Simeone y el sacrificio del talento
Griezmann y Óliver sufren las exigencias tácticas y físicas de Simeone ante los grandes
Protegerse antes que descubrirse. Ya ha jugado el Atlético contra el Madrid (1-1) y contra el Barça (1-2) y en ambos partidos el planteamiento inicial de Simeone estuvo más orientado a recuperar las señas de identidad del equipo campeón de hace dos temporadas que a tratar de reforzar la evolución del equipo que maneja. El sacrificio del talento, con Griezmann y Óliver en las bandas en el dibujo inicial, constatan sus temores a una apuesta definitiva sea quien sea el contrario. Ni uno ni otro ofrecieron su mejor versión en esas posiciones en esas dos citas. El francés estuvo alejado del gol y de acciones definitivas. Por el canterano apenas pasaron balones y los circuitos de balón principales estuvieron lejos de él.
Terminado el derbi del domingo ante el Real Madrid (1-1), Simeone explicó la posición de Griezmann, alejado del área y caído a la banda derecha, desde la necesidad de tener equilibrio. Razonó el técnico que la única manera de darle cabida a Correa en el once que dispuso era retrasando al francés, hasta ahora su mejor futbolista en ataque. “Él se siente más cómodo de punta o segunda punta, pero también estaba Correa e intenté compensar. Cuando entró Carrasco le liberamos de ese esfuerzo solidario que le pedimos”, explicó el técnico rojiblanco.
El resultado de ese cambio de posición hizo mella en el rendimiento de Griezmann con el balón. Se le espera desequilibrante en los grandes partidos, pero pagó los esfuerzos defensivos a los que le obligó su entrenador para equilibrar cuando replegaba. “El Barça es el mejor equipo del mundo y es difícil jugar contra ellos. Al final, no tienes el balón y corres mucho detrás de ellos”, explicaba sobre su gris partido ante los azulgrana. Contra el Madrid, solo cuando se fue Correa y entró Carrasco su peso en el ataque rojiblanco fue más pronunciado.
En la otra banda, Óliver fue el primer sacrificado de Simeone en el derbi al sustituirlo en la media parte. El chico se ha ganado la confianza del entrenador en este inicio de curso, pero no acaba de explotar. Es un futbolista que demanda más balón. En la banda es complicado que pueda desarrollar con regularidad su mejor virtud: dar continuidad y claridad al juego. La apuesta de Simeone por él ha sido firme hasta el momento, pero no definitiva en cuanto al estilo. Solo ante el Benfica, Simeone se atrevió a hacerle jugar más centrado de inicio al disponer un 4-3-3.
Reacción
Hasta que el Benfica marcó el gol del empate y el equipo se desplomó, Óliver lideró media hora de juego —con un porcentaje cercano al 90% en el pase— en la que el Atlético pudo liquidar el encuentro si Jackson Martínez y Correa hubieran afinado la puntería.
Terminado el partido con el Madrid, Simeone se mostró satisfecho por el punto y porque el balance de ocasiones, “que es lo que cuenta en el fútbol”, había sido favorable. Celebró el gol de Vietto como hacía tiempo que no se le veía, consciente de que impedía que el Madrid se marchara en la tabla. El fútbol desplegado hasta lograr el empate no fue brillante, aunque el arreón final, impulsado por él mismo con aspavientos a grada y jugadores disimulara los problemas con el balón durante casi todo el partido, que también dejó otra buena noticia. Por primera vez, en lo que va de curso, sus jugadores no se desplomaron tras recibir un gol como sucedió ante el Barça, el Benfica y el Villarreal.
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