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OBITUARIO

Ricardo Pastor, un ser de otra época, mucho más que el Pitoniso Pito

El célebre pronosticador de quinielas catalán protagonizó un periodismo ya desaparecido

Ricardo Pastor, en una imagen tomada en Barcelona en 2008.
Ricardo Pastor, en una imagen tomada en Barcelona en 2008.JOSEP M. LAGO (AS)

Dicen que Ricardo Pastor jugó al dominó hasta que le aguantaron las fuerzas y que últimamente las partidas se habían trasladado a su domicilio, débil como estaba para salir de casa. Pero él seguía jugando y jugando muy bien; aseguran que tuvo una hora más de entendimiento que de vida. Le funcionó la cabeza hasta el final con la precisión de un reloj, como siempre. Pero el pasado sábado su corazón se paró; falleció a los 91 años, en el barcelonés barrio de Sants, donde nació el 22 de octubre de 1924. Sus amigos lloran el adiós de un ser de otra época, de una persona hecha a sí misma en una Barcelona que no existe, en un periodismo que ha desaparecido, un ser generoso, y bueno, sabio porque vivió la vida mucho y con alegría, en la calle y en las redacciones de periódicos y radios, en bares y teatros, y siempre hablando de fútbol con pasión y con humor. A Pastor, además, se le recordará por su personaje, el que creó en 1953 y al que se conoció como el Pitoniso Pito. Pero fue mucho más.

Se ganó el primer jornal como electricista de los almacenes El Siglo, contratado por su hermano, Francisco, gerente, y presumía de ello. Puede que siendo adolescente, mientras ganaba unos duros repartiendo Goles, un panfleto que se distribuía por las Ramblas la noche de los domingos, que publicaba los resultados deportivos de la jornada, se aficionara a las estadísticas relacionadas con el fútbol. A base de lapiceros, libretas y talento inventó su particular procesador de datos que culminó en el personaje del Pitoniso Pito. Nació en las páginas del diario deportivo Dicen… como competencia al Mago Karag, que a falta de dos jornadas para el final de Liga pronosticaba el campeón de Liga en El Mundo Deportivo. Rizando el rizo, él empezó a hacerlo a falta de 10, con descensos incluidos. Federico Gallo, director de Radio Nacional, le instó a inventarse el sobrenombre.

Durante muchos años, anunció simultáneamente su pronóstico en las páginas del diario color sepia y en la radio. Primero en el programa Fantasía, en RNE; después con Miguel Ángel Valdivieso en Radio Peninsular, y más tarde con Jordi Estadella en Radio 4. El personaje sobrevivió a Dicen… y ya fuera en El Periódico de Catalunya, en Don Balón —en la redacción de la calle de la Diagonal guardaron durante años en un armario el atrezo para la foto anual, con un balón vintage y una varita mágica— o en cualquier programa que presentara Pere Escobar en TV-3 o Catalunya Radio, Ricardo Pastor no faltó al pronóstico. Como no faltó durante los últimos 35 años cada miércoles a su cita con los lectores de El Periódico para aconsejarles sobre el boleto de la quiniela. Hasta hoy. El lunes ya no llegó el sobre a la redacción.

“Nunca me cegaron los colores, siempre me guió la lógica”, solía decir, y lo ilustraba con un ejemplo: uno de sus pocos errores en los pronósticos a final de curso señala al Espanyol. Un año dijo que bajaría y se salvó de milagro. De hecho, falló más en las apuestas por los descensos que con las de los clasificados para la UEFA y solo se equivocó tres veces con el campeón —una con la Liga de Djukic, dio al Depor por ganador— y nunca cuando vaticinó que ganaba el título el Barça o el Madrid. Como Luis Aragonés, estaba convencido que las Ligas se decidían en las ultimas 10 jornadas pero, en su caso, lo basaba todo en la estadística acumulada durante las anteriores.

El humor es cosa seria

Pastor fue, en cualquier caso, mucho más que el Pitoniso Pito. Así, en su dilatado paso por Dicen..., tuvo siempre un minuto para educar a toda una generación de periodistas. Y era muy trabajador: firmó secciones como El humor es cosa seria, Charlas en Canaletas, Las cartas de Juan Palurdo, sarcásticas críticas de cine o la sección de quinielas. Inseparable del mítico cronista de ciclismo Antonio Vallugera y del pionero del periodismo sobre baloncesto, Justo Conde, españolistas como él, solía protagonizar las tertulias con Julain Mir, el director: “Éramos el Peñón de Gibraltar en una redacción llena de culés, claro, empezando por el director y el subdirector, Garcia Castells, el padre de Xavier Garcia Luque, un gran periodista también”, recuerda Justo Conde.

Pastor escribió varios libros sobre la vida nocturna de Barcelona, documentados en casinos, frontones, cabarets, cines y teatros del Paralelo, libros costumbristas en los que relata noches que vivió personalmente. Por eso, Conde le reivindica como algo más que el señor de las quinielas, o un pitoniso simpático. “Mi amigo fue mucho más que eso, fue un gran periodista, sarcástico como pocos, un gran entrevistador, porque conocía a las personas. Fue un grande de un periodismo que existió de milagro en este país”, asegura Conde, tremendamente lúcido a los 81 años desde su casa de Sitges, donde avisa que en su época las peñas del Barça solían invitar a su amigo para que amenizara las cenas, a sabiendas de que era muy del Espanyol. “Eran muy divertidas sus improvisaciones”, recuerda. De hecho, descubrió el fútbol viendo jugar al Barça de Zamora y Samitier en el viejo campo de la calle de la Industria.

Su vínculo con el conjunto españolista fue muy grande, al punto de que el club catalán lució brazaletes negros el pasado domingo en Ipurua, contra el Eibar, para honrar su memoria, horas después de su muerte. Dice la leyenda que en la temporada 1960-1961 incluso colaboró para lograr la permanencia de los blanquiazules en Primera. Perdían los pericos en San Mamés, 2-0, y en el Camp Nou marcó el Oviedo. El gol mandaba al descenso a su equipo. Pastor se las ingenió para avisar a José Manuel Lara, padre, que estaba en Bilbao. El fundador de Planeta, alarmado, bajó en el descanso a los vestuarios y arregló el tema. Remontaron los de Sarrià y se salvaron del descenso. En 1975, con motivo del 75º aniversario del club, Manuel Meler, presidente de la entidad, le encargó la letra del himno conmemorativo, que fue interpretada por Josep Guardiola.

Nunca dejó de ver partidos, pero desde que volaron Sarrià, no volvió a uno del Espanyol en Montjuïc o en Cornellà, así que se conformaba con ver los del Martinenc desde la terraza de su casa en el barrio barcelonés del Guinardó o disfrutaba con Messi, porque, por muy españolista que fuera, le gustaba el fútbol tanto como fácil le resultaba cuadrar una quiniela de cuatro triples en reducción al 13, algo que defendía como “sencillísimo”, pero que muchos, como su amigo y alumno, el periodista Emilio Pérez de Rozas, siguen considerando “imposible de entender”. “De lo que estoy más orgulloso es de haberme ganado la vida escribiendo cuando de pequeño era un fiera con los números y una calamidad con las letras”, le confesó en una entrevista al periodista Joan Carles Armengol.

Ricardo Pastor deja viuda, Mercè, hija y dos nietas —Mercè y Júlia— y el recuerdo de su talento, bondad y generosidad entre quienes le conocieron.

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