Nadal dispersa a Wawrinka
El español, sin grietas en su estreno en la Copa de Maestros, se impone por 6-3 y 6-2 al suizo con un ejercicio de fiabilidad. Se batirá con Murray por el liderato de su grupo
Sin alardes ni frivolidades, porque un estreno en la Copa de Maestros no es quizá lo que exige, Rafael Nadal sumó su primera victoria en el torneo londinense. El español, cinco del mundo, se impuso a Stanislas Wawrinka por 6-3 y 6-2, después de un pulso de 83 minutos. Una puesta en escena en la que, por encima de todo, sobresalió su fiabilidad, que unida a la dispersión del suizo propiciaron un despegue deseado en el torneo. Ahora, mañana (15.00, Canal+ Deportes2), el balear chocará con Andy Murray (doble 6-4 a David Ferrer) por el liderato del Grupo Ilie Nastase y en consecuencia, por un billete para las semifinales.
“Hice un partido muy sólido. Tuve un juego malo, que fue el primero, pero luego estuve muy bien. He tenido una buena semana de entrenamientos aquí y hoy fui agresivo, lo hice como lo quería hacer, sin cometer muchos errores. El único pero es que puedo mejorar mi servicio”, desgranó tras el partido, del firme arranque sobre el tapete aturquesado de Londres.
Un duelo que arrancó torcido. Nadal se mordía el labio inferior y negaba con la cabeza porque los recogepelotas tardaban en exceso en proporcionarle la pelota durante el calentamiento. Mal menor, en todo caso. Lo peor vino después, porque Wawrinka salió en estampida, de latigazo en latigazo, y el de Manacor no terminaba de cogerle el punto a la bola ni al bote; cedió el primer juego con apenas cinco toques, dos errores que se toparon con la red y un revés milimétrico del suizo en el costado izquierdo. Frío, demasiado frío en el arranque. Y el O2, territorio de francotiradores, ya se sabe, exige calor desde el primer momento.
Hizo lo que debía. Ofreció garantías, atacó con sobresaliente y decantó la inercia emocional a su favor
No convenía darle alas a Stan, que en ocasiones hace ver que el asunto no va con él, por ese caminar parsimonioso y pasota, pero que en realidad no es más que un reflejo de su forma de ser. El helvético actúa a ráfagas, por sensaciones e instantes: si el tema va bien y el viento sopla a favor, es uno de esos tenistas por los que merece la pena detenerse a ver un partido; de lo contrario, si vienen mal dadas y la cuesta comienza a tomar pendiente, si el rival le aprieta y él no puede imponer su propuesta, se dispersa y su derecha se convierte en una escopeta de feria, con perdigonazos en todas las direcciones.
Nadal lo sabe y por eso no le dejó coger aire. Encendió el motor, replicó con otro break en blanco y activó la maquinaria. Forzó y forzó a su adversario hasta hacerle perder el control de la escena y de los saques; su segundo, hecho añicos (solo un 34% de puntos obtenidos). Adquirió ritmo el de Manacor hasta acorralar al suizo, que progresivamente se diluyó. Ni siquiera los ánimos de un par de aficionados londinenses situados en el gallinero, dos voceras que creían estar en un partido de fútbol más que en uno de tenis, consiguieron reactivar a Stan The Man. Con 4-3 en contra, salvó un par de bolas de ruptura, pero a la tercera no atinó.
LA JORNADA DE HOY
Kei Nishikori-Tomas Berdych. 15.00 (C+D2).
Novak Djokovic-Roger Federer. 21.00(C+D2).
A partir de ahí, la ciclotimia propia del suizo. Pegó un pelotazo de mala manera después de fallar un punto, en dirección al videomarcador que pende de la cubierta, y al entregar ese juego y conceder el 5-3 estrelló la raqueta contra el suelo. Ya no era Stan, ni The Man, sino más bien el tercer pseudónimo con el que se le conoce, Stanimal. Poco a poco, su revés, su derecha y su juego se evaporaron frente a la consistencia de Nadal, que en su estreno hizo lo que debía hacer.
Ofreció garantías (74% de puntos retenidos con el primer servicio y solo 12 errores, por los 35 de su adversario), atacó con sobresaliente la red (9/10) y supo decantar la inercia emocional del partido a su favor, el factor principal que le ha trastabillado este año. Melló la moral de Wawrinka, al que solo le concedió tres opciones de quiebre, de las que solo apreció una. El resto lo hizo la desconexión del suizo, que hace solo dos semanas le había tumbado en las semifinales de París-Bercy.
“Cuando termine la temporada se valorará todo. Habiendo tirado muchos meses casi a la basura, poder concluir el cinco del mundo es una gran noticia porque quiere decir que mi nivel vuelve a ser alto”, zanjó Nadal.
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