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El Olympiacos vapulea a un Barça errático

El equipo blaugrana sucumbe víctima de su deficiente ataque, su falta de rebote y su desacierto hasta en los tiros libres (74-62)

Robert Álvarez
Satoransky lanza ante Papapetrou.
Satoransky lanza ante Papapetrou.STR (AFP)

El Barcelona naufragó en El Pireo. No pudo ser más descorazonador su estreno en el Top 16 de la Euroliga, ni más contrapuesta su imagen a la mostrada dos días antes en la Liga Endesa, con su convincente triunfo en Madrid. No hubo medias tintas. De la exuberancia en Madrid, a la esterilidad en Atenas; de los 91 puntos en el Barclaycard a los 62 en el Pabellón de la Paz y la Amistad.

OLYMPIACOS, 74; BARCELONA, 62

Olympiacos: Mantzaris (6), Spanoulis (11), Papapetrou (8), Printezis (7), Milutinov (2) –equipo inicial-; James (6), Hunter (10), Strawberry (8), Agravanis (6), Hackett (8) y Athinaiou (2).

Barcelona Lassa: Satoransky (12), Navarro (1), Perperoglou (3), Doellman (4), Tomic (16) –equipo inicial-; Pau Ribas (8), Lawal (0), Abrines (3), Vezenkov (3), Eriksson (0), Samuels (7) y Oleson (5).

Parciales: 14-14, 25-12, 17-14 y 18-22.

Árbitros: Lamonica (Italia), Viator (Francia) y Koljensic (Montenegro).

Pabellón de la Paz y la Amistad de El Pireo. 12.000 espectadores. Primera jornada del Top 16 de la Euroliga.

El Barcelona perdió por 12 puntos, 74-62, pero el partido estaba casi visto para sentencia nada más empezar el último cuarto cuando su desventaja era de 19 puntos (61-42). La victoria del Olympiacos de Spanoulis, Printezis, Strawberry, Hunter, Papapetrou fue arrolladora, mucho más de lo previsible en un partido entre dos aspirantes a estar en la final four en mayo.

El recuento del equipo blaugrana durante el descanso del partido en el Pabellón de la Paz y la Amistad de El Pireo delataba ya la nítida sucesión de sus despropósitos. El diagnóstico, al menos, era de cajón. Sumaba solo 26 puntos, una cifra que dejaba en carne viva su deficiente elaboración y producción ofensiva. El Olympiacos le sacaba tantos rebotes de ventaja que parecía que los jugadores de Xavi Pascual saltaran con plomo en las zapatillas. 23 capturas para los griegos y solo nueve para los catalanes, con el agravante de que 11 de las que obtuvo el Olympiacos eran en ataque. La mala puntería en los tiros libres añadía una tremenda dosis de irritación en el Barcelona. Fallaron siete de los diez primeros que lanzó. Al final fueron 11 rebotes más para el Olympiacos y 10 tiros libres fallados por el Barcelona.

El Olympiacos diseñó las constantes del juego con la consabida y obsesiva dirección de Spanoulis. El veterano base de los rojiblancos ha alcanzado un estatus que está por encima de las defensas que plantean sus rivales o de sus puntuales desaciertos. Sus entrenadores y sus compañeros mantienen una confianza granítica en él. Sus rivales le temen. Casi nunca defrauda. No lo hizo contra el Barcelona. Llevó de cabeza a Satoransky, a Pau Ribas, a todas la defensa azulgrana. No fue el único.

Papapetrou, un alero de 21 años con experiencia en la Universidad de Texas, llevó por la calle de la amargura a Perperoglou. Y el Barcelona naufragó en ataque, excepción hecha de un primer tramo en el que Samuels estuvo en su buena línea de Madrid. Pero fue todo muy fugaz. El Barcelona quedó dejado de la mano de Navarro, muy desacertado, con un solo punto y cinco triples fallados. Tampoco Oleson, Perperoglou, Abrines, Vezenkov, Doellman o Eriksson aportaron gran cosa.

El Olympiacos jugaba con el estilo que le caracteriza. Defensa recia, contactos constantes. Sin importarle la rápida acumulación de faltas, dos de Milutinov, Mantzaris y Papapetrou ya en el primer cuarto. Pero parecía mucho más atribulado el Barcelona por las dos que sumaron en ese mismo periodo Tomic y Satoransky. El Bacelona llegó a dominar por 20-21, pero Spanoulis anotó un triple lejanísimo y a partir de ese momento el juego del Olympiacos abrumó al Barcelona, desfigurado en ataque y muy vulnerable en defensa.

Fue la cuarta derrota seguida del Barcelona en la Euroliga, ya que acabó de mala manera la primera fase. Un aviso de las dificultades que le aguardan si no es capaz de mantener una velocidad de crucero como la que exhibió en Madrid.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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