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Diario del Palomero en el Eurobasket
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Día 4. Calma chicha

El autor trata las sensaciones ofrecidas por España y la 'final' que afrontan los de Scariolo ante Alemania

Sergio Rodríguez ante Islandia
Sergio Rodríguez ante IslandiaJuan Carlos Hidalgo (EFE)

España aprovechó su encuentro frente a Islandia para intentar arreglar algún desperfecto causado por su segunda derrota ante Italia y llegar de la mejor forma posible en juego y ánimo a los cruces que comienzan hoy. Sí, ya sé que todavía estamos en la primera fase de liguilla, pero el que “o me quedo o me voy para casa” de esta tarde ha convertido el partido ante Alemania en los dieciseisavos de final. La situación es compartida también por los alemanes por lo que el partido va a dejar a alguien muy mal parado. O se despiden los anfitriones antes más de 16.000 espectadores, o coge el avión de vuelta uno de los grandes favoritos del torneo.

Con este carrusel de sensaciones tan dispares que ha ido transmitiendo la selección española a lo largo del campeonato, uno tiene que tirar más de pasado que de presente para tranquilizar el espíritu. Y lo que nos dicen los últimos tiempos, casi desde 2009, es que España se ha manejado mucho mejor en el combate por K.O. que en la rutina de las clasificaciones. En Polonia, Londres o Lituania, nuestras dudas terminaron cuando se puso en marca la ruleta rusa y un colectivo irregular e inestable dio paso a otro bien distinto.

Cuando juegas ya sin red, la exigencia del sistema nervioso es mucho mayor, y los equipos suelen reaccionar de manera diferente. Algunos, al verse al borde del precipicio, reaccionan mal. Otros se viene arriba. España se enfrenta a su primera final con la esperanza de una reactivación necesaria, pues todos sabemos, ellos los primeros, que con el rendimiento dado hasta ahora, el futuro no se puede observar con optimismo.

En principio, Alemania es un conjunto más llamémosle tradicional que otros como Italia o incluso Islandia. Por lo visto hasta ahora, sufrimos mucho ante equipos cuyos jugadores juegan casi más por detrás de la línea de tres puntos que en posiciones interiores. Los alemanes, teniendo como referencias importantes a Nowitzki o Pleiss, se mueve de forma más ortodoxa, lo que facilitará el trabajo de nuestros hombres altos. Más que Nowitzki, un mito de este deporte, la preocupación principal parece haberse trasladado hacia lo que pueda hacer Schroder, el base de los Atlanta Hawks, ahora mismo el jugador más peligroso del equipo alemán. Siendo capaz de alternar grandes aciertos con errores de bulto, casi todo pasa por él, por lo que la tarea de Llull o Rivas se antoja vital.

De todas formas, la mayor preocupación gira más alrededor de lo que pueda hacer el equipo español. Es hora de dar un puñetazo en la mesa, decir aquí estamos, y despejar definitivamente las muchas dudas que ha ofrecido su rendimiento hasta entonces.

Hoy, sin más tardar, es hora para ver a los dos Sergios en una versión a la altura de las circunstancias, una mejor selección de tiros exteriores que debe traer porcentajes más acordes, un equilibrio entre el poderío interior, incuestionable, con la productividad exterior, una intensidad defensiva más constante a lo largo de los cuarenta minutos y que permita rápidas transiciones. En definitiva, un rendimiento más cercano al 80% de su potencial que al 50 logrado hasta ahora.

Comienza de verdad el europeo. Nos encontramos en una situación que no estaba en el guión, con la posibilidad de abandonar el torneo a las primeras de cambio, pero por otro lado, tampoco el escenario resulta tan diferente. Si lo previsto eran tres partidos a vida o muerte para lograr el pasaporte a Rio (octavos, cuartos y semis) ahora tenemos cuatro. El órdago comienza con dos días de antelación. Para este primero, debería bastar que España se pareciese a la España que todos conocemos.

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