Elecciones, querellas y récord
28/09 Un lunes de ganadores
Los medios se llenan de bla, bla, bla sobre las elecciones catalanas. No es para menos, pues el tema da juego hasta el infinito. Dado que el partido se jugaba a varias bandas, cada cual se arrima a aquella donde sale mejor parado. Que si escaños, que si votos, que si bajadas menores de lo previsto, cualquier excusa es buena. Así vivimos otra noche donde prácticamente todos (a excepción de Unió y el conglomerado Podemos) se proclamaron ganadores. De todos los juegos malabares, el del PP se llevó el primer premio. Apuntarse el tanto de haber hecho (supuestamente) fracasar al independentismo después de recibir un bofetón electoral de primera categoría, es un ejercicio de optimismo solo a la altura de aquellos que ven la botella llena cuando solo queda un culito.
Optimista está Jorge Lorenzo, que recorta su diferencia con Rossi a falta de cuatro carreras para que concluya el Mundial. Veo el final de la carrera hasta la ceremonia del pódium y concluyo que me gusta más el rollo de los moteros que el de la F1. Esos saludos que se dan los Hamilton, Rosberg, Kimi, Alonso, Vettel y compañía cuando se bajan de sus bólidos, tan protocolarios y hasta gélidos o esas ruedas de prensa donde solo les falta bostezar. Al ganador parece molestarle tener que compartir protagonismo con dos perdedores, y en estos se adivina el pensamiento de que han sido derrotados por cuestiones mecánicas, pues se sienten mejores pilotos que el que se sube a lo alto del cajón. Lo de las motos destila otra cosa más de verdad, o al menos a mí me lo parece. No se miran por encima del hombro, no se creen el ombligo del mundo y les puedo imaginar yéndose de fiesta juntos a una discoteca poligonera. Hasta Pedrosa se está relajando y sonríe de vez en cuando…
29/09 Un martes de querella
No hay mayor desprecio que no hacer aprecio, me solía decir mi padre. Con el asunto de las insinuaciones sobre Gasol vertidas por un bloguero del diario Le Monde, esta era la táctica de Pau. Incluso dijo sentirse halagado por los pitos y la querella, pues eso significaba que su baloncesto había estado a un gran nivel. Pero el Consejo Superior de Deportes y la Federación Española no piensan igual y han demandado por un millón de euros al susodicho insinuador. No me parece mal, pues siempre he creído que el que acusa tiene la obligación de presentar pruebas de la culpabilidad, y no el acusado pruebas de su inocencia. No sé si la querella tendrá algún efecto práctico, pero si logran ganarla será un aviso para navegantes.
Al hilo de esto, leo una información de EL PAÍS sobre un medicamento llamado Mildronate que supuestamente todo lo cura y sirve para muchas cosas y que según unos estudios ha estado siendo utilizado por muchos deportistas. Ahora, la Agencia Mundial Antidopaje lo incluirá en la lista de sustancias prohibidas a partir del 1 de Enero de 2016. La noticia me lleva a dos reflexiones. Una, que la persecución del doping va siempre detrás del doping. Dos, que la vara de medir, guste o no, es más legal que ética. Muchos de los dopings de ahora no lo eran antes, por lo que entrar en disquisiciones morales resulta terreno resbaladizo.
30/09 Un miércoles de récord
Con sus dos goles en Suecia, Cristiano Ronaldo bate el récord de Raúl y se convierte en el máximo goleador de la historia del Real Madrid. En este diario ya se ha señalado anteriormente que vivimos tiempos donde de tanto señalar marcas, algunas de ellas más anecdóticas que sustanciales, se corre el peligro de no saber distinguir entre unas y otras. Pero esta es de categoría. Por el club del que se trata, protagonista principal de la historia de este deporte, y por el hecho de tratarse de goles, lo más importante que tiene el fútbol. Ronaldo supera a Raúl y encima tarda menos de la mitad de tiempo, lo que habla de un rendimiento grandioso en cuanto a aciertos ante la portería. El mismo día que lo consigue, escucho por la noche un debate en la radio sobre si Cristiano habla o no habla con la prensa, si es simpático o no, si vive enfadado o si su marca es producto de su egoísmo o de su talento. Y me pregunto si resulta necesario, al menos en un día como hoy, discutir más sobre su carácter que sobre su monumental obra. Cierto es que Ronaldo no ganaría un certamen de simpatía, y sospecho que siempre nos quedará la duda de si lo más importante para él es él mismo o el equipo, pero sus registros son incuestionables. Van Morrison o Bob Dylan son dos músicos huraños con el público, mal encarados en muchas ocasiones, lo que no nos impide disfrutar de su talento musical. Si logramos disociar una cosa de la otra (hay muchos otros casos en otras disciplinas) ¿por qué resulta tan difícil hacerlo en este?
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