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Griezmann apaga el infierno turco y da la victoria al Atlético

El francés cuaja un partido soberbio con dos goles y lidera el triunfo rojiblanco

Ladislao J. Moñino
Griezmann celebra el primer gol al Galatasaray.
Griezmann celebra el primer gol al Galatasaray.AP

A lomos de la personalidad y la voracidad de Griezmann, el Atlético se dio un paseo de 45 minutos por el Ali Sami Yen de Estambul que le valió para conquistar sus primeros tres puntos y justificar su condición de favorito a liderar el grupo.

GALATASARAY, 0; ATLÉTICO, 2

Galatasaray: Muslera; Sabri (Öztekin m. 46), Semih Kaya, Denayer, Carole; Hakan Balta; Podolski (Gümüs m. 71), Inan, Çolak (Umut Bulut m. 32), Sneijder; Yilmaz. No utilizados: Gönen, Günter, José Rodríguez, Adin, Sarioglu.

Atlético: Oblak; Juanfran, Giménez, Godín, Siquiera; Koke, Saúl (Óliver m. 80), Tiago, Griezmann; Vietto (Gabi m. 62), Jackson Martínez (Torres m. 60). No utilizados: Moyà, Savic, Gámez, Correa.

Goles: 0-1 M. 18. Griezmann. 0-2 M. 25 Griezmann.

Árbitro: Szymon Marciniak. Amonestó a Yilmaz, Öztekin y Gabi.

Ali Sami Yen Spor. Unos 22.500 espectadores.

El infierno turco duró lo que el francés tardó en sacar a relucir un juego de tobillo primoroso. Ese primer gol deshizo al Galatasaray que enseñó un nivel defensivo impropio de la competición. Un toque seco y agudo, tac, al borde del minuto 20 derribó el muro de sonido de la ruidosa hinchada del Galatasaray. La coreografía que incitaba a la unidad de Turquía con una gigantesca bandera-mosaico, los cánticos que aludían a la inmortalidad de los mártires y a la indivisibilidad de la patria o la arenga “ganar por nosotros” que emanaba de los fondos se apagaron con ese toque delicado de Griezmann tras un pase raso y preciso de Juanfran. El cuerpo para amortiguar y el movimiento de tobillo para que la pelota saliera recta y esquinada hacia la red. Cinco minutos después, el propio Griezmann empujaba sobre la línea de gol una deja de cabeza de Godín.

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A estas alturas de temporada, Griezmann trasciende por encima de las alineaciones o las disposiciones tácticas de su entrenador. Anoche Simeone movió piezas, aunque no el dibujo. Metió a Saúl al lado de Tiago, y jugó con Jackson y Vietto arriba para retrasar a Griezmann a una banda. Dio igual. Fue un diablo por todo el campo. Empezó en la derecha y al poco se fue a la izquierda. Desde allí empezó a reclamar el balón al pie para ser el que acelerara y aclarara el juego en los últimos metros. También estuvo implicado en la pelea por las recuperaciones. Por todas partes pululaba y en todas se imponía. En ese estado de omnipresencia dio igual que Jackson y Vietto aún estén en pleno aprendizaje de lo que es jugar en un equipo de Simeone. Griezmann hizo todo por ellos dos. Lo mismo que la pareja atacante que salió de inicio sucedió con Torres en el campo.

En este punto del curso, el ataque del Atlético es Griezmann. Sus dos goles culminaron un plan que empezaba por dejar que los centrales del Galatasaray Kaya y Denayer sacaran la pelota y también por agujerear a sus laterales, Sabri y Carole con Juanfran y Siqueiira. Las imprecisiones de los zagueros en la salida del balón le dieron muy rápido el mando del partido al Atlético. A nada que Saúl y Tiago comenzaron a ser precisos en el juego corto el acoso anunció esos dos tantos definitivos. Se quedó sin respuesta Galatasaray durante muchos minuto, entregado a la figura de Sneijder. La edad le ha ido arrinconando hacia un costado, desde donde siempre trata de salir con una pared que le encare hacia la portería. El paso del tiempo le ha orillado como hace con muchas viejas glorias. Los campos de fútbol de la élite y de las categorías regionales están plagados de veteranos que conservan el toque y se lucen en los saques de esquina o en los libres directos o indirectos. Ya queda poco rastro de aquel volante dinámico que aterrizó en el Real Madrid, que levantó una Copa de Europa con el Inter de Mourinho o guio a Holanda hasta el subcampeonato del mundo. Al menos, con respecto a Podolski, Sneijder trata de implicarse en el juego. Podolski desde hace ya varias temporadas es solo disparo con la pierna izquierda. El suyo es el síntoma de que el club más poderoso de Turquía, acuciado por la crisis, tiende a ser un cementerio de veteranos con más medallas que fútbol.

Tuvo arrestos el Galatasaray para tratar de arrinconar al Atlético en el segundo tiempo. La sucesión de cambios, el primero a la media hora cuando Colak, mediocentro, cedió su puesto a Bulut, un delantero, más la entrada del revoltoso Oztekin en el segundo tiempo volvieron a levantar a su hinchada con un bombardeo de centros laterales y disparos lejanos. Ante el temor de un gol que en los últimos minutos complicara el partido, Simeone metió Óliver para que ejerciera de efecto dormidero. El chico jugó los últimos diez minutos, pero los hizo suyos. Si antes había sido Griezmann el que calló el infierno, en ese tramo final fue Óliver, en un papel que también ejecutaba Arda. En tan poco tiempo le dio para esconder la pelota y poner a Griezmann frente a Muslera con un pase filtrado a la carrera con el exterior que esta vez el francés no aprovechó. Dio igual. Sus diabluras ya habían ganado el partido antes.

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Sobre la firma

Ladislao J. Moñino
Cubre la información del Atlético de Madrid y de la selección española. En EL PAÍS desde 2012, antes trabajó en Dinamic Multimedia (PcFútbol), As y Público y para Canal+ como comentarista de fútbol internacional. Colaborador de RAC1 y diversas revistas internacionales. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Europea.

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