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El síndrome de MotoGP

La velocidad y el peso de las motos destrozan los antebrazos de los pilotos: pocos se libran de una operación que les hará perder fuerza en el futuro

Nadia Tronchoni
Valentino Rossi, este viernes en el circuito de Barcelona- Catalunya en Montmeló.
Valentino Rossi, este viernes en el circuito de Barcelona- Catalunya en Montmeló.ANDREU DALMAU (EFE)

Hace dos semanas, en Mugello, el circuito con la recta más terrible del calendario, una Ducati alcanzó los 350 kilómetros por hora. En aquella frenada, en la primera curva de Mugello, el cuerpo de los pilotos experimenta unas reacciones brutales: “Durante esos segundos de frenada las clavículas de los pilotos se doblan sin llegar a romperse. Y el cerebro se mueve dentro de sus cabezas”, apunta el doctor Xavier Mir, especialista en traumatología deportiva. Y añade: “Los coches tienen servodirección [dirección asistida: mecanismo que multiplica la fuerza aplicada al volante de un automóvil para facilitar su manejo], pero en el caso de las motos es el cuerpo de los pilotos su propia servodirección”. Esos esfuerzos tienen efectos nocivos en los pilotos. Uno de los más comunes, convertido casi en epidemia este curso, es el síndrome compartimental.

Es la dolencia que obligó a parar a Dani Pedrosa después de la primera carrera del año. Se operó (y era la tercera vez que lo hacía) en abril. Y no ha sido el único. Después de algunas carreras también fueron intervenidos otros pilotos de MotoGP como Héctor Barberá o Pol Espargaró e incluso el piloto de Moto2 Àlex Rins, operado tras correr en Mugello. Se suman a una larga lista, en la que también están Jorge Lorenzo, Cal Crutchlow o Stefan Bradl. Apenas se libran Valentino Rossi o Marc Márquez, que han tenido molestias, pero resisten: “Se rueda a un nivel muy alto de la primera a la última vuelta”, señala el campeón español. “Este año, que no consigo pilotar como yo quiero, estoy empezando a sentir molestias porque tengo que pilotar más forzado y eso repercute en los brazos”, añade.

Al doctor Mir, que ha intervenido a la mayoría de pilotos, le preocupa la magnitud del problema: “Las motos cada día van más deprisa, la categoría es cada vez más competitiva, los neumáticos ofrecen mejor agarre y todo ello implica un esfuerzo mayor por parte del deportista”. Tienen mucha culpa las motos de 1000cc, que llegan a pesar más de 170 kilos y que parecen imposibles de parar: la primera curva de Montmeló obliga a una fuerza de 6G.

Este síndrome afecta a partes del cuerpo con poca dilatación, el antebrazo, por ejemplo. Al activarlo, la inflamación del músculo dentro de la fascia (la membrana que lo recubre) reduce el espacio en el compartimento hasta estrangular el mismo músculo. Esa opresión se traduce en una molestia y en una pérdida de fuerza en la mano, lo que hace imposible resistir durante toda una carrera. “Los esfuerzos repetitivos en competición hacen que el esfuerzo sea tal que el músculo no se relaja hasta que la actividad cesa. No ocurre en el tenis o en el fútbol porque son deportes que te permiten regular los esfuerzos. En el motociclismo los momentos de reposo se reducen a pocos segundos”, apunta Mir.

Sesión de rehabilitación de Àlex Rins el martes del GP de Catalunya.
Sesión de rehabilitación de Àlex Rins el martes del GP de Catalunya.@rins42 (Twitter)

La única solución sigue siendo la operación. “Un estudio en Holanda confirma la importancia del magnesio para la relajación del músculo. Creen que se puede curar con una dieta elevada en magnesio. El problema en el caso de los pilotos profesionales es que quieren resultados inmediatos”, se lamenta Mir, a quien le gustaría poner en práctica un tratamiento menos agresivo pues un músculo al que se le extirpa la fascia es un músculo que envejecerá antes. Los antebrazos de los pilotos perderán fuerza en el futuro. Es el síndrome de MotoGP.

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Sobre la firma

Nadia Tronchoni
Redactora jefa de la sección de Deportes y experta en motociclismo. Ha estado en cinco Rally Dakar y le apasionan el fútbol y la política. Se inició en la radio y empezó a escribir en el diario La Razón. Es Licenciada en Periodismo por la Universidad de Valencia, Máster en Fútbol en la UV y Executive Master en Marketing Digital por el IEBS.

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