El Celta llegó tarde
El Athletic se lleva un partido que se le complicó tras la lesión de Aduriz (1-2)
Hubo dos partidos en Balaídos, el primero duró una hora y lo ganó el Athletic, el segundo fue del Celta, pero no le sirvió siquiera para igualar el marcador. Llegó tarde el equipo de Berizzo, que compareció cuando se marchó Aduriz, lesionado al filo de la hora de juego. Una molestia muscular le envió a la caseta y fue como si se activase entonces un resorte en el Celta, que tras estar contra las cuerdas emergió en un arrebato de pasión pleno de fútbol y codicia por una remontada que no llegó. Pareció noqueado mucho antes del descanso, le golpeó un penalti que le puso en desventaja y se tambaleó al ceder en una de esas acciones tras saque de esquina sobre las que en Vigo se había advertido hasta la saciedad en las horas previas al partido. Era entonces un mal Celta ante un buen Athletic, que expuso oficio y fortaleza para dominar todas las situaciones del juego con tanta solvencia que en alguna de ellas, como el gol de San José y la superioridad previa de Aduriz sobre la zaga pareció que se enfrentaban hombres contra niños.
Quiso el Celta de inicio, pero no pudo hasta el final. Planteó en la apertura uno de esos combates que tanto le agradan, un intercambio de golpes en el que el mediocampo era un fugaz lugar de paso y la escena estaba en las áreas. A la espera de alguna genialidad de Krohn-Dehli en el pase o de alguna rosca de Nolito, los chicos de Berizzo encontraron un Athletic que también salió dispuesto para galopar y encontró buenos minutos de Beñat, en su mejor versión, clarividente y con espacios para procesar su fútbol. Aparecieron los flancos, con Muniain y un estelar Iñaki Williams, que avanza en su evolución como futbolista de provecho. Había noticias de su pujanza en el eje del ataque, pero en Balaídos trabajó la banda, se sacrificó en defensa y tuvo instinto y talento para lanzar a Aduriz con precisos pases. Williams crece y se consolida y eso siempre es una fantástica noticia para un club que busca el futuro en su vivero. Por el exterior y al espacio llegó el primer gol, una galopada de Muniain que Augusto frenó con una carga que Mateu interpretó como algo más que un hombro contra hombro, una protestada decisión que se coronó para desgracia celtiña con una precisa ejecución de Aduriz desde el punto de penalti.
Celta, 0 - Athletic, 2
Celta: Sergio Álvarez; Hugo Mallo (Bongonda, m. 85), Cabral (Hernández, m. 89), Fontàs, Jonny; Augusto, Álex López (Santi Mina, m. 58); Orellana, Krohn-Dehli, Nolito; y Larrivey. No utilizados: Rubén Blanco, Sergi Gómez, Radoja y Charles.
Athletic: Iraizoz; De Marcos, Etxeita, Laporte, Balenziaga; San José; Muniain, Beñat, Ibai Gómez (Iturraspe, m. 63); Aduriz (Guillermo, n. 54) e Iñaki Williams (Susaeta, m. 86). No utilizados: Remiro, Aurtenetxe, Unai López, Toquero.
Árbitro: Mateu Lahoz. Expulsó a San José (min. 84). Amonestó a Augusto, Krohn-Dehli, Orellana, Beñat, De Marcos y Susaeta.
Goles: 0-1. m. 16. Aduriz, de penalti; 0-2, m. 31, San José; 1-2, m. 63, Larrivey
Balaídos. 18.656 espectadores.
El gol le dio una marcha más al partido, que ya había comenzado acelerado, pero sobre todo contribuyó a que el Celta perdiera el oremus, envió a varios de sus chicos al terreno de la protesta y la mala leche, los alejó de sus recursos futbolísticos. Se despistó el Celta, perdió el hilo y lo pagó en una jugada largamente anunciada, un saque de esquina hacia la testa de Aduriz, que ya antes había sido decisivo en el origen del penalti a Muniain al bajar otro balón del cielo de Balaidos. A defenderle a aquel córner acudieron tres celestes, que salieron en la foto, posterizados como esos jugadores de baloncesto que ven de cerca un monumental mate de un saltarín. Aduriz es algo más que eso, pero cuando se eleva lo hace con la fuerza de un reactor, con su estatura y su estilo es un Santillana del siglo XXI, un futbolista que marca diferencias en todo lo alto. Como además anda pleno de confianza semeja en ocasiones imposible de defender. Desde luego el Celta esta temporada, tras enfrentarlo en Liga y en Copa, todavía no ha descubierto como anularlo. El delantero guipuzcoano cabeceó el saque de Beñat y la pelota se estrelló con estrépito en el larguero ante el estupor de todos excepto Mikel San José, que anduvo vivo para depositarla en la red y anotar su séptimo tanto de la temporada entre las tres competiciones que ocuparon al Athletic.
San José abandera el paso adelante que ha dado el Athletic, que hace un mes miraba hacia abajo tras permitir en San Mamés un repóker del Barcelona y desde entonces selló su pase a la final de Copa y se ha enderezado en la Liga. Sobra la tacha europea contra el Torino en un equipo que se ha anclado a un central de apariencia pesada, olfato goleador y sabiduría para manejarse por delante de la zaga. San José vio puerta, controló el partido y a Krohn Dehli y Orellana, que no es poca cosa. Bregó en una zona especialmente sensible para que el Celta exprese su capacidad y se fue, a la postre, expulsado al ver dos amarillas, extenuado.
Con todo, tras tanta superioridad visitante e inacción local, el partido escondía un vuelco. El Celta, perdido como estaba, se enfocó hacia Iraizoz con la entrada de Santi Mina para apoyar aún más sus opciones ofensivas. Activaron la presión los celestes, que comenzaron a recuperar cerca del área rival, desconectaron a Beñat y con él a todo el ataque, huérfano de su referencia. Trató de recuperar la iniciativa Valverde con Iturraspe en el apoyo del medio campo, pero el Celta se desató, marcó Larrivey con media hora por delante y el Athletic de pronto se vio en un incendio para el que no apenas tenía mangueras. Tanto cambió el partido que hasta el Celta empezó a ganar balones aéreos. Sufrió entonces el Athletic lo que había padecido antes su oponente, se plegó en torno a Iraizoz, apretó los dientes cuando a cinco minutos del final y el posterior descuento se quedó con diez hombres sobre el campo, desperdició una ocasión para sentenciar por mediación de Guillermo y cantó victoria. La semana que viene no contará con Aduriz y San José, pero esa será otra historia y serán otros puntos.
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