Récord en la carrera maldita
Katinka Hosszu bate el récord de 200 estilos, una prueba ensombrecida por el dopaje y por las marcas con los bañadores prohibidos. Ledecky y Sjostrom también logran plusmarca
La natación, como todas las actividades humanas, tiene zonas prohibidas. La carrera de los 200 metros de estilos combinados femeninos es una de esas pruebas sobre las que pesa un historial sombrío como un tabú. Desde que Kornelia Ender, de la RDA, batió el récord en 1973, se han establecido 19 plusmarcas, todas en circunstancias sospechosas salvo las que logró la espléndida estadounidense Tracy Caulkins entre 1978 y 1980. Este lunes en Kazán volvió a caer el récord en una velada extraordinaria. Lo rebajó la húngara Katinka Hosszu en tres centésimas para dejarlo en 2 minutos 6,12 segundos y colgarse el oro. Fue la culminación de una jornada trepidante que comenzó por la mañana con el 1.500 más rápido de la historia, a cargo de la estadounidense Katie Ledecky, y prosiguió con la plusmarca de 100 mariposa que permitió a la sueca Sara Sjostrom convertirse en campeona del mundo.
La secuencia del 200 estilos es mariposa, espalda, braza y libre. Hosszu fue la única en nadar los primeros 100 metros por debajo de 59 segundos. Cubrió el 50 mariposa en 27,30s y el 50 espalda en 31,64. Total, 58,94s. En todo el mundo no hay más de dos o tres espaldistas capaces de nadar el segundo 50 del 200 en esos tiempos. Más difícil es encontrar una mariposista que haga el primer 50 de los 200 mariposa por debajo de 28 segundos. Las marcas del primer 100 son lo más fabuloso del récord y dan una idea de la hazaña de Hosszu. Solo la británica O’Connor la pudo seguir a un ritmo parejo, pero pasó el primer 100 en 59,89s, en segunda posición. O'Connor lo pagó en el último 50 y se quedó con el bronce. La japonesa Tanako Watanabe, rezagada en el parcial de espalda, volvió como un torpedo para clavar los mejores parciales de braza (36,04s) y libre (30,11s) del concurso, y así obtener una plata dos segundos y medio por detrás de la húngara.
A sus 26 años, Hosszu prosigue una carrera singular. Resultó sorprendente que se quedara fuera del podio de Londres siendo la que mejores marcas tenía hasta 2012 de las nadadoras de la final. También es curiosa esta progresión a su edad. Tiene 26 años. Es el tiempo en el que muchas chicas emprenden la retirada, pero esta nadadora incansable está en el apogeo de su trayectoria y parece romper nuevos techos cada verano. La entrena Shane Tusup, su marido, que, al igual que ella, es un exnadador de los Trojans, el equipo de la Universidad del Sur de California que dirige Dave Salo.
La decepción olímpica en 2012 les estimuló a buscar nuevas motivaciones. Ambos emprendieron una excursión obsesiva por todos los mítines que pudieron incluir en su agenda. Hosszu compitió en 122 carreras en el año y medio siguiente y se embolsó 500.000 dólares en premios. Otro récord asombroso. Tan raro como que ha conquistado cuatro campeonatos del mundo en pruebas de estilos desde los Mundiales de Roma en 2009 pero no posee ninguna medalla olímpica.
Tusup se secaba las lágrimas ayer en la grada, tras asistir a la proeza de su esposa. Hosszu lloraba en la piscina y le señalaba a él. Él le devolvía el gesto mostando su biceps izquierdo tatuado con el apodo comercial de la nadadora: Iron Lady. La efusividad se desbordaba.
Kornelia Ender, Andrea Hubner, Ulrike Tauber, Petra Schneider y Ute Geweniger batieron el récord de los 200 estilos entre 1973 y 1981 bajo bandera de la RDA, que siguió un programa gubernamental de dopaje. Las chinas Yanyan Wu y Li Lin, de fiero aspecto, batieron plusmarcas en los noventa, cuando en China se descubrieron las mismas prácticas que en la RDA. Finalmente, la australiana Stephanie Rice y la estadounidense Ariana Kukors pulverizaron el récord con bañadores que aumentaban la flotabilidad, luego prohibidos por la FINA.
En Kazán, el récord de los 200 estilos femenino volvió a caer sin que pesen sobre la ganadora indicios de que posea cualidades artificialmente inducidas.
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