Dunga achaca la eliminación de Brasil a un virus que afectó a la plantilla
La Federación descarga la responsabilidad en el defensa Thiago Silva
Después de que las veinticuatro horas posteriores a la eliminación de Brasil transcurriesen entre la tristemente habitual ristra de reproches y elegías sobre la gloria futbolística perdida, en la sala de prensa del Estadio Nacional de Santiago se dejó de hablar de la ‘Canarinha’ y la apetitosa semifinal frustrada contra la Argentina de Messi. El mundo del fútbol se acostumbra lentamente a la derrota brasileña mientras en el país del ‘jogo bonito’ continúa la guerra contra la federación y las explicaciones oficiales sobre la segunda eliminación consecutiva contra Paraguay en cuartos de final, un año después del 1-7, varían entre un misterioso virus y el manotazo de Thiago Silva responsable del empate de Paraguay.
“No quiero que sirva de excusa, pero hubo 15 jugadores con un virus. El físico es hoy fundamental para tener velocidad, que era clave”, dijo el seleccionador, Carlos ‘Dunga’, tras la derrota por penaltis en Concepción. La investigada y debilitada Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) ha resuelto el amago de crisis abierta ratificando a ‘Dunga’ y echando la culpa al capitán de Brasil hasta el ‘Mineirazo’, Thiago Silva: "El equipo quedó eliminado por error de un jugador”, dijo su presidente, Marco Polo del Nero, que recordó el hecho de que “Dunga ganó once partidos con un equipo y que cuando llegó a la Copa América perdió a cinco de sus titulares, incluido Neymar” en una entrevista concedida al diario Folha de Sao Paulo. Mientras tanto, las diversas investigaciones abiertas sobre la corrupción continúan dentro y fuera de Brasil y el ex presidente de la CBF hasta hace dos meses y medio, José Maria Marin, de 83 años, lleva cinco semanas encarcelado en Zurich a la espera de que se resuelva su posible extradición a Estados Unidos en el marco del ‘Fifagate’.
“Willian lo pasó mal en el descanso. Robinho estaba extenuado. Necesitaba equilibrar el partido en lo físico (con los cambios). Hubo jugadores con dolor de cabeza, malestar corporal, hemos tenido que rebajar la intensidad de entrenamientos para recuperarlos, incluso hubo vómitos”, relató ‘Dunga’ después del partido. Era la primera vez que se refería a la salud de los jugadores, algunos de los cuales negaron posteriormente padecer molestia alguna. “No me gusta estar con excusas. El virus afectó, pero podríamos haber ganado con él o no”, afirmó Robinho, contrariado tras ser sustituido y no participar en la tanda de penaltis.
Las diez victorias consecutivas en partidos amistosos que jalonaron los inicios de ‘Dunga’ (alguna relevante, como el 1-3 en París en marzo) han dejado de servir como argumento para justificar un estilo de juego alejado del carácter brasileño que le condujo, por ejemplo, a jugar con seis defensores los últimos 20 minutos contra Venezuela (ganando 2-0). “No tenemos jugadores, no tenemos equipo, no tenemos entrenador, y en la cima de la pirámide hay un exceso de incompetencia”, escribió el reputado columnista Juca Kfouri tras la derrota. El fútbol brasileño emite señales preocupantes más allá de los conocidos problemas de rentabilidad y asistencia de público: las primeras nueve jornadas del Brasileirão han registrado, por ejemplo, el peor promedio de goles en 25 años (2,22 goles por partido).
“El fútbol brasileño se encuentra enferma de cuerpo y alma”, escribió esta semana el ex futbolista Tostão, comentarista habitual en la prensa brasileña: “Después del 7-1 la mayoría tomó el tema en broma diciendo que 'hay cosas más importantes que el fútbol en el país', lo cual demuestra la evolución social […] pero también esa reacción expresa la falta de caminos para solucionar una crisis que no podrá ser resuelta sólo con un crack como Neymar […] Que la eliminación haya sido en los penaltis no puede ocultar la realidad […] Para tratarlo es necesario un grupo de profesionales especializados, independientes y competentes […] no curiosos, oportunistas o ex deportistas sin preparación técnica […] Nuestro fútbol necesita también ayuda psicológica. […] Con tanta presión, expectativa y responsabilidad, los futbolistas juegan menos de lo que saben. Neymar, contra Colombia, tuvo una crisis histérica de chaval. Thiago Silva, que estaba entre los mejores zagueros del mundo, dejó de serlo por dos errores graves, idénticos, seguidos e inexplicables”.
La creciente conflictividad del ambiente futbolístico brasileño, además del acoso sostenido del hoy senador Romario a la actual dirección de la CBF, alcanza a otros ídolos del pasado. ‘Zico’ ha criticado con vehemencia a la federación tras la eliminación en la Copa América, en especial al coordinador técnico de selecciones, Gilmar Rinaldi, recordando su pasada actividad como agente de jugadores. Rinaldi ha reaccionado con indignación a cualquier sospecha sobre tráfico de influencias. A esto se suma un reciente escándalo por la revelación periodística, en Estadao de Sao Paulo, de un contrato entre la CBF y una empresa radicada en las Islas Caimán que obliga al pago de multas si determinados jugadores no participan en partidos amistosos por decisión técnica. El virus de ineficiencia, corruptelas y malos resultados que recorre el fútbol brasileño hace muchos años parece en vías de diagnóstico definitivo.
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