Raúl
Los habrá más altos, más guapos, más listos y más simpáticos. Los habrá más bromistas, más gamberros, más musculosos y mejor peinados. Y los habrá, seguro, mejores, mucho mejores, con más clase, con más gol, con más velocidad, con más regate, con más disparo, batidores de récords, protagonistas de lo nunca visto (esta semana), de lo imposible (la próxima), dioses que no defraudan (excepto al fisco). Pero lo que nunca habrá, nunca, será otro como él. “Raúl es el futbolista más importante de la historia del fútbol español”. Quien así opina se llama Pep Guardiola, un señor al que no se le conocen filias madridistas y que viene a ser, junto a Frank Rijkaard, el inventor del mejor Barça que recuerdan los tiempos. “Nadie hizo nunca más por el Madrid que Raúl”. Quien así opina se llama Diego Armando Maradona, o sea, el fútbol.
El sábado pasado, el Cosmos, actual equipo de Raúl González, disputó la semifinal de la NASL, la Segunda División en Estados Unidos, una categoría menor de un fútbol menor. Pero hay gente para la que un partido en la plaza del pueblo puede asemejarse a una final de la Copa de Europa. Perdía 0-1 el Cosmos ante el Fort Lauderdale y el reloj anunciaba que, o mucho cambiaban las cosas, o aquel sería el último partido de Raúl como profesional. Y cambiaron las cosas. Empató el Cosmos. Y tanto cambiaron que, a media hora del final, Raúl, ese chico de 38 años en cuyo currículo solo hay, entre otras, tres Copas de Europa, seis Ligas y dos Copas Intercontinentales, o 427 goles en 1.015 partidos, hizo un último esfuerzo por no caer derrotado en un estadio de Nueva York convertido, para él, en un descampado de Villaverde Alto. Y para ello necesitaba parar el tiempo. Y lo paró. Ganó 2-1 el Cosmos, con gol de Raúl, que alargó así, una semana más, 21 años después, 21 títulos después, su vida como futbolista profesional, ya en estado terminal.
Lo que se va a encontrar en España
Raúl cerrará el próximo domingo su carrera y pondrá rumbo a España. Aquí verá que de fútbol se habla bien poco. Que se habla de Benzema y de su extraño papel en un chantaje a cuenta de un vídeo erótico sobre un amigo suyo, con 150.000 euros de por medio, que es, euro arriba, euro abajo, el dinero que Benzema gana cada semana. Seguro que algo sabe sobre el juego del Madrid, tan invicto (hasta ayer), tan poco batible (hasta ayer también), tan disciplinado, tan equilibrado, tan ordenado y tan coñazo. Y comprobará que en el Barça lo más trascendente es la guerra de las banderas independentistas, y que algunos de sus jugadores (mayores de edad, sorprendentemente) se pasean por las instalaciones del Getafe, equipo al que acaban de derrotar en un acto heroico por 0-2, tocados con caretas de Halloween, tan cachondos ellos, acción que ha sonrojado a su capitán, Iniesta, que no a su técnico. Un fútbol, el del Barça, que le sirve para ganar partidos penalti va penalti viene (justos todos, sin duda), pero del que nadie tiene el más mínimo recuerdo, porque no está Messi será, más allá de un mago llamado Neymar.
Eso se va a encontrar Raúl a su regreso a España. Él, que como Puyol y románticos por el estilo considera que el fútbol es algo muy serio, y camina unido a la palabra respeto, va a darse de bruces con una pandilla de imbéciles que no saben lo que tienen entre manos. Muy chulos, eso sí.
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