El Dakar a una mano
Alberto Prieto compite con un quad que maneja únicamente con la mano derecha
Un solo brazo. La mitad de la movilidad de un cuerpo en permanente tensión durante todos los kilómetros de una prueba que desgasta sin parar. Alberto Prieto (Madrid, 44 años) compite así, sin el 50% de las extremidades necesarias para dominar el manillar su quad, sobre el que pasa horas y horas sin poder levantarse porque pierde el equilibrio. Una odisea auténtica. Un reto tan mayúsculo que no tiene pensado qué hará si consigue llegar a la meta del Dakar en Rosario. “Lo tengo muy complicado y como lo consiga lo celebraré como se merece”, asegura, mientras se resguarda bajo una tejavana del cuartel militar en el que se ubica el campamento en San Salvador de Jujuy, sobre la que caen litros y litros de agua. Lleva horas haciéndolo. “Uno no asocia tanta agua a una carrera como esta, pero es lo que hay”, asegura resignado.
En 2003 sufrió un accidente de moto que le inutilizó el brazo izquierdo. No tiene movilidad desde el hombro hasta los dedos. No se lo amputaron y tuvo que acostumbrarse a cargar con él. Pero todo está en la cabeza. “Este tipo de lesiones requieren un proceso de adaptación mental y lo he superado gracias a que he continuado montando en moto. He tratado de seguir haciendo mi vida como si tuviera los dos brazos”, explica. Y lo ha conseguido. Por Madrid, su ciudad, puede pasearse en moto como cualquier otro conductor más, aunque es el único en sus circunstancias que ha logrado obtener el permiso. Aunque no fue tan sencillo. “Me costó unos cuantos añitos. Tuve que pasar varias pruebas y fue un examinador el que me dijo: ‘¡Al final te vamos a tener que dar el carné!, y yo le contesté: ‘Para eso he venido, ¡para recuperarlo!”, recuerda entre carcajadas.
El brazo izquierdo lo llevo atado al manillar y todos los mandos van en el lado derecho: la navegación, el manejo del road book, el gas, el arranque, el el freno, el embrague…”
Explicar cómo pilotar con una sola mano es una de sus tareas más habituales. “El brazo izquierdo lo llevo atado al manillar y todos los mandos van en el lado derecho: la navegación, el manejo del road book, el gas, el arranque, el el freno, el embrague…”, enumera. “Esto es adaptarse. Estoy convencido de que cualquier persona en cuanto conduzca diez kilómetros con el quad como yo lo llevo lo puede controlar igual”, asegura. El problema no está tanto en la aglomeración de botones sino en la manera de enfocar determinadas situaciones. “Al final lo malo no es la adaptación sino enfrentarse a los baches y los badenes”, advierte. “Las curvas tengo que trazarlas de una manera muy diferente. Yo no las hago igual que el resto, por ejemplo, me van mejor las que son de derechas, porque solo tengo que recoger el brazo, en cambio, en las de izquierdas es como si tuviera que dar un puñetazo”, comenta. “Dicen que el Dakar es sobretodo cabeza. Un 20% físico y un 80% cabeza. Espero que sea así”, remata.
Levantarse del quad tampoco es una buena idea. “Puedo hacerlo pero no me permite conducir con la misma facilidad. El ir sentado es importante para mí porque la fuerza que hago es perpendicular. De pie no controlo el vehículo igual. Puedo ponerme para pasar un bache o un badén, pero la técnica de conducción es bastante diferente de la convencional”, señala.
De entre todos los males posibles que pueda soportar Prieto hay dos ante los que no tiene capacidad de respuesta. “Hacer frente a un contratiempo mecánico es lo más complicado. Si lo tengo espero que sea muy sencillo y que lo pueda arreglar porque con una mano es imposible ponerte a manejar tuercas, tornillos…”, lamenta. “Y luego hay otro problema principal que es quedarme atascado en una duna en un momento dado. Si me quedo empanzado con el quad me tengo que poner con la espalda sobre el suelo y utilizar las piernas para empujar. Es un número”, sostiene.
La necesidad de seguir adelante con su vida le llevó a no dejar atrás su pasión por las motos. “El amor por la gasolina es algo que recuerdo desde que tengo uso de razón”, dice. Aun así, no es la gasolina lo único que le vuelve loco. También la música. Su quad tiene nombre, “The Killmister Machine", en honor al recientemente fallecido líder de Motorhead, Jimmy Killmister. Pero no se queda en el rock internacional, también es fan de Loquillo -con el que se reunió antes de viajar a Argentina-, algo que se observa rápidamente puesto que su vehículo lleva el logo del Pájaro Loco.
Respaldo familiar
Sin embargo, llevar a cabo una aventura de este tipo, no es una decisión que se tome de manera individual. Intervienen muchas más personas. La familia por ejemplo. “En casa hay de todo”, asegura riéndose. “Me dicen que estoy loco en el mal sentido de la palabra, pero fundamentalmente recibo todo lo contrario. Siempre he encontrado el apoyo de mi familia. Unos meses después de tener el accidente ya estaba subiéndome a la moto. Normalmente en estas situaciones todas las personas que tienes alrededor lo que hacen es aportar y contribuir a que sigas adelante”, asegura orgulloso.
"Cuando recibí la notificación de Marc Coma en la que me decían que estaba admitido, pensé que era una broma"
Pero la reacción de su familia cuando les dijo que tenía en la cabeza competir en el Dakar –“era algo que tenía pensado desde 2010 desde que fui corriendo otros rallies y me vi bien”, no fue la que más le sorprendió. “Me sorprendió la organización porque no me hicieron ningún comentario. Yo preparé mi currículum deportivo, que tiene bastante consistencia desde el punto de vista de carreras (entre los que se encuentra el Desafío Guaraní, una de las pruebas del Dakar Series), y pensaba que una vez que hiciera la inscripción y adjuntara los dossieres me dirían que no. Mi sorpresa fue que nada más terminar un rally en Paraguay recibí la notificación de Marc Coma, en la que me decía que estaba admitido en la carrera. De hecho las primeras 24 horas pensé que se habían equivocado, pero no”, bromea.
Sobre su cabeza solo cabe la idea de completar el Dakar, que culmina el próximo 16 de enero. “Voy partido a partido”, dice, pero cuesta creer que no tenga ningún otro reto en la cabeza. Aunque después de completar un Dakar con una sola mano, pocos desafíos más complicados podrá encontrar.
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