La revancha de Djordjevic
España y Serbia calibran su condición de favoritos en un duelo marcado por el choque del pasado Mundial en el que el seleccionador serbio fue expulsado por los árbitros
Sostiene Zeljko Obradovic, el entrenador más laureado de Europa y tótem del baloncesto serbio, que el verdadero éxito de un técnico consiste, nada más y nada menos, en lograr que sus jugadores le crean. El mensaje quedó grabado a fuego en el ideario del mejor de sus discípulos: Sasha Djordjevic. La historia les une en una imagen célebre de la enciclopedia de la canasta. En el Abdi Ipekçi de Estambul, en 1992, un joven de 24 años se eleva imponente sobre el miedo para rematar al Joventut en la final de la Euroliga con un triple inverosímil; su primer póster para la eternidad. Un hito en la historia del novel Partizan de Fuenlabrada, una oda a la fe coronada por un genio que comenzaba a forjar su leyenda.
De la pista a los banquillos siempre la misma fotografía, la soberbia determinación del que siente elegido. Siempre Sasha Djordjevic mirando al cielo con los brazos extendidos. Como hace un año en el Palacio de los Deportes cuando, en su debut como seleccionador, logró llevar a Serbia a la final del Mundial. Un máster en transmitir la convicción ganadora a un grupo de jugadores que llegó al campeonato fuera de cualquier quiniela de favoritos y alcanzó la gloria bañada en plata.
“Vamos a intentar ir a los Juegos Olímpicos de Río y encontrarnos con de nuevo con Estados Unidos, con dos años de crecimiento y jugando más maduro. Con modestia, pero con la ambición de volver a retarnos”, proclamó Djordjevic tras la histórica medalla de Madrid. “Es una plata de ley. Hemos superado las expectativas porque hemos competido en el torneo con concentración, intensidad y grandeza. Estados Unidos es inalcanzable”, expresó el hitórico Dejan Bodiroga, en las galerías del Palacio aquel día. Así llega Serbia al Eurobasket de 2015, con el impulso del que conoce el camino de las medallas pero con la responsabilidad del que ha perdido el efecto sorpresa. Teodosic, Markovic, Bjelica y Raduljica se mantienen como los últimos representantes de la plata europea de 2009 que supuso la vuelta de Serbia a la primera línea continental. En las citas de 2011 y 2013 fueron octavos y séptimos respectivamente.
“Corazón, entrega, honor… “. El discurso y la pedagogía de Djordjevic, también entrenador del Panathinaikos, tiene más matices patrióticos que estratégicos. Hace un año en Granada, en la primera fase del Mundial, el técnico acumuló argumentario para la revancha con la selección española. Con el partido decidido a favor de España (89-73, en el marcador final), una chispa encendió el perímetro de la pista. En la banda el seleccionador serbio bramaba enfurecido. Un rifirrafe con Juan Antonio Orenga a cuenta de su gesticulación editorializante con los árbitros acabó con la expulsión de Djordjevic, que apuntó el episodio en su libreta de afrentas. "No han respetado a mi equipo y eso no lo puedo aceptar nunca. España jugó mejor, pero no necesitan ayuda para demostrar que son mejores", acusó entonces Sasha.
Esta tarde en el O2 Arena de Berlín, rebautizado como Mercedes-Benz Arena por cuestiones de mercadotecnia, se repite el enfrentamiento entre España y Serbia. Ya no estará Orenga en el saludo entre entrenadores; tampoco la mitad de la convocatoria de La Roja para aquel torneo (Faltan José Manuel Calderón, Ricky Rubio, Juan Carlos Navarro, Álex Abrines, Serge Ibaka y Marc Gasol). Si estará todo el arsenal de Serbia encabezado por el álter ego de Djordjevic en la pista, Milos Teodosic; el metrónomo del CSKA en plena madurez. Junto a él una de las plantillas más completas y extensas del torneo. Un grupo que mezcla talento y abnegación con un perímetro de lujo: Nedovic, Markovic, Bogdanovic, Kalinic…; y varias amenazas por dentro, con Nemanja Bjelica al mando.
El MVP de la pasada Euroliga defraudó en la Final Four de Madrid cuando Andrés Nocioni se lo comió a fuerza de carácter, pero en el enfrentamiento ante España fue el líder anotador de su equipo con 19 puntos. Ausente Krstic, serán Raduljica (una de las mayores eclosiones mundialistas) y Kuzmic (temporero de los Warriors) lo encargados de calentar las operaciones en la zona. Frente a frente, los dos mejores ataques de la preparación: 82,7 puntos para España frente a 82,2 para Serbia). "España es un león herido por el fracaso en su Mundial", cuenta Djordjevic. Él, a sus 48 años y ahora desde el banquillo, también guarda cuentas pendientes.
“Djordjevic es el gran artífice de este equipo. Ha conseguido lo que parecía increíble. Su figura es la clave en todos los éxitos del baloncesto serbio”, señala Nikola Loncar, compañero de Sasha entre 1989 y 1992 en el histórico Partizán campeón de Europa. “Siempre fue un líder valiente e inteligente en la pista y ahora ha conseguido convencer a sus jugadores de que son los mejores”, completa. “El partido ante España fue un punto de inflexión en el Mundial. Con aquella expulsión que pocos entendieron mandó un mensaje de competitividad y rebelión a sus hombres”, cuenta Sergio Scariolo, que le tuvo como jugador en el Madrid. “Tiene un talento especial para estar en el mundo no sólo en el baloncesto. Como jugador era instinto, impulso, pasión… Se lo podía permitir porque el cerebro ya estaba programado desde siempre para jugar a esto”. Esta tarde en Berlín Djordjevic quiere revancha.
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