La caída de Kroos
El centrocampista alemán pide el cambio a los 20 minutos del partido tras sufrir un duro golpe
Hay momentos que bendicen y momentos que intoxican. Las circunstancias que los suceden quedan impregnadas y los hombres se enredan en ellas como si los arrastrara una corriente invisible. La lesión de Kroos en el inicio del último gran partido de la temporada liguera en Chamartín sumió al público y al equipo en un silencio de parálisis. Sin el alemán, verdadera quilla de navío, el Madrid se quedaba expuesto y sin articulación. Añadida a las ausencias de Benzema y Modric, la baja del mediocentro parecía una condena en el momento en el que se resolvían todos los enigmas de la temporada. El peor momento posible. En plena persecución al Barça y a cuatro días de recibir a la Juve en la vuelta de las semifinales de la Champions en busca de la remontada tras el 2-1 en Turín.
La lesión de Toni nos ha caído muy feo”, dijo Pepe al dirigirse al vestuario
El Madrid y el Valencia se tanteaban en el comienzo del partido cuando André Gomes le hizo la cama a Toni Kroos. El alemán saltó a por un balón y se vio desequilibrado por el centrocampista del Valencia, que se agachó. Su caída fue terrible. De espaldas contra el suelo, torciéndose la cadera. Tardó unos minutos en correr con normalidad pero su rictus desencajado denunciaba dolor. Acabó pidiendo el cambio en el minuto 23. Se llevó la mano a la cadera y gesticuló describiendo el golpe sufrido. Entre el accidente del mediocentro y el minuto 25 el Valencia se adelantó 2-0.
Benzema, fuera a cuatro días de la Juve
“Benzema no está el cien por cien pero tiene buenas sensaciones y está disponible. Entra en la convocatoria y el sábado decidiremos si juega o va al banquillo”, dijo Carlo Ancelotti el viernes en Valdebebas. Ni césped, ni banquillo. El francés vio el partido en la grada junto a Varane. "Tiene molestias al golpear", aseguró el técnico italiano para justificar su descarte ya que en principio iba a darle minutos ayer ante el Valencia para que cogiera ritmo de cara el partido de vuelta de semifinales de la Champions contra la Juventus. A cuatro días de recibir al conjunto italiano y de jugarse el pase a la final (tras la derrota por 2-1 en la ida disputada en Turín), el estado de salud de Benzema es una incógnita.
El delantero francés se retiró en el último cuarto de hora del partido de cuartos de la Champions contra el Atlético en el Vicente Calderón por unas molestias en la rodilla. No parecía nada grave. De hecho, todos se sorprendieron por su ausencia contra el Málaga tres días después. En la víspera del partido de vuelta contra el Atlético, el club emitió un parte médico: esguince de ligamento medial de la rodilla derecha. La misma lesión que Luka Modric. En el caso del croata se habló de entre 4 y 6 semanas de baja. En el caso del francés de tres. Tres son precisamente las que ya han transcurrido.
Es difícil que Benzema pueda ser titular el miércoles contra la Juve. Ancelotti nunca ha jugado al despiste para engañar al rival por lo que si el francés ayer fue descartado es porque, a pesar de esas buenas sensaciones que el técnico aseguró que tenía, su recuperación no ha terminado todavía.
Kroos andaba sufriente cuando la defensa del Madrid se acabó de descomponer. Subió Gayà y Bale incumplió el deber de seguirle. El lateral recorrió 70 metros de banda y centró tranquilamente, imprimiéndole al balón un efecto de rosca hacia adentro. Arbeloa, indeciso, se quedó a medio camino. Ni encimó a Gayà ni protegió a Pepe. Por la rendija metió la patita Alcácer y abrió el marcador (0-1). Entonces, al sentir la brisa en contra, Kroos pidió el cambio. Al minuto siguiente el Valencia metió el segundo (0-2).
Cada hincha, cada jugador, fue inmediatamente consciente de la gravedad de la baja de Kroos. La imaginación de la gente se proyectó al miércoles, día de la visita del Juventus, día de la remontada imprescindible. Otra remontada. La angustia se apoderó de los protagonistas.
Hubo un tiro de falta a la escuadra de Bale, un palo de Cristiano y un tercer palo de Chicharito. Y hubo un cañonazo de Bale desde 30 metros, y un penalti que Diego Alves le detuvo a Cristiano en el descuento, antes del descanso. Y hubo más. Una salida en tromba, un gol de Pepe de córner, y una batería de remates a puerta que paró Alves. Hasta 24 disparos. Los guantes del portero visitante parecían engomados y el Madrid parecía maldito. Hacía calor. Los fisioterapeutas repartían bebidas isotónicas en la banda. La multitud oscilaba entre los pitos a Casillas, el silencio, los rumores, y el frenesí.
Ancelotti reemplazó a Kroos con Illarramendi. Quizás porque parecía todo perdido, el mediocentro vasco jugó como si no sintiera la presión en medio de un remolino. Apoyado desde atrás por Ramos, que asumió responsabilidades de mediocentro en la salida del balón, Illarra dirigió las operaciones con una calma extraña. No se mostró afectado por la desconfianza manifiesta de Ancelotti durante tantos meses. Casi años.
Illarramendi jugó como si no sintiera la presión en medio de un remolino
Fue tan agónico el intento de remontada del Madrid, tan evidente su padecimiento, sus bajas, sus carencias, que cuando el árbitro pitó el final y decretó el 2-2, la gente se levantó de sus asientos para aplaudir. No se podía pedir más a estos futbolistas exhaustos. Como dijo Pepe al encaminarse hacia el vestuario: “La lesión de Toni nos ha caído muy feo”.
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