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Muchos nervios y poco fútbol

El Deportivo empata sin goles con el Espanyol y deja pasar la oportunidad de distanciarse de sus rivales

Héctor Moreno disputa el balón con Oriol Riera
Héctor Moreno disputa el balón con Oriol RieraCabalar (EFE)

No le alcanza al Deportivo para vivir en el sosiego clasificatorio. En una jornada en la que los resultados en otros escenarios le ayudaban a dar un salto, no pasó del empate ante un Espanyol disminuido, huérfano de Sergio García y sin mayores apreturas en la tabla. Defraudó el equipo de Víctor Fernández porque además se fue del partido con un mal sabor, con la losa de unos diez últimos minutos que mostraron a un equipo caído, incapaz de buscar el gol del triunfo, afortunado incluso para que el rival no se llevase la victoria animado por tanta dádiva.

DEPORTIVO, 0 - ESPANYOL, 0

Deportivo: Fabricio; Juanfran, Lopo, Sidnei, Luisinho; Álex Bergantiños (Juan Domínguez, m. 76), Borges; Lucas Pérez, Cavaleiro, Luis Fariña (Salomao, m. 58); y Oriol Riera (Toché, m. 67). No utilizados: Lux, M. Pablo, Insua y José Rodríguez.

Espanyol: Casilla; Arbilla, Álvaro, Héctor Moreno, Duarte; Lucas Vázquez, Javi López, Cañas (Montañés, m. 70), Víctor Sánchez, Salva Sevilla (Felipe Mattioni, m. 78); y Caicedo (Stuani, m. 54). No utilizados: Pau López, Colotto, Fuentes y Víctor Álvarez.

Árbitro: Teixeira Vitienes. Amonestó a Lopo, Sidnei, Borges, Álex Bergantiños, Víctor Sánchez, Javi López, Duarte, Álvaro.

Riazor. 19.957 espectadores.

El festival de su última comparecencia en Riazor tuvo peso en el despliegue del Deportivo, que se tapó más de lo acostumbrado, atento a guardarse y sin exponer tanto en una presión avanzada que le destapó ante el Sevilla más de lo debido. Se cuidó Víctor Fernández de que sus chicos se juntasen en apenas veinte metros tras el balón cuando lo perdían y el partido no resultó tan florido como otros, se trabó entre imprecisiones e interrupciones, avanzó en la prudencia porque el Deportivo se cuidó de transitar entre pases de seguridad y no propiciar contragolpes y el Espanyol optó por cubrir la ausencia de Sergio García agregando un centrocampista, idea que no abandonó ni siquiera cuando dio entrada a Stuani, habitual en la segunda línea, pero en esta ocasión referencia atacante durante casi medio partido.

El abismo le pidió prudencia al Deportivo, que se avino a un partido largo, pero acabó exhausto. Trató de edificar sin saltarse pasos y propició con esa estrategia la defensa del rival. Buscó a Fariña y a Lucas Pérez, pero encontró a Cavaleiro, que siempre aparece, pero no está claro que lo haga donde debe. Futbolista industrioso, este agitador luso brilla más cuanto menos toques le dé al balón y lo hace más en el espacio más que en la combinación. Que la pelota pasase por él y no por Fariña alertaba sobre una falta de claridad que fue estigma deportivista durante largos minutos. Sin estar a punto físicamente, el argentino ofrece un punto diferencial que siempre se agradece en partidos tan cerrados, buscó alguna salida ante el jeroglífico que tenía delante, pero pareció desconectado, como Lucas, que no acabó de encontrarse cómodo cuando tuvo que evolucionar caído al costado. La única vez que consiguió enlazar una pared con Fariña generaron una opción de gol. Pero no hubo continuidad en esa vía y el Espanyol no sufrió, se agrupó con oficio y aunque no encontró la profundidad hasta el final supo gestionar el partido y sembrar alarmas en el balón parado, que dominó con claridad en las dos áreas.

A dos minutos del final un grupo de aficionados se alzaron para pedir a voz en grito la dimisión del presidente Tino Fernández

En un partido de cero a cero la búsqueda de alternativas fortaleció al Espanyol. Entró Salomao, inédito por lesión desde hace más de un año, se pegó a la cal y con dos carreras pareció imprimir otra velocidad para un partido demasiado parado. Montañés le dio un punto más al Espanyol, que necesitaba ruptura si ambicionaba llevarse los puntos. Los pudo encontrar por el camino en el que ya anticipaba problemas para el Deportivo, un saque de esquina prolongado en el primer palo con una clamorosa falta sobre Lopo acabó a pies de Javi López, que estampó la pelota en el larguero. El miedo atravesó Riazor como una daga, el Espanyol sintió que tras ochenta minutos de contención el partido podía ser suyo.

Arbilla intenta arrebatar el balón a Fariña
Arbilla intenta arrebatar el balón a FariñaCabalar (EFE)

A dos minutos del final, con el Deportivo boqueando contra las cuerdas, mientras el rival se preparaba para ejecutar un libre directo en el que podía encerrarse buena parte de las opciones de salvación de su equipo, un grupo de aficionados desde los aledaños de la grada que ocupan habitualmente los Riazor Blues, en esta ocasión de nueva vacía por decisión propia, se alzaron para pedir a voz en grito la dimisión del presidente Tino Fernández. Fueron acallados, así sucedió varias veces durante la mañana, por los silbidos de la mayoría del estadio. “No era el mejor ambiente para jugar”, resumió Víctor Fernández, al que tampoco se le escapa otro detalle: “Nosotros tenemos que resolver los problemas que hay dentro del campo”. Presión, nervios, el silencio y los reproches al palco del sector que más anima al equipo, la contestación del resto de aficionados que creen que el foco debe estar en el fútbol y la ausencia de éste sobre el césped. Si cuando acabe el campeonato el Deportivo sigue en Primera la empresa habrá sido titánica.

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