Los Ultras Sur, tantos como son
Tiene Florentino Pérez cada año varias comparecencias ante los medios de comunicación en el Bernabéu. La mayoría son de alborozo, regocijo y buenos deseos, esas en las que presenta a este o aquel jugador que, amén de su calidad, poseen el don de haber nacido para jugar en el Real Madrid; o en las que presenta a este o aquel entrenador que, amén de su categoría, representan los sacrosantos valores del madridismo. Pero de vez en cuando, una vez al año más o menos, se sube al estrado el presidente del club más laureado de la historia para, primero, ratificar a ese técnico y, segundo, negar esas informaciones que solo pretenden desestabilizarle a él y, por ende, al Real Madrid. Pero el lunes pasado Florentino Pérez llegó más lejos. Ratificó, por supuesto, al entrenador actual, Rafa Benítez, pero además culpó de los males del equipo al señor al que despidió en mayo, Carlo Ancelotti, y denunció toda una trama orquestada, no se sabe bien por quién, contra la institución que preside.
“Queremos revertir una situación de deterioro paulatino que viene desde enero”, aseguró el señor Pérez. Repasemos el deterioro: el 7 de febrero el Madrid cayó estrepitosamente en el Calderón (4-0). Ahora que tanto se habla de las bajas, en aquel partido faltaron Pepe, Ramos, Marcelo, Modric y James, cinco titulares. Pero lo peor vino después, con la ya conocida celebración del 30 cumpleaños de Cristiano Ronaldo y la presencia en la fiesta del músico (es un decir) Kevin Roldán. Pese a la hecatombe, el Madrid se mantenía líder. Y se mantuvo pegado a la cabeza hasta su visita al Camp Nou, donde cayó 2-1 realizando un magnífico partido. Tanto fue así que este periódico tituló en su portada: “Los goles del Barça, el fútbol del Madrid”. Desde esa derrota, el Madrid disputó 10 partidos más de Liga. Ganó nueve y empató uno, marcando 40 goles, a cuatro por jornada. El único pinchazo fue ante el Valencia, 2-2 en el Bernabéu, en un partido en el que se lesionó Kroos, el Madrid mandó tres tiros al poste, Cristiano falló un penalti y Diego Alves, portero del Valencia, realizó una actuación memorable. En ese periodo, el Madrid eliminó al Atlético de la Champions con el célebre gol de Chicharito. Lo hizo, además, sin dos jugadores clave: Modric y Benzema. Luego cayó ante la Juve, con un cabezazo de James al larguero en la ida que hubiera supuesto el 1-2. Este es el “paulatino deterioro” del que habla el presidente del Real Madrid. Por cierto, aquella eliminación ante la Juve tuvo lugar en las semifinales, esas semifinales que tanto se celebraban cuando Mourinho, cuyo dedo guiaba a parte del madridismo, radicales y no tanto, era quien llegaba a ellas una, dos y tres veces.
La pañolada
Aquel Madrid de Ancelotti tuvo momentos delirantes, como la derrota 3-4 ante el Schalke, como los tiene el actual, capaz de encajar tres goles en ocho minutos ante el glorioso Shakhtar y pasar de ganar 0-4 a hacerlo 3-4. Pero hay diferencias entre uno y otro. Jamás se vio un pañuelo contra Ancelotti en aquel Madrid. Y hoy se ven pañuelos contra Florentino Pérez. Lo ocurrido en la reciente hecatombe ante el Barça (0-4) también mereció una singular explicación del presidente madridista: “Esos gritos los inician siempre los mismos. Los ultras lo utilizan todo para intimidarme”. ¡Los ultras! ¿Pero no les había echado del estadio? A uno se le ha ocurrido preguntar, aquí en la redacción o en algún bar donde ha caído, siempre por casualidad, a conocidos de contrastada filiación madridista si el día de autos protestaron o sacaron el pañuelo en el Bernabéu. Y dicen que sí. Y uno mira, a un lado y a otro, a este y a aquel, gente normal, corriente, así lo parecen, con corbata, o sin ella, educados, pacíficos… ¡y resulta que son Ultras Sur!
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