El Barça vive de Luis Suárez
Tres goles del delantero uruguayo, de nuevo asistido en todas las jugadas por Neymar doblegan a un combativo Eibar
Los partidos del Barça han dejado de ser un ejercicio de supervivencia para convertirse en una sesión de aburrimiento en el Camp Nou. A falta de interiores, el único futbolista es Busquets y no queda más remedio que encomendarse a los arrebatos de Neymar y a los goles de Luis Suárez, suficientes para tumbar a contrarios como el Eibar, el Rayo o el Bayer Leverkusen. La sociedad que forman el brasileño y el uruguayo sostiene a los azulgrana en la cabeza de la Liga con el Madrid. No fluye el fútbol, el juego se enreda, interviene para mal el árbitro, capaz de cualquier disparate, y se impone aguardar a que la pelota llegue de vez en cuando a Neymar para que habilite a Luis Suárez.
El uruguayo funciona como en su día Hugo Sánchez en el Madrid. Tiene una pegada que soluciona los peores partidos, jornadas desagradables como la de ayer, rematada por un colegiado horroroso, errático en la concesión del 1-0, permisivo con las tarascadas, sorprendente en la expulsión de Mascherano y reprobable cuando pitó el final en el momento que volvía a armar la pierna Luis Suárez. El delantero centro celebró el año que lleva de azulgrana con un triplete irreprochable en un partido descontrolado, sin hilo, salpicado de incidentes, mal arbitrado por el bien considerado del Cerro Grande.
BARCELONA, 3; EIBAR, 1
Barcelona: Bravo; Alves, Piqué, Bartra (Mathieu, m.55), Jordi Alba; Rakitic, Mascherano, Busquets; Sandro (Munir, m.55), Luis Suárez y Neymar. No utilizados: Ter Stegen, Douglas, Adriano, Vermaelen y Gombau.
Eibar: Riesgo; Capa, Dos Santos, Pantic, Juncà; Escalante, Dani García (Silvestre, m.45); Keko, Verdi (Sergi Enric, m.53), Inui (Saúl Berjón, m.79); y Borja Bastón. No utilizados: Irureta, Hajrovic, Lillo y Ekiza.
Goles: 0-1. M.9. Borja Bastón. 1-1. M.21. Luis Suárez. 2-1. M.48: Luis Suárez. 3-1. M. Luis Suárez.
Árbitro: Del Cerro Grande. Expulsó con la tarjeta roja directa a Mascherano (m. 83) y amonestó a Rakitic, Escalante, Juncà. Pantic, Piqué, Capa, Neymar y Silvestre.
Camp Nou: 78.228 espectadores.
Aunque la declaración de intenciones fue la misma que la del martes en Borisov, al menos desde la alineación, el partido del Barça discurrió por el camino habitual de la Liga. Al Barcelona le cuesta Dios y ayuda entrar en juego y al rival le alcanza con rematar a portería para cantar gol, incluso en el Camp Nou. Bartra perdió la pelota cuando salía de la cancha azulgrana y Borja Bastón, el goleador del Eibar —seis tantos en los últimos cinco partidos— remató a la red el rechazo de Bravo después del tiro de Keko.
Resbalaban los azulgrana, más fríos que destemplados, fuera de foco, nada finos, lentos, sin ritmo ni fluidez, y el partido oscurecía como la tarde, hasta que compareció Neymar, que llegó al estadio con un sombrero como el del Mago Pop. A partir del regate del brasileño, el Barça elaboró una jugada de mérito que acabó en gol de Luis Suárez. Tomó Busquets el balón de Neymar, abrió para Sandro y el centro sin parar del delantero canario, que templó en fuera de juego, fue cabeceado a la red por el insaciable 9.
A excepción de una pifia de Sandro, no hubo más fútbol azulgrana hasta el descanso, gobernado el partido por el Eibar, mejor que el Barça. Keko no marcó el 1-2 porque Bartra sacó el balón en la línea de meta después de una pérdida de Alves. No se recuerda una versión barcelonista más lúgubre en mucho tiempo, incluso si se rebobina la etapa de Martino. Ausentes los volantes, al Barça les sobraba el cuero, no sabía combinar, ni presionar, ausente del encuentro, irreconocible por más que sus vistiera de azulgrana, a merced del Eibar. El silencio era sepulcral en el Camp Nou.
No servía de nada mirar al banquillo, repleto de zagueros, sin más recurso ofensivo que Munir y Gombau, y tampoco los gustos de Luis Enrique invitan precisamente a animarse, ni siquiera contra rivales aparentemente menores como el de ayer, por más que el equipo armero no hubiera perdido en cancha ajena en la Liga. Hubo un momento, con 1-1, en que quien tiraba caños era Keko.
No le quedaba más remedio al Barça que encomendarse a Neymar, inconformista, revoltoso y desequilibrante, el mejor socio para un ariete rematador como Luis Suárez. El brasileño compareció un momento para tomar la pelota y no dejarla hasta ponerla a merced del uruguayo, que no perdonó el 2-1. Aunque irregular y discontinuo, Neymar era el único que descentraba al Eibar. Ninguna acción definió mejor el partido que una conducción de Mathieu por el costado izquierdo del ataque del Barça. Tomó carrera el francés y empezó a eliminar rivales, con un autopase de por medio, hasta poner un centro, acción muy aplaudida en el Camp Nou.
No hubo nada hasta que el árbitro expulsó a Mascherano y se convirtió en el protagonista de una contienda barroca y fea, resuelta cuando volvió a conectar la efectiva pareja Neymar y Suárez. Los goles salvaron una jornada tediosa, en el campo y en la asamblea, sin juego, todo muy previsible: la gent blaugrana asumió que para un día como el de ayer, después de una semana de multas de la UEFA, denuncias arbitrales y malas noticias como la de Cruyff, le valía el discurso austero de Bartomeu, una ración de Neymar y tres goles de Luis Suárez.
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