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Una tragedia cerró el circuito de Montjuïc

Cinco personas murieron después de que un bólido se estampase contra la tribuna

Estado en el que quedó el bólido tras el siniestro.
Estado en el que quedó el bólido tras el siniestro.

El 27 de abril de 1975 se despidió la Fórmula 1 del viejo circuito urbano de Montjuïc en circunstancias que evolucionaron de la polémica a la tragedia. Los pilotos se aliaron para no correrlo, por estimar que al circuito le faltaba seguridad. Al final lo hicieron, bajo amenaza, todos menos Emerson Fittipaldi, líder del Mundial. La carrera sólo consumió 25 de sus 75 vueltas, porque el coche de Stommelen perdió un alerón, voló y se estrelló contra el público, muy próximo a la pista. Aquello produjo una tragedia, sombrío antecedente de la ocurrida el sábado en Galicia.

Ya existía en España el circuito permanente del Jarama desde finales de los sesenta, pero la tradición de Montjuïc (la montaña más deportiva del mundo), coronada por el viejo estadio que se remozaría para los JJ OO de Barcelona 92, se tenía muy en cuenta. Así que desde 1968, el Gran Premio de España de Fórmula 1 alternó: los años pares en el Jarama, los impares en Montjuïc… Hasta 1975.

Montjuïc era un circuito urbano, con subida y bajada al estadio. Tenía 3.790 metros y no respondía ya a las nuevas exigencias del automovilismo. No tenía escapatorias, había una curva llamada de vías en la que los coches cabalgaban las vías del tranvía, en la recta del estadio había un fuerte cambio de rasante que hacía que los vehículos quedaran suspendidos por unos instantes en el aire, la base de los árboles se envolvía en balas de paja… Pero tenía un sabor apasionante y era una tradición amada por la ciudad, en la que había mucha afición.

Aquel año, los pilotos se plantaron. Los circuitos urbanos desaparecían, (hoy ya sólo queda Mónaco), se exigían nuevas medidas de seguridad, circuitos permanentes diseñados ad hoc, con un firme determinado, amplias escapatorias, boxes permanentes… El viernes se negaron en redondo a correr. El circuito estaba protegido por guardarraíles, precariamente instalados, algunos sin atornillar. El plante fue absoluto y hablaron de marcharse. La organización (el RACC) les amenazó con ejercer la sanción de 100.000 libras presente en el reglamento. Incluso se deslizó que la Guardia Civil retendría los coches en España.

A la noche, miembros de la organización, voluntarios y hasta mecánicos de los equipos ajustaron los guardarraíles. El sábado, los pilotos, de mala gana, accedieron a correr la calificación. Fittipaldi dio una sola vuelta y se retiró, con un tiempo pésimo. El resto (incluido su hermano Wilson) hicieron una calificación normal. La primera línea es para los dos Ferrari, de Lauda y Regazzoni. Luego, Hunt, Andretti, Bambrilla… El penúltimo puesto en la parrilla es para una mujer, Leila Lombardi. A Fittipaldi se le acusó de sabotear la carrera porque era el líder y eliminarla le favorecía. Él replicó: “Soy un piloto, no un kamikaze”.

Sergio Gil estaba encargado de hacer para TVE un reportaje sobre la seguridad del circuito. Le acompañaba Manel Esteban, con cámara de cine. Estuvo por los boxes hasta que nada más darse la salida (que Fittipaldi contempló por televisión desde la antesala de salidas de El Prat) echó a andar hacia la primera curva, para entrevistar a la gente que se acumulaba en aquel punto, uno de los más calientes:

—Lo primero que vimos fue a Lauda, que volvía andando. Había habido una montonera en la primera curva y su coche se había inutilizado. Venía de un humor de perros. Pensé que la cosa había empezado mal.

En la vuelta 25 iba en cabeza el alemán Stommelen, que había salido el noveno, lo que da idea de lo accidentado de la carrera en un tiempo en que no había paradas que alteraran el orden. En una recta en la que se alcanzaban los 240 kilómetros por hora, su alerón se desprendió, el bólido se disparó, perdió el agarre, chocó contra el guardarraíl de la derecha y rebotó, volando sobre la carretera hasta el otro lado. Allí arrasó una zona cargada de público.

La organización se defendió argumentando que el origen del accidente fue la pérdida del alerón, no el circuito

—No me acuerdo de nada. Desperté el martes.

A Sergio Gil, que estuvo en coma hasta el martes y a un tris de que le amputaran un pie, “que me quedó colgando, con fractura trimaleolar” le dieron por muerto. Incluso Radio Nacional lo emitió al aire. Manel Esteban se sintió tan desconcertado que cuando quiso grabar el escenario, del espanto metió su cinta al revés, con lo que no sólo no grabó, sino que perdió material anterior.

Al conocerse la dimensión de la tragedia, la carrera se dio por concluida, con la clasificación en ese momento y la mitad de los puntos. El triste podio lo ocuparon Jochen Mass, Jacky Ickx y Lole Reutemann. Leila Lombardi fue sexta, con medio punto. Sigue siendo la única mujer que ha puntuado en la Fórmula 1.

Murieron cuatro personas al instante: dos espectadores, un bombero y un periodista italiano residente en Canadá. Otra más falleció más tarde en el hospital. Entre los 10 heridos graves estaba un colaborador directo del príncipe Rainiero de Mónaco, relacionado con la carrera del Principado. Stommelen padeció siete fracturas, de las que se repondría con el tiempo. Los bomberos intervinieron eficazmente para apagar el incendio del coche, eso evitó que la tragedia fuera mayor. La organización se defendió argumentando que el origen del accidente fue la pérdida del alerón, no el circuito, y glosando la diligencia de los bomberos. Pero daba igual. El circuito estaba condenado.

Sergio Gil, que conservó su pie en perfecto estado, llegaría con los años a ser director de deportes de TVE. Hoy es destacado ejecutivo de Movistar, donde dirige el departamento de adquisiciones, recuerda aquellos años, como me pasa a mí, con asombro por el descuido con que vivíamos:

—Yo nací otra vez ese día. Ahora pienso… Entre el guardarraíl que limitaba el circuito y la valla del público había tres metros. A esa distancia veíamos pasar los coches. Como íbamos en coche sin cinturón, y en moto sin casco, con un niño sentado delante y otro atrás… Aquel circuito había sido bueno para los coches de época, que no pasaban de 80. Para las velocidades que ya se alcanzaban era inconcebible.

No hubo más Fórmula 1 en Montjuïc, aunque sí aún 11 ediciones de las 24 horas en moto. Hubo de llegar en 1986 el fallecimiento de un piloto, Domingo Parés, para que se suspendieran definitivamente.

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