentará las bases para que el equipo se asiente de una vez por todas en la Premier. Por el momento el argelino no quiere ni oír hablar de ello. Se siente tan identificado con el Leicester y con Inglaterra que costará sacarlo de la isla.
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