Se suicida en prisión un entrenador de EE UU acusado de abusos a menores
Marvin Sharp, uno de los técnicos más reputados del país, se suicida en la cárcel tras las acusaciones de una menor
“Speechless” (sin palabras), tuiteó el sábado Bridget Sloan, campeona mundial de gimnasia en 2009, una palabra que podría ser perfectamente la reacción emocionadadespués de un nuevo triunfo deportivo. Pero no iba de eso el tuit. El speechless de la gimnasta norteamericana, de 23 años, iba, en esta ocasión, acompañado de un enlace a una página web de Indiana (EE UU) que relataba la muerte por suicidio en la celda de su prisión de Indianápolis de Marvin Sharp, de 49 años, el entrenador que la había conducido, a ella, y a su compañera Samantha Peszek, a la plata olímpica por conjuntos en los Juegos de Pekín 2008.
En prisión provisional, Sharp estaba detenido, en espera de juicio, desde el 24 de agosto, denunciado por una de sus gimnastas, una menor, quien relató a las autoridades que desde los 12 años había sufrido abusos sexuales y tocamientos por parte de un técnico que había alcanzado la cima en 2010, cuando fue nombrado mejor entrenador del año. La noche de su suicidio —aunque se ha abierto una investigación, las autoridades, que no han descrito cómo se quitó la vida, excluyen cualquier otra causa de su muerte— se celebraba justamente la gala de la federación de gimnasia de Estados Unidos. El día que lo detuvieron, la policía registró su casa y su academia de gimnasia de Indianápolis, una de las más reputadas de su país, donde se hallaron ordenadores con miles de fotos de pornografía infantil.
La denunciante, que decidió contarlo a su familia a los 14 años, esta primavera, relató a la policía cómo Sharp le tomó “cientos, si no miles, de fotos” durante al menos cinco sesiones en un pequeño estudio que había instalado en el gimnasio. En una sesión le pidió que posara con topa interior blanca y que se sentara en el suelo abierta de piernas. No la dejaba cambiarse de ropa en los vestuarios, sino delante de él, y cuando la ayudaba a ajustarse la ropa interior, asunto en el que insistía, Sharp aprovechaba para toquetearle las zonas íntimas. Cuando se entrenaba o competía, Sharp le prohibía usar ropa interior debajo de las mallas, lo que sí permitía a sus compañeras. Incluso, cuando, durante una sesión de masaje, que Sharp se empeñaba en oficiar, el técnico observó que un pelo púbico sobresalía de sus mallas, cogió una maquinilla eléctrica, apartó las mallas y lo afeitó. Después le pidió que se sometiera a una depilación con láser.
La niña declaró a la policía que no decía nada a su madre por miedo a que la echaran del equipo, pero que un día tras una sesión en la que le obligó a ponerse una camisa de fuerza y posar provocativamente, no aguantó más.
Como ella, señaló a las autoridades la niña, cuyo anonimato ha sido preservado por la policía, Sharp hizo fotos a varias compañeras más, algunas mayores que ella, pero sin alcanzar los 16 años, y otras de cinco años.
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