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Lisboa nunca existió

El Atlético prefiere borrar de su memoria el mal recuerdo de la final perdida, aunque está latente en el subsconciente del cuerpo técnico y el plantel como lo que pudo ser y no fue

Ladislao J. Moñino
Tiago, en el suelo, y Alderweireld, cabizbajo, mientras los jugadores del Madrid celebran la conquista de la Décima en Lisboa.
Tiago, en el suelo, y Alderweireld, cabizbajo, mientras los jugadores del Madrid celebran la conquista de la Décima en Lisboa.Alejandro Ruesga.

Karl-Heinz Riedle, el histórico jugador del Borussia Dortmund, tocó la fibra sensible del Atlético cuando sacó la bola que emparejaba al equipo de Simeone con el Real Madrid. Riedle removió un pasado que aún hormiguea por igual en el estómago que en el cerebro del plantel y el cuerpo técnico.

La final de Lisboa está asentada en el subsconsciente rojiblanco en el compartimento de lo que pudo ser y no fue. Si no es un tema tabú, cerca está. Las palabras del gerente Clemente Villaverde, nada más conocer que el Madrid se cruzaba de nuevo en el camino del club por Europa fueron muy significativas: “El recordar situaciones vividas no colabora ni ayuda para nada. Tenemos que centrarnos en esta eliminatoria, con el respeto que le tenemos al Madrid. Nos tenemos que dedicar a olvidar todo, es una situación completamente nueva. Tenemos que olvidarnos de todo lo anterior”.

La mayoría de los jugadores del Atlético relatan un verano marcado por días de recuerdos de una derrota que calificaron de cruel

No es Clemente un hombre de retórica filosófica, pero el bombo le despertó el discurso del hado, esa fuerza desconocida que se cree que opera sobre los hombres y los sucesos: “El fútbol no tiene memoria, se vive del día a día. Cometeríamos un error grave si pensamos en los resultados que hemos tenido últimamente. Hay que aparcarlo. El fútbol te da siempre oportunidades para revanchas de un lado y del otro para mejorar, es una ruleta abierta”. Por lo que dijo Clemente la hoja de ruta del Atlético hasta llegar al partido de ida, el 14 de abril en el Vicente Calderón, pasa por no hablar demasiado de lo sucedido en Lisboa.

La realidad es que la mayoría de los jugadores del Atlético relatan un verano marcado por los días de recuerdos de una derrota que todos calificaron de cruel por cómo sucedió. El que más y el que menos, como les sucedió a los finalistas del 74 ante el Bayern, ha especulado con acciones que creen hubieran impedido que Ramos empatara. Perder tiempo, aguantar el balón, tirarse simulando una lesión, una falta, un despeje contundente...

De fondo, también aparece la decisión de Simeone de alinear a Diego Costa, que se rompió a los ocho minutos y le hizo agotar un cambio que le hubiera permitido oxigenar al equipo en la prórroga. Como hecho objetivo, el historial clínico de Costa en los dos meses previos a la final decía que cada vez que jugaba se lesionaba. Llevado por el afán de Costa de jugar, ese día, Simeone rompió una de sus reglas de cabecera: “Un jugador que no está al ciento por ciento no juega”. “Fue una decisión y punto”, zanjan en el cuerpo técnico. Cuentan que tras la final, Simeone, afectado por una derrota tan dolorosa, se conjuró para no perder un partido más con el Madrid.

Hasta ahora, en lo que va de curso, lo ha conseguido. En la Supercopa de España le rompió al Madrid la posibilidad de hacer el pleno que hizo el Barça de Guardiola. En la Copa, lo eliminó ganando en la ida (2-0) con ocho suplentes y empatando (2-2) con esos dos simbólicos goles de Torres. En Liga, quién sabe si las dos victorias (1-2) y (4-0) serán decisivas para que el Madrid pueda perder el título.

La parte más aprovechable para redireccionar aquella derrota es el anhelo de levantar el gran título que al club le falta

“El Madrid es un gran rival como todos los otros siete de la Champions. Tendremos una gran eliminatoria por delante”, se limitó a valorar Simeone en conferencia de prensa. “En realidad tengo la cabeza más pensando en el Getafe [el rival de hoy en Liga]. Quedan tres semanas, casi un mes. Habrá tiempo para que ustedes [la prensa] se diviertan hablando de un partido de tal magnitud. Ahora nuestra vida es la Liga. Mi cabeza está en el Getafe”, recalcó el técnico rojiblanco.

Hay más pereza en el Atlético por la tormenta de derbis —se completarán ocho en ocho meses— que temor ante este enfrenamiento. De alguna manera, al Atlético le repele que el Madrid se cuele otra vez en la fiesta que para el club, jugadores e hinchada es la Liga de Campeones.

Más allá de considerar un gran éxito haber llegado hasta la final de la edición anterior, la parte más aprovechable para redireccionar aquella derrota fue el anhelo de levantar el gran título que al club le falta por conquistar. Desde la pretemporada, ganar la Liga de Campeones es el gran objetivo, oculto también en el subconsciente de Simeone y el plantel. En ese sentido, las palabras de Mario Suárez el martes, tras eliminar al Leverkusen apuntaban en esa dirección: “Nadie querrá enfrentarse a nosotros”.

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Sobre la firma

Ladislao J. Moñino
Cubre la información del Atlético de Madrid y de la selección española. En EL PAÍS desde 2012, antes trabajó en Dinamic Multimedia (PcFútbol), As y Público y para Canal+ como comentarista de fútbol internacional. Colaborador de RAC1 y diversas revistas internacionales. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Europea.

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