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NBA | HISTORIAS DE UN TÍO ALTO
Columna
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Ya iba siendo hora (de hablar de los Warriors)

Curry entra a canasta durante el duelo contra Dallas.
Curry entra a canasta durante el duelo contra Dallas.Kevin Jairaj

Si habéis estado atentos a mis columnas, probablemente hayáis reparado en que llevo toda la temporada descuidando una de las historias más interesantes del año. No me refiero a la irrupción de las camisetas con mangas, aunque ése también es un buen tema (por terrible). Hablo de los Golden State Warriors, el mejor equipo de la liga y dueño absoluto de su destino en los playoffs. Mi descuido no me deja en buen lugar después de que los Warriors hayan estado arrollando nada discretamente al resto de franquicias. Su noche típica se salda, victoria tras victoria, con un triunfo medio por casi 11 puntos. Y eso en la Conferencia Oeste, donde cada noche se pueden ver partidos de alto nivel.

Kerr es un gran entrenador y el equipo posee diferentes registros para ganar partidos

Sólo un exceso de precaución puede justificar mi miopía. Bueno, más bien una combinación de precaución e hipocresía. Precaución porque no tenía del todo claro que Steve Kerr, cero partidos como entrenador antes de esta temporada, supiese lo que estaba haciendo. E hipocresía porque había caído en una trampa común: “De acuerdo, pero una cosa es la temporada regular y otra los playoffs, ¿serán capaces de aguantar sin deshincharse?”. Le he dado unas cuantas vueltas y mi conclusión es que Kerr es un gran entrenador y que los Warriors han demostrado poseer diferentes registros para ganar partidos, algo crucial en las eliminatorias finales.

¿Algo más que añadir o ya puedes irte a esas otras secciones de este periódico que te llaman como sirenas en tu Odisea? No tan deprisa. Porque al menos queda otra incógnita por despejar, en concreto ese oscuro empeño de los simplones en atribuir el éxito a una sola persona.

La noche típica del mejor equipo de la liga se salda con victorias aplastantes

No en vano es el momento en el que todo el mundo habla de quién será el jugador más valioso y parece lógico buscarlo en el mejor equipo. En este caso hablamos de Stephen Curry, quien, de hecho, es un magnífico jugador que promedia más de 23 puntos por partido, con un increíble 43% de acierto en triples. Pero cuando ves un partido de los Warriors, te das cuenta de que su participación no es mucho más importante que la de Thompson, Green o Iguodala. Un detallito para contextualizar esa impresión: el equipo ha ganado el 82% de sus partidos este año, pero su porcentaje cae hasta el 60% (9 victorias y 6 derrotas) sin su pívot titular, Andrew Bogut.

Esto hace de los Warriors el tipo de organización a la que a todos nos gustaría pertenecer, la que es más grande que la suma de sus componentes. Deberíamos sentirnos subyugados por el éxito basado en el trabajo en equipo, porque la mayoría de nosotros, pobres mortales, nos parecemos más a Draymond Green que a LeBron James.

Y deberíamos enfadarnos con todos aquellos que cubren la NBA y son incapaces de entender que éste es un triunfo que deberíamos celebrar por su complejidad, en lugar de a pesar de ella.

O con esos que esperan a que llegue abril para hablar de todo esto.

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