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El grito de la Australia más global

Los ‘Wallabies’ vuelven a ser temibles tras repescar por primera vez a jugadores que militan en clubes europeos

Partido entre Australia y Escocia.
Partido entre Australia y Escocia. Dylan Martinez (REUTERS)

Muchas cosas han cambiado en Australia desde su aparente punto de no retorno el pasado otoño. El encargado de transformar los conflictos internos en combustible emocional ha sido su nuevo técnico, Michael Cheika, pero la mutación promete ser más profunda. La esencia del rugby australiano ha aceptado la globalidad, el músculo económico de las ligas francesa e inglesa para reclutar a sus jugadores.

El inesperado hito de aceptar en el mes de abril la selección de jugadores que compitan en Europa ha asentado el resurgir de un equipo todavía irregular, pero temible en sus mejores fases. “No imaginaba hace un año que estaría en una semifinal de un Mundial [el domingo contra Argentina]. Mi plan era conseguir un poco de dinero delante del micrófono”, explica el centro Matt Giteau, repescado por los Wallabies tras haber sido ignorado desde su fichaje por el Toulon francés en 2011.

En el corto plazo, los criterios de la decisión de la Unión Australiana de Rugby estaban moldeados para repescar a Giteau, de 33 años, y a su compañero de equipo Drew Mitchell, de 31. Para que los jugadores que militan en clubes europeos fueran seleccionables debían haber jugado 60 partidos con los Wallabies y haber pasado al menos siete años bajo contrato profesional con la Unión. Ambos entraron en la convocatoria de Cheika para el Mundial y Giteau ha tenido un papel decisivo en los triunfos ante Inglaterra y Escocia.

“Es una decisión que reconoce las dinámicas cambiantes de un mercado global para jugadores profesionales”, analizaba en abril el presidente de la Unión Australiana de Rugby, Bill Pulver. No tenía demasiado margen, pues lo contrario no solo suponía prescindir de Giteau y Mitchell, sino de muchos otros. Cuando acabe el Mundial, el medio melé Will Genia se marchará al Stade France, mientras que el ala Adam Ashley-Cooper y el delantero Sekope Peku jugarán en Burdeos. A estos tres, titulares habituales, se unen otras alternativas de futuro como Jack White, también en Francia con Montpellier, o James Horwill, en los Harlequins ingleses.

“La visión ha cambiado y es algo positivo. La gente que ha trabajado muy duro en Australia para lograr 60 internacionalidades y tenemos una oportunidad para retarnos a nosotros mismos en competiciones con mucho nivel como el Top-14 [francés] o la Aviva Premiership [inglesa]. Si los jugadores son lo bastante buenos, deben seguir siendo seleccionables”, valora con un tono seguro Kepu. El delantero considera que los encargados de organizar el rugby australiano deben poner el acento en la cantera. “Hay que prestar atención a los chicos jóvenes para que sigan en Australia. Así es como yo lo veo”.

Ante las kilométricas distancias del Super Rugby, Kepu asegura que sus motivos para marcharse a Burdeos no son económicos, sino personales. “Cada uno tiene sus razones y la mía es mi familia. Mi hija tiene ahora siete años y es muy duro viajar tanto, te pasas jugando seis meses de cada año. Por mucho que sea duro, son decisiones que debes tomar”, explica el delantero, que recuerda también otra decisión dura en sus inicios en Nueva Zelanda, la de abandonar su posición de número 8. “Fue un proceso muy difícil porque es la posición más exigente, en la que te toca enterrar la cabeza en la melé”.

Como pioneros en la materia, Kepu, de 29 años, tuvo muy en cuenta el consejo de Giteau y Mitchell. “Les pregunté porque son buenos amigos, han estado por allí con sus familias y les encanta”. Con ellos de vuelta, el vestuario de los Wallabies, esa compleja amalgama de grandes talentos, ha recuperado galones. “Han sido un añadido decisivo a nuestro equipo. Traen todo, desde las risas, su intensidad en los entrenamientos, su capacidad para cambiar partidos, su experiencia…” Giteau, el único de la actual plantilla que vio sobre el césped la descorazonadora patada de Jonny Wilkinson en la final de 2003, aún tiene deberes pendientes.

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