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Murray contra Bélgica, en plena alerta terrorista

Gran Bretaña busca su primer título desde 1937 en Gante, a 50 kilómetros de Bruselas

Claudi Pérez
Andy Murray en un entrenamiento en Gante.
Andy Murray en un entrenamiento en Gante.Alastair Grant (AP)

Cuando está centrado es un tenista que parece una corriente de aire. Sir Andy Murray, número dos del mundo, ganador de Wimbledon 2013, del Open de Estados Unidos 2012 y de los Juegos Olímpicos de Londres ese mismo año, es un vendaval en 2015: ha llevado este año prácticamente solo a Gran Bretaña a su primer final de la Davis en casi 40 años, y quiere el primer título para su país desde 1937, cuando el mítico Fred Perry estaba al frente. No ha perdido un solo partido en las eliminatorias, ni en individuales ni en dobles con su hermano Jamie. Tenista potente, creativo y talentoso, Murray es uno de los grandes por derecho propio: su único problema es una cabeza que a veces le traiciona. Ese, y una mala jugada de la historia: Murray no ha sido nunca número uno porque es contemporáneo de Federer, Nadal y Djokovic, tres de los mejores de todos los tiempos, una verdadera troika tenística. Pero ni el suizo ni el español ni el serbio están a partir del viernes en Gante, la ciudad flamenca que alberga la final entre la clase media de Bélgica, con la sombra de la alerta terrorista, y el lujo que supone este escocés que, a sus 28 años, quiere sacarle brillo a su currículo y se ve capaz de ganar él solito los tres puntos necesarios para levantar la ensaladera.

Enfrente tendrá a los belgas, que juegan en casa, algo mil y una veces decisivo en territorio Davis. Bélgica ha derrotado a tres contrincantes de lustre –Australia, Canadá y Argentina—y cuenta con un buen bloque pero no tienen apenas individualidades: su tenista más destacado es el casi desconocido David Goffin, 16º del mundo. Aun así nadie debería descartar a Bélgica, un país extraño que con apenas 11 millones de habitantes ha dado muchos más premios Nobel que deportistas de talla mundial. Su estandarte era, es y será el caníbal Eddy Merckx, inolvidable vencedor de cinco Tours. El piloto Jackie Ickx y sobre todo las tenistas Justine Henin y Kim Clijsters son quizá lo más destacado. Pero Bélgica tiene un excelente deporte de base, y ha dado un paso al frente incluso en el todopoderoso fútbol: la selección belga –los Diablos Rojos-- es una de las más potentes del panorama europeo, y el Gante está a un paso de clasificarse para la siguiente fase de la Champions.

Ahora le toca al tenis masculino, que nunca ha destacado demasiado en términos internacionales a pesar de las excelentes instalaciones que se reparten por todo el país. Aun así los belgas han conseguido dar la campanada en una competición en la que han llegado más lejos que selecciones mucho más potentes, desde la española a la norteamericana o la francesa, con muchos más tenistas de renombre. Goffin, 16º, se apoyará en Steve Darcis (84º) y en jugadores que están mucho más lejos en el ránking ATP, más allá del Top-100, como Ruben Bemelmans, Kimmer Copjans y Niels Desein. Bélgica ha elegido la arcilla del Flandes Expo Arena, en la bellísima Gante, con capacidad para 13.000 espectadores, y podría proclamarse campeona en su segunda final, 111 años después de la primera. “Todo el país nos acompaña para ganar”, dice su capitán, Johan van Herck.

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A favor de Van Herck y los suyos, un par de asuntos: el factor cancha y el factor suerte. Sus rivales a lo largo del año no han podido contar con sus mejores jugadores por lesión. En contra: Bélgica está en estado de alerta por amenaza terrorista, y la final ha quedado ensombrecida por el miedo a una réplica de los ataques de París. Pero su mayor obstáculo es un tallo de metro noventa, entrenado por una extenista francesa (Amelie Mauresmo) con un catálogo de golpes espectacular, del servicio a ese revés a dos manos con el que es capaz de abrir ángulos increíbles o contragolpear con brillantez. Responde al nombre de Andy Murray, que se planteó renunciar a la Copa de Maestros para preparar mejor esta final (aunque al final jugó) y que intentará parecerse sobre la tierra de Gante a ese tenista que barrió en el US Open de 2012 y al año siguiente en Wimbledon, convertido en una corriente de aire.

“Sería una victoria tremenda”, dijo Murray a su llegada a Bélgica, un día más tarde de lo previsto por esa amenaza terrorista que sobrevolará la Davis.

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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