Pau Gasol, la conjura del gigante
La selección se prometió la revancha tras el fiasco del Mundial y el líder no para en su objetivo de alcanzar una tercera final olímpica seguida ante Estados Unidos
“Eso no va acabar aquí. Hemos sufrido un tropiezo que nos decepciona y nos duele a todos en el alma, pero no vamos a darnos por vencidos. Siempre hemos sabido estar, a las duras y a las maduras, digerir las derrotas, hasta convertirlas en una fuente de motivación. El año que viene volveremos a competir por el oro en el Eurobasket de Francia”. Juan Carlos Navarro, el capitán, se levantó de una de las mesas del salón Aranjuez del hotel Meliá Castilla de Madrid y arengó de esta forma a sus compañeros durante una de las cenas más tristes de las muchas que han compartido durante los últimos 16 años. Era la noche del 10 de septiembre de 2014. El equipo español, anfitrión, había caído de manera inesperada en los cuartos de final del Mundial ante Francia. El fiasco había dejado muy tocados a los jugadores, a todos los componentes del cuerpo técnico, médico y auxiliar de la selección que compartían la última cena y las últimas horas de concentración.
El abatimiento de José Luis Sáez, era infinito. “Aquellos días no se los deseo ni a mis peores enemigos”, dice el presidente de la federación cada vez que recuerda el varapalo. El único consuelo para él y sus colaboradores es que los jugadores de la generación del ochenta que, según muchos, iban a poner punto final a su fantástica trayectoria precisamente en el Mundial, mantenían vivo el espíritu y las ganas de continuar en la brecha. Nueve meses después, desde una clínica de Vitoria donde visita al especialista Mikel Sánchez, Navarro llamó a Sáez y, abatido, le comunicó que se habían confirmado la peor de las previsiones y la fascia plantar que sufría en el pie derecho y la tendinopatía en el izquierdo le obligaban a renunciar al Eurobasket.
Ambición y humildad
Se acumulaban los problemas. Calderón y Ricky Rubio, con rémoras físicos tras una temporada muy complicada para ambos en la NBA, tampoco iban a estar en Berlín y Lille. Sin embargo, ya en marzo y desde Chicago, Pau Gasol empezó a dar síntomas de que estaba decidido a competir en el Eurobasket. Primero, en un artículo en el diario Marca, expresó su extrañeza porque la federación no hubiera nombrado aún al seleccionador. “Las negociaciones son más complicadas de lo que pueda parecer. Se tenían que valorar muchas circunstancias y condicionantes de planificación, de estructura de la selección, de duración y cuantía económica del contrato”, explica en Lille uno de los colaboradores de José Luis Sáez.
La cola para felicitarlo
Pau no olvida las derrotas en Pekín y Londres ni lo cerca que estuvo España de superar a las selecciones con las más grandes estrellas de la NBA. Tras consumarse la derrota en los Juegos de 2012, por 107-100, Pau recibió posiblemente el mayor reconocimiento que pueda recibir un deportista. Abatido en el banquillo español, se encontró de repente a los jugadores estadounidenses formando cola ante él para darle la mano: Lebron James, Kevin Durant, Kobe Bryant, Carmelo Anthony… todos quisieron confortarle y felicitarle por su espléndida actuación.
Antes del inicio del Eurobasket, Pau Gasol expresó su motivación por alcanzar una nueva oportunidad en una final olímpica ante los estadounidenses: “Si llegáramos otra vez, este equipo lucharía como en las dos anteriores. Se ha estado cerca y con la ilusión de poder ganarla. Está claro que es muy, muy complicado llegar. Pero este equipo no se ha acomplejado ante nadie ni ante nada. Eso sí, siempre con humildad y entendiendo lo difícil que sería tener una nueva oportunidad. Sería excepcional”. El primer paso para la ansiada cita de 2016 ya está dado.
En mayo, Pau se adelantó a la noticia oficial y manifestó su alegría al saber que la federación estaba a punto de nombrar a Scariolo. El 17 de junio, el pívot de los Bulls, 19 días antes de cumplir 35 años, anunció su determinación de competir en el Eurobasket. Sin embargo, el 7 de julio su hermano Marc, tras firmar un nuevo contrato con Memphis por cinco años y 100 millones de euros, argumentó su decisión de no competir en el torneo. Durante la fase de preparación, Abrines se resintió de una lesión y completó el póquer de bajas de la selección.
Nada arredró a Pau. Mantuvo su convencimiento de que España contaba con un equipo competitivo, capaz de obtener el billete directo para los Juegos Olímpicos en el Eurobasket, sin tener que esperar a un complicado y engorroso Preolímpico en julio. Pau lanzó un mensaje sobre el reto del equipo y las circunstancias que lo envolvían: “Tenemos que competir con muchísima ambición y entender, con humildad, que este campeonato es muy difícil, muy exigente y competitivo y que nos faltan jugadores de enorme nivel”. Y ya en pleno torneo, tras la segunda derrota de España, ante Italia, remachó: “Tenemos que ser conscientes de que no contamos con un grupo con el mismo talento de años pasados. De ahí la necesidad de darlo todo y jugar con una intensidad, una concentración, una disciplina y una conjunción de equipo para sobreponernos a los momentos difíciles”. Un miembro del equipo de preparadores de la selección constata: “Aquella derrota del Mundial hizo mella en el equipo. Tenían que quitarse la espina”.
El plan de preparación física de Pau ha sido intenso y minucioso, bajo los dictados de su preparador personal, Joaquín Juan. Muchos días sus sesiones específicas empezaron una hora y media antes que el resto de sus compañeros. Por ejemplo, tras su sensacional partido ante Francia, compareció ante la prensa hasta casi la una de la madrugada, regresó al hotel y se sometió a una sesión de terapia hasta las dos y media. No hay otro secreto para entender su extraordinaria forma física. A sus 35 años ha completado un torneo impecable, solo perturbado por unas molestias en un gemelo, muy alarmantes en el momento porque las notó en los instantes previos al partido ante Polonia. Pero las superó sin problemas y sin apenas tener que dosificarse más de lo previsto en la hoja de ruta del seleccionador Sergio Scariolo.
Pau ha traducido su exuberancia física y técnica con unos números superlativos en la cancha. Ha sido el máximo anotador del torneo, uno de los máximos reboteadores y el jugador que más tapones ha puesto. Su liderazgo ha resultado capital en su cruzada particular: clasificar a España para los Juegos de Río. Y su sueño, disputar una tercera final olímpica seguida contra Estados Unidos, la cuarta contando la de 1984 en Los Ángeles.
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