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Y el líder es... Velits

El eslovaco del BMC viste el primer maillot rojo en una contrarreloj sin reloj

Velits, con el maillot de rojo de líder, en Marbella.
Velits, con el maillot de rojo de líder, en Marbella.JON NAZCA (REUTERS)

Nació en Bratislava, la capital de Eslovaquia, hace 30 años y seis meses. Es rubio. Iba para figura y se quedó a medio hacer. Ahora ya es tarde para recomponer la figura. Pero este sábado se pintó de rojo, un rojo radiante, como el sol cuando se muere, en una etapa virtual, un paseo marítimo que unos equipos se tomaron como la gran oportunidad y otros como la gran evasión. Se llama Peter Velits. Su hermano, Martin, corre en el Ettix-Quick Step y tampoco anduvo mal. Nadie anduvo mal ni bien, en una etapa sin salsa. Cuando no hay diferencias, cuando el pedal solo da el triunfo, pero no señaliza la distancia. Cuando uno se puede parar a tomar un café en un chiringuito y reincorporarse a la carrera sin perder ni el reloj ni el ánimo, es como si en el fútbol se invalidan los goles y en el baloncesto, las canastas. O como si en el tenis da igual superar la red o tropezar contra ella. Te miras la muñeca y le acusas al dedo meñique de su vagancia.

Se trata solo de saber quien salía de líder, porque en el cajón, el maillot rojo huele a alcanfor y atufa. O sea que era una contrarreloj, bella en la postal, fea en la fotografía, que se corría por equipos pero que en realidad era una contrarreloj individual. Recordaba a los veros de José Agustìn Goytisolo en sus Palabras para Julia cuando decía que “un hombre solo, una mujer, así tomados de uno en uno, son como polvo, no son nada”. El polvo se evitó regando el albero por la mañana y por la tarde para que la pasa se acompasase y retirando las motos y los coches por delante de los ciclistas para que el humo del polvo no cegase sus ojos. Todo eran precauciones. Ni siquiera la meta era la meta, porque los tiempos se tomaban unos metros antes, tratando de evitar riesgos en la escueta llegada con la curva asomando temblorosa a pocos metros de la raya.

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La organización, en su libro de ruta, preveía ocho minutos para los siete kilómetros y pico de recorrido. Todos superaron las previsiones. El BMC en diez segundos, pero quienes más tenían que perder, decidieron meter la etapa bajo la alfombra: Movistar, Astana, Katusha y Sky pasearon junto al mar cediendo 24 segundos, 30, 54 segundos y 1,11minutos respectivamente. Cuando el reloj se para, el tiempo se detiene. No hay nada más contradictorio que una contrarreloj sin reloj. No tiene sentido, salvo para Velits, el eslovaco que mejor toreó las dificultades del albero, tan bello y tan polémico. Y él solo (que ya fue tercero en la Vuelta de 2010) se sintió solo y feliz en un escenario improvisado.

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